Por Christian Fahrenbach (dpa)
Nueva York, 25 ene (dpa) – La historia de los hermanos alemanes Scholl, dos de las figuras que mejor ejemplifican la resistencia heroica y pacífica contra el nazismo, llegará próximamente a un teatro musical del circuito Off Broadway de Nueva York.
«White Rose – The Musical», cuyo estreno mundial es hoy, presenta una versión escénica de la historia del movimiento de resistencia «Rosa Blanca», que podrá verse en el pequeño Theatre Row de Nueva York con una capacidad de aproximadamente 200 butacas.
La obra subirá a escena durante 12 semanas, hasta el 31 de marzo, para contar en nueva clave musical la historia de los hermanos Scholl, su resistencia y finalmente su ejecución.
Desde el verano de 1942, Sophie Scholl y otras personas de ideas afines comenzaron a distribuir en Múnich octavillas bajo el nombre de «Rosa Blanca» en las que llamaban a resistir pacíficamente el régimen nazi.
¿Puede irle bien a esta puesta en escena? Lo sucedido en abril pasado con un pequeño musical en la ciudad alemana de Fürth lleva a pensar que posiblemente sí.
«Scholl – El capullo de la Rosa Blanca» eligió una trama más reducida, para enfocarse en las vacaciones de esquí de los famosos hermanos 14 meses antes de su primera campaña de octavillas. La puesta en escena recibió elogios de la crítica y se alzó con siete nominaciones al Premio Alemán de Teatro Musical.
En cambio, la adaptación neoyorquina está estructurada de manera cronológica tradicional. Existe un mínimo prólogo, en el que Sophie Scholl le susurra a su hermano: «Hans, ¿importará realmente algo de esto?», y él se permite responder: «Quizás no enseguida».
Inmediatamente los espectadores contemplarán cómo la joven Scholl llega a Múnich en medio de la guerra, en 1942. Allí se reúne con los compañeros de estudio de su hermano y rápidamente comienza a pensar en la resistencia contra los nazis. A lo largo de hora y media, la obra avanza hasta la culminación con la muerte de los hermanos y sus colaboradores.
La trama no se presenta con sutileza, sino que por el contrario los textos cantados y recitados dan a conocer ampliamente el trasfondo de la historia, de manera que un público que jamás oyó de este grupo de resistencia pueda seguir los acontecimientos sobre el escenario.
A esto se suman pausas anacrónicas, como la que permite a un personaje gritar «¡bullshit!». Y la música moderna, con guitarras eléctricas y ritmos de batería, suena poco adecuada, pero al menos evita casi por completo los clichés de la música marcial alemana de la época.
Además de los hermanos, viejos amigos como la conocida judía Lilo Ramdohr y el profesor de filosofía Kurt Huber disponen de sus propias canciones y la oportunidad de abordar una de las cuestiones centrales que aún hoy fascinan de este tema: ¿Qué razones encontramos para actuar y qué excusas para no hacer nada?
«Los estudiantes de la Rosa Blanca estaban entre los pocos privilegiados que se beneficiaban de la discriminación y de leyes injustas», dice el autor Brian Belding, explicando su motivación. «Y, sin embargo, al final defendieron a quienes ya no tenían voz».
La forma en que aborda esta idea es muy convencional, pero Belding consigue algunos instantes de sosiego y logrados diálogos breves. En un momento en que el hermano mayor sopesa los riesgos de sus acciones con Sophie, él dice: «¡Pero ninguno de nosotros es judío!».
Y ella, como respuesta, deja flotando una pregunta que prueba que los musicales también pueden convertirse en marco para un arte comprometido y candente: «¿Y cuándo fue la última vez que alguien hizo algo por los judíos?».