La obligación de construir la paz social

Omar Jiménez Camareno

Omar Jiménez

La Biblia nos dice en Mateo 12:25 que Jesús nos enseña que: “Todo país dividido en bandos enemigos, se destruye a si mismo”. Es labor de los gobernantes gobernar para todo el país, para todas y todos sus habitantes.

Una de las principales obligaciones de un gobernante es procurar la construcción de acuerdos entre los diferentes grupos sociales y políticos del país, como forma de mantener la paz social y de generar un clima político y social adecuado para el crecimiento del país en todos sus ámbitos.

Está claro que la toma de las decisiones políticas implica, normalmente, resolver entre diversos intereses y que ello genera con frecuencia distintas posiciones y confrontación entre las diversas posiciones. Esto es normal.

Pero, quien gobierna tiene la obligación de procurar en esa discrepancia de posiciones promover el diálogo y, sobre todo mantener el respeto a las diferentes fuerzas sociales y políticas, con el propósito de que las decisiones que se adopten, en la medida de lo posible, no dividan al país en bandos que sean incapaces de buscar acuerdos.

Los enemigos del país y del gobierno, deberían ser: la inseguridad ciudadana, la penetración del narcotráfico en nuestra sociedad, la violencia en todas sus manifestaciones, la pobreza, el desempleo, el atraso educativo y cultural, los problemas de salud pública, el atraso en la infraestructura, los problemas que enfrentan nuestros productores, el atraso en el desarrollo de nuestras áreas rurales, la contaminación ambiental, entre otros.

Es a esos problemas a los que debe de atacar el Presidente de la República y su equipo de gobierno, nunca a los grupos sociales que le demandan acciones, nunca a los grupos políticos y sociales que lo adversan en la toma de decisiones, nunca a los medios de prensa que critican su labor.

Cuando el Presidente de la República recurre a llamar «canalla» a los medios de prensa que le hacen críticas a su trabajo; cuando ataca al poder judicial porque anula los actos de su gobierno que violentan el ordenamiento jurídico; cuando ataca con insultos a los diputados que ejercen control político sobre su gestión o que adversan sus propuestas; cuando utiliza el poder político para vendettas en contra de los que él considera sus adversarios; cuando pretende con tono de burla y con evidente irrespeto, desacreditar a los rectores de las Universidades Públicas, a los dirigentes de las organizaciones de agricultores, a los sindicatos; cuando de forma absolutamente vulgar llama «esbirros» a nuestros jóvenes universitarios, por manifestarse; cuando grita que va a quemar los puentes; tenemos que concluir que el Presidente incumple su obligación de gobernar para todo el país y que en lugar de promover la paz social como su investidura demanda, está dedicado a promover el odio y la división del país, con lo cual, según nos enseña la Jesús, promueve la destrucción de la patria.

Ante ese discurso de odio, debemos de responder con un mensaje que promueva entre la ciudadanía la paz, el respeto y la búsqueda de acuerdos para sacar el país adelante.

Tomado del muro de FB

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