Especial para Cambio Político
Misión: Bar Los Tucanes |
Volviendo a la idea inicial, Los Tucanes queda a media cuadra en un sector meramente residencial, a poca distancia de donde un cuarto de siglo antes operaba uno de los hitos históricos de la cantinería costarricense, la siempre recordada y por supuesto también llorada La Ultima (minuto de silencio). En alguna época nada alteraba la tranquila vida del vecindario hasta que unos generosos emprendedores decidieron abrir un local de ambiente tranquilo, cuya finalidad principal era la de degustar algunas delicias de la cocina caribeña.
Los Tucanes es una vivienda transformada en bar y por ello de primera impresión parece un lugar muy grande, de hecho que lo es pero a fin de cuentas no toda el área pasa ocupada, le pasa las del estadio de Heredia, nunca se llena. Esto es una ventaja para el espíritu patrullero, que huye de los grandes escándalos y las multitudes. De hecho el lugar entre semana únicamente está atendido por los dueños, Sergio en la barra y Corina en la cocina, eso es suficiente para darle un buen servicio a los afortunados que han descubierto esta joya oculta.
En cuanto a las bocas, sólo bastan tres palabras: rice and beans. Definitivamente el mejor rice and beans de este lado del río Reventazón y aunque pueda sonar a exageración, podría ser el mejor rice and beans del país, así, sin exagerar y con conocimiento de causa, pues bien que los integrantes de la Patrulla se dan cotidianamente sus escapaditas a Limón. El estelar es el rice and beans con rabo, apenas para enmudecer. Como hay alguna gente milindres que siente escrúpulos de comerse el apéndice que utilizan las vacas para espantar las moscas, pueden optar por el clásico rice and beans con pollo o bien con costilla, en todos los casos se utiliza la elaborada salsa caribeña en donde se confunden los exóticos sabores del jengibre, el curry y el chile panameño, este Cronista hasta que saliva de sólo acordarse. Los tres son exquisitos, para comer una y otra vez y a la siguiente vez que se visite el local.
Pero como se pueden probar más cosas, hay otras estrellas de comida caribeña, una de ellas es la sopa de mondongo, que es muy distinta a la sopa de pueblo meseteña, aquí el caldo es mucho más espeso y por supuesto con el picantito delicioso del curry y el chile panameño. Otro infaltable es el patí, otra delicia con efectos adictivos, además, no hay nada más rico en esta vida que la combinación de un patí con una cervecita. Y otra estrella son los patacones con pollo, los patacones son unas enormes rodajas de plátano verde frito, secreto caribeño que los cartagos no saben preparar. El menú es más extenso, hay cevichitos, chifrijos y algunas de las fritangas que suelen hacer las delicias de los integrantes de la Patrulla, todo muy bien hecho por las creativas manos de Corina, pero aquí hay que venir a comer caribeño por lo que se remite al lector a las recomendaciones de esta Crónica.
Con semejante menú por supuesto que el ambiente musical es bien salsero y para estos efectos Sergio cuenta con una impresionante colección, a pesar de ello no hay escándalo y se puede mantener una conversación con nivel de volumen normal mientras se liban los elíxires y se gozan las viandas. De lo único que hay que cuidarse es que a veces a Sergio se le mete el diablo y organiza un karaoke, pero normalmente advierte con tiempo con lo que hay oportunidad de salir huyendo.
SEMPER COMPOTATIUM
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LLOREMOS POR SIEMPRE POR LA EXTINTA SAINT FRANCIS
¡LA BIRRA EN VASO SIN HIELO! ¡NI A PICO DE BOTELLA!
Combatiente declarado contra los sports bar
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VALETE ET INEBRIAMINI