Enrique Gomáriz Moraga
Tomando la palabra en el Congreso de los Diputados, Iñigo Errejón, del pequeño grupo Mas País, rechazó de forma vehemente las palabras de un diputado de la oposición que habría dicho: “en una sociedad libre la igualdad social es imposible, porque tenemos talentos y esfuerzos diferentes”. Según Errejón esto es “una sinvergonzonería, porque lo que significa es que los ricos lo son porque se esfuerzan más y tienen mas talento y los pobres son pobres porque se esfuerzan menos o tienen menos talento”. A continuación, ha expuesto argumentos para asentar su planteamiento supuestamente “científico”.Y, claro, ese video se ha reproducido en redes sociales. Mediáticamente, un éxito. Pero su indignación hay que observarla más de cerca. Porque el respaldo científico de sus afirmaciones es más que discutible. Errejón debería saber que la primera afirmación que rechaza es algo que reconocen las agencias para el desarrollo de Naciones Unidas. En efecto, en una sociedad libre, suprimir por completo la pobreza es algo imposible. Esa discusión ya está superada: una cosa es reducir al mínimo la pobreza y otra erradicarla por completo. Claro, no es lo mismo vivir en una sociedad con un 5% de población pobre, como sucede en los países nórdicos, que en una sociedad con un 50% de pobres, como pasa en muchos países del hemisferio sur. Y para evitar esa magnitud de pobreza es necesaria la acción de los poderes públicos (una convicción enteramente socialdemócrata).
Una vez aclarado que la primera frase que rechaza Errejón es correcta en términos estrictos, veamos ahora el sentido general que se le otorga a esa idea. Errejón rechaza la evidencia de que hay “talentos y esfuerzos diferentes”. Algo que también es una constatación científica comprobada. Y lo hace porque dice que de ahí podría deducirse que “los ricos lo son porque se esfuerzan mas y tienen mayor talento”. Una deducción que es de su propia cosecha. El hecho comprobado de que hay talentos y esfuerzos diferentes no debe llevarnos a la conclusión de que los ricos lo son porque se esfuerzan mas o porque los pobres tienen menos talento. De hecho, los sistemas de igualdad de oportunidades muestran que esa deducción no es verdadera.
Pero la acción pública contra la desigualdad en una sociedad libre es semejante al combate por la neutralidad periodística: señala una dirección, un empeño, pero la idea de que se conseguirá en términos absolutos es una quimera. Entre otras razones, porque siempre habrá un sector muy minoritario que elegirá libremente mantenerse en condiciones de postración. Otra cosa, desde luego, es el planteamiento que se ha hecho desde una sociedad autoritaria, como lo fue la Unión Soviética o lo es Cuba, donde la presión ideológica se ejerce a favor de un igualitarismo a la baja, y el talento puede ser considerado como un resabio burgués.
En suma, como siempre ha planteado la socialdemocracia, no debe haber una contradicción entre esos dos fundamentos: la búsqueda de la igualdad social y la valoración del esfuerzo y el talento. Y tratar de oponerlos es un intento que procede del comunismo autoritario o del populismo simplista.
Errejón opone a la evidencia de que hay esfuerzos y talentos distintos la constatación de que la riqueza se hereda. Por supuesto que eso también es tendencialmente cierto. Pero no hay razón para considerar que tal cosa ha impedido una movilidad social notable desde hace varios siglos. Así, es tan falso afirmar que los pobres lo son porque se esfuerzan menos o tienen menos talento, como sostener que lo que prima en nuestras sociedades es la herencia y no la movilidad social. Cuando se ofrecen como científicos elementos reales fuera de contexto o en medio de la nada (sin considerar otros elementos igualmente reales), se están proponiendo conclusiones falsas. El hecho de que desde posiciones conservadoras se hagan afirmaciones incorrectas no nos entrega un cheque en blanco para decir cualquier cosa, por muy bien que se venda.
En realidad, esa tendencia es una de las características del populismo ideológico. Propio, por cierto, de este grupo de semicultos, salidos de la Facultad de Políticas de la Universidad Complutense, que fundaron Podemos, obnubilados por las ideas de Negri o Laclau y que recorrieron a comienzos de este siglo Caracas, La Paz y Quito, repitiéndose entre ellos: “Esto es posible en España”.
La división posterior entre Iglesias y Errejón, refiere a dos modalidades diferentes de populismo. El primero mas rígido y leninista y el segundo más netamente populista y flexible. Pero ambos siguen convencidos, pese a que la realidad diga otra cosa, que lo que vieron en Caracas es posible en España.
Parafraseando a Fernando Sabater, ha sido una lástima que algunas personas en España se hayan sentido atraídas por las frases brillosas y las simplificaciones fáciles (aunque cada vez haya menos). Afortunadamente, en Europa ello solo ha sido posible en Grecia y España, algo que guarda relación con la calidad de su cultura política.