La Patrulla de Bares: Bien sombreado (Bar Los Pescaditos)

Patrulla de Bares Especial para Cambio Político

Misión: Bar Los Pescaditos
Dónde: Curridabat, San José (ver mapa)

Aunque esta humilde crónica es de solaz y esparcimiento con temas estrictamente familiares que son del agrado hasta del más estricto censor, indudablemente hay algunos lugares que despiertan a nuestros demonios internos. Por eso cuando damos con algún lugar que sólo los entendidos encuentran, no dejamos de pensar en todas las delicias pecaminosas que podríamos ir a cometer allí, sin que ningún otro mortal pueda descubrirnos.

Ese es el caso de El Pescadito, en Curridabat. Es de rigor aclarar que el lugar no es ningún “matadero” y que más bien su ambiente es muy tranquilo, que evidencia básicamente una clientela de los vecinos, pero está tan escondido que se presta para que cualquier evasor fugado libe con disipación sin temor a ser desenmascarado. El bar en cuestión queda en una calle sin salida justo donde hay unos semáforos al costado norte de un enorme centro comercial que se encargó de arruinar la vialidad de la zona, antes por lo menos había un rótulo que daba a la calle principal, pero de seguro algún meticuloso funcionario municipal se encargó de censurarlo. Si a eso le sumamos una absurda intervención de un incompetente ingeniero de tránsito, la ocultación del Pescadito es total. Y es que la carretera Zapote-Curridabat tiene doble línea amarilla (bueno tenía, esos mismos genios del tránsito asfaltaron hace dos meses la vía y al momento de escribir esta crónica no se vislumbra que alguien se apiade de los conductores que por allí circulan en carriles “virtuales”), entonces si uno circula en dirección Zapote a Curridabat no puede girar a la izquierda para entrar a la calle en cuestión. Pero lo realmente increíble es que viniendo en dirección Curridabat-Zapote, alguien puso un rótulo de prohibido girar a la derecha, como si la calle fuese sólo de una vía. O sea, si la inquisición lo encuentra allí a uno, por lo menos se puede defender diciendo que llegaron de manera ilegal.

 
Superadas las peripecias del acceso, el lugarcito fue de gran agrado de los patrulleros, quienes de inmediato tomaron nota de que Satán también ronda por esos lares y se anuncia que los viernes hay karaoke. Vade retro. Y aunque por allí hay una diana para dardos que podría dar a entender que se trata de un bar pipis, como dijimos al inicio el ambiente es el de un típico bar de barrio, con una tranquilidad más bien perturbada por la bulliciosa mesa de la Patrulla.

El menú tiene un lado que es de puros mariscos, no podía ser menos dado el nombre de la taberna y otro lado con una deliciosa selección de asesinos arteriales. La Patrulla atacó indiscriminadamente ambos lados del menú: la sopa de mariscos estaba muy buena, logró nuestra aprobación debido a la abundante cantidad de bichitos que traía, aunque pequeñita, bien sustanciosa; los canelones en salsa blanca estaban muy buenos, estos sí eran grandes, los sirven con salsa blanca, muy buen sabor, tal vez podrían acompañarlos con una porción de arroz para que sean perfectos; el pulpo al ajillo estaba que se deshacía de suavecito, nada huloso, bien condimentado y en buena cantidad; el clásico chifrijo muy bueno, se destaca que los frijolitos venían con su buen caldo, así que al final no se termina uno comiendo el arroz seco; la torta de carne en realidad son dos, pero no se veían debajo de un inmenso bosque de repollo, demasiado zacate para el insano gusto patrullero y la verdad es que el sabor tampoco estaba muy allá; el bistec encebollado estaba muy bien de sabor, la carne suave pero excesivamente pellejuda; el casado estaba grande, hay varias opciones y se pidió con mano de piedra, la cual sirven con un gustosa salsa de hongos, altamente recomendado y el chorizo también estaba exquisito, en su punto, ni tieso ni suave y sin soltar manteca. En síntesis, una productiva velada patrullera.

Y ya saliendo, de nuevo nos encontramos con un absurdo vial. Aunque parezca increíble, el mismo genio de la ingeniería de tránsito se encargó de colocar un rótulo que impide doblar hacia la derecha, así que la única salida posible sería pasando sobre la doble raya amarilla que dentro de quiensabecuántos meses vuelvan a pintar, probablemente luego de que algún infortunado compatriota sufra una desgracia mayor.

Y ahora sí, concluimos con las inspiradas estrofas de nuestro coplero mayor:

En las calles deambulando,
también patrullando.
Un buen bar buscando,
y la sed ir saciando.

En callejón escondidito,
tal vez hasta discretito,
encuéntrese bien al fondito
el famoso El Pescadito.

Muchas carros no había,
reinaba así la sombría.
Bajeme sí con cobardía,
alabándome por la hombría.

De súbito me encuentro
¿Será un monumento?
¿O será mío este invento?
Sin duda no era un lamento

Era salonera y barman
más linda que Batman,
vestían como Supermán
y así los sustos se me van.

Alguien pidiose el casao,
para nada remendao,
eso sín sin bacalao,
como para salir aventao

Poca bulla se oía,
pese a dos teles en bullía.
Casi gente no había,
así nuestra la algarabía

Comimos además gente,
de esa muy insolente,
que es político indecente,
que para nada es gente

Bonito es tertuliar,
es un placer peculiar,
disfrutar de patrullar,
más nunca aullar

Comime dos bocas,
sin nada de cocas,
mal bistec para las focas,
buen chorizo para las locas

¿Habrá boca de papaya?
Más de uno se desmaya
¿y será pura pantalla?
Vamos para Vargas Araya

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PATRULLA DE BARES

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Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca
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LLOREMOS POR SIEMPRE POR LA EXTINTA SAINT FRANCIS
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Un comentario

  1. Siempre publicamos una Crónica nueva de «La Patrulla de Bares» cada quince días, y la semana que no hay nueva, publicamos de las que tenemos «del recuerdo». Esta semana la crónica nueva se retrasó un poco e inicialmente se publico la que teníamos de reserva. Al llegar la nueva, las cambiamos. La de reserva saldrá publicada el próximo domingo. Por favor disculpen la confusión.

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