Camilo Rodríguez Chaverri
Dice el Apocalipsis 12, 1: “apareció en el cielo una gran señal, una mujer vestida de oro con doce estrellas sobre su cabeza y la luna bajo sus pies”. Como se dice en la página oficial del Santuario Nacional de la Virgen de los Ángeles, algunos coinciden que esa narración describe a la Virgen María asunta al cielo en cuerpo y alma. Es por ese motivo que la Familia del Valle, los joyeros personales de la Virgen, le construyeron un trono muy especial. Es todo en oro con piedras preciosas, la mayoría donadas por fieles agradecidos por un favor. En total, la estructura mide un metro de alto. Es fácilmente observable que nuestra Santa Patrona cumple con la descripción del Apocalipsis. La verdad es que a mí me gusta más negrita, o gris verduzco, como quieran, desprovista de oro, con el oro oscurito de ser mulata, una mujer del pueblo; con el único oro de su origen pobre.
Pero debo aceptar que el pueblo la ha querido y venerado con el resplandor. En el punto más alto del resplandor sobresale el pectoral, que es la cruz que usan los obispos sobre su pecho. La donó el arzobispo de San José, Monseñor Otón Castro. En la base de la estructura se colocó el escudo de Costa Rica, que fue un regalo del entonces mandatario, Daniel Oduber Quirós. Al emblema nacional se le agregaron algunos anillos que donó Monseñor Rodríguez para recordar a su madre en la Imagen de la Negrita.
La Negrita es una mulata bañada en oro. Pero, ¿y Juana Pereira? ¿Dónde dejamos a Juana Pereira? La mujer sencilla entre las sencillas, con el nombre más común de su pueblo. ¿No fue igual con la Virgen María? Sencilla entre las sencillas, con el nombre más común de su pueblo. ¿Por qué Costa Rica no ha impulsado la beatificación y la canonización de Juana Pereira? ¿Por qué no seguimos los pasos de México, donde se respeta muchísimo la memoria de Juan Diego? No hay grandes diferencias entre lo que hizo Juan Diego y lo que hizo Juana Pereira. ¿Será que la diferencia principal es que él es un hombre y ella, una mujer? Costa Rica tiene una deuda histórica con la figura de Juana Pereira. ¿Por qué sufrió una suerte tan distinta a la de Juan Santamaría? Dirán algunos que porque el soldado Juan es un personaje de la historia patria… Pero se equivocan si creen que Juana Pereira no lo es. Juana Pereira, como portadora o mensajera, es clave en la historia de Costa Rica porque La Negrita es la gran figura de la idiosincrasia, la que concatena la luz y el fervor, la que le da color a la fe, a la que humaniza a Dios entre nosotros. Juana Pereira tiene que estar en nuestros altares, al igual que la santa de Costa Rica y Nicaragua, Sor María Romero. Costa Rica tiene que aprender a ser un país agradecido con sus grandes figuras históricas. Empecemos con estas dos grandes mujeres, Juana Pereira y Sor María Romero. Le ayudará a nuestra cultura y nuestra fe.