Mayo 6, 2024
Por Corresponsal de IPS
NACIONES UNIDAS – Los trabajadores humanitarios de las agencias de las Naciones Unidas han reiterado que no abandonarán a los palestinos refugiados en Rafah, ciudad del sur de la Franja de Gaza, ante la temida e inminente embestida militar que preparan las fuerzas de Israel.
En un mensaje en sus redes sociales, la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unrwa) indicó que “una ofensiva de Israel en Rafah significaría más sufrimiento y muertes de civiles. Las consecuencias serían devastadoras para 1,4 millones de personas”.
“Unrwa no está evacuando: la agencia mantendrá su presencia en Rafah el mayor tiempo posible y continuará brindando ayuda esencial”, declaró la entidad.
Reportes desde ese territorio palestino indican que el Ejército israelí lanzó folletos en el este de Rafah ordenando a las comunidades trasladarse a la llamada “zona segura” de Al Mawasi, un área localizada junto al mar Mediterráneo en la misma ciudad.
Las dependencias de la ONU han rechazado anteriormente órdenes israelíes de evacuación similares, argumentando que representan un desplazamiento forzado.
“En Al Mawasi, hay una grave falta de infraestructura suficiente, incluida la disponibilidad de agua, y no es factible apoyar a decenas de miles de personas desplazadas”, explicó la portavoz de Unrwa en Gaza, Louise Wateridge.
Más de 400 000 personas se refugian ya en la zona costera, según la última evaluación de la agencia, que informó sobre una afluencia de personas desplazadas desde la cercana ciudad de Jan Yunis.
Para ayudarlos, la Unrwa tiene dos centros de salud temporales en Al Mawasi, junto con otros puntos médicos recientemente establecidos en la zona.
“A diferencia de las afirmaciones que apuntan lo contrario, Al Mawasi está lejos de ser una zona segura porque ningún lugar es seguro en Gaza”, sostuvo, por su parte, la directora de comunicaciones de la agencia, Juliette Touma.
Los reportes de una inminente operación israelí sobre Rafah cobraron fuerza con las informaciones de que fracasaron las negociaciones sostenidas hasta el fin de semana, con la mediación de Egipto, Estados Unidos y Qatar, para un alto el fuego que permitiese la liberación de rehenes israelíes y prisioneros palestinos.
El actual conflicto se desató después de que la milicia islamista Hamás atacara el sur de Israel el pasado 7 de octubre, con saldo de más de 1100 israelíes muertos y la captura de unos 250 rehenes, según Tel Aviv, de los cuales unos 130 aún estarían retenidos en la Franja de Gaza.
Israel respondió con una ofensiva militar a gran escala que ha dejado más de 34 600 palestinos muertos -14 500 niños y 9500 mujeres-, casi 78 000 heridos, unos 17 000 menores quedaron huérfanos y bajo los escombros de los bombardeos podría haber hasta 8000 personas desaparecidas o enterradas, según fuentes gazatíes.
La mayor parte de la infraestructura de servicios –agua, electricidad, alimentación, salud, educación, comunicaciones- quedó inutilizada en la franja de 365 kilómetros cuadrados y 2,3 millones de habitantes, así como 70 % de las viviendas.
La mayoría de la población debió abandonar sus hogares, muchos improvisaron campamentos, y a Rafah, una ciudad de 250 000 habitantes en la frontera sur con Egipto, llegaron más de 1,2 millones de desplazados.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha insistido en que la carga sobre Rafah debe efectuarse para completar la eliminación de la milicia Hamás.
Aliados occidentales de Israel han desaconsejado esa ofensiva, en tanto el secretario general de la ONU, António Guterres, y otros responsables de la organización mundial, han advertido sobre las consecuencias catastróficas –la muerte de miles de civiles- de un ataque masivo sobre Rafah.
Por ejemplo, la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Catherine Russell, advirtió de los “riesgos catastróficos” para 600 000 niños refugiados en esa ciudad.
“Muchos niños han sido desplazados varias veces y han perdido sus hogares, a sus padres y seres queridos. Necesitan protección y servicios de los que dependen, incluidas las instalaciones médicas y el refugio”, dijo Russell.
Unicef explicó que muchos de esos niños están heridos, enfermos, desnutridos, traumatizados, o viven con alguna discapacidad y al borde de la supervivencia, por lo que no podrían irse a otros puntos de Gaza debido a la violencia y a que los posibles corredores podrían estar minados o llenos de municiones sin detonar.
Por su parte, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (Ocha) recordó que “en la guerra existe la obligación de proteger a los civiles, permitir que los civiles partan hacia zonas más seguras. Pero deben tener tiempo suficiente para partir, así como una ruta y un lugar seguros adonde ir”.
La ciudad en la frontera sur es la puerta de entrada de ayuda humanitaria, “cualquier operación (militar) sobre Rafah llevaría a la operación de ayuda, ya frágil, al punto de ruptura” advirtió la Ocha.
A-E/HM