Camilo Rodríguez Chaverri
Hay un bellísimo camino viejo, descuidado, entre Miramar de Montes de Oro, y Piedades Sur de San Ramón. Usted toma el camino en Miramar hacia las montañas, que se paran picuditas, de espaldas al mar. Conforme uno va dejando atrás la costa, se adentra en estos cerros, que son como pechos de la tierra, como senos de la madre naturaleza. Se pasa por el pueblo de Palmital, que tiene un templo católico muy especial, metido entre cipreses y pinos, como si los árboles lo estuvieran cuidando. El camino sigue hacia Laguna, un pueblo un poco más grande, con un salón comunal muy espacioso y una plaza bien cuidada. Siguiendo directo, el camino va hacia Cedral, donde está el templo más antiguo de la zona, un templo que es patrimonio arquitectónico, y también hacia Arancibia. Pero tomamos a la derecha. Nos adentramos en un camino más tosco, rudo y empinado. El camino va zigzagueando entre montañas peladas, vestidas con un pasto amarillo, que peina el viento fuerte, y muchos árboles de coníferas, como pinos y cipreses. Es el ambiente del bosque nuboso, parecido al de Monteverde, que es un mundo vecino, un reino tan mágico como el de este camino.
Se llega a Las Orquídeas, un proyecto de las mujeres del pueblo de Zapotal de Montes de Oro. En el pueblo destacan las cabañitas de estas mujeres, dirigentes comunales, quienes tienen una cooperativa con la que se organizan. Ofrecen posada y comida, muy rica por cierto. Lo otro que destaca en Zapotal es la producción lechera. Si sigue el camino, después de trechos sinuosos, llenos de piedras enormes, en los que hay que transitar con muchísimo cuidado, se cruza la frontera entre las provincias de Puntarenas y Alajuela. El primer pueblo del cantón de San Ramón es Barranquilla, donde está el templo católico más pequeño de Costa Rica. Mide dos metros de frente por tres metros de fondo. Tiene una imagen de la Virgen María que me sorprende: está vestida de novia. Poco antes, nos encontramos una pequeñísima capilla, de metro y medio de ancho por dos metros de fondo. Y poco después, en el pueblo de Carrera Buena, hay otra capilla aún más pequeña. Lo otro sorprendente es el cementerio de Barranquilla, donde hay indicios de funerales hace sólo cuatro años. Es el cementerio más pequeño que conozco. Nos encontramos muchas casas abandonadas hasta que llegamos a San Antonio de Zapotal. Con mucho cuidado, pasando por Quebradillas, Barranca y Piedades Sur, se llega a San Ramón. Es un recorrido de unas seis horas, desde Miramar.
Pocos viajes son tan mágicos, con paisajes tan particulares, lagos, montañas, vacas y caballos, y con un viento fuerte, que le imprime nostalgia al ambiente. Lo invito a hacer este viaje por el pasado de Costa Rica. Es un viaje del que uno sale lleno de alegría en los ojos y de sentimientos encontrados. Son seis horas para limpiar el alma.