La guerra de los seis días

Memorias

Alfonso Campos
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Alfonso Campos

A raíz de la convulsión geopolítica que se vive en Oriente Medio originado en una gran parte por el ancestral conflicto entre Israel e Irán (antiguo imperio Persa), el conflicto de dimensiones bíblicas entre los árabes (descendientes de Ismael, primogénito de Abraham y la esclava Agar) y los israelitas (descendientes de Isaac, hijo de Abraham y Sara) y el bíblico enfrentamiento entre el pueblo palestino e israelí, es que he querido traer a colación la Guerra de los Seis Días entre las Naciones Árabes y el Estado de Israel en el año 1967. A su vez me he concedido la licencia como autor para relacionar este hecho con la resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la profecía del profeta Zacarías que aparece en la Biblia hebrea y que es reconocido por el cristianismo

La guerra de los seis días

La guerra comenzó el 5 de junio de 1967, cuando Israel lanzó la Operación Foco, ideada entre otros por Ezer Weizman. Esta operación consistía en una serie de ataques a primera hora de la mañana contra las bases aéreas egipcias, para atrapar a los aviones egipcios en tierra a la vuelta de su tradicional primera ronda al amanecer, alrededor de las 8:00 de la mañana.

Israel poseía una información extremadamente detallada de las bases egipcias que iba a atacar (llegó a disponer de una lista completa de todos los pilotos egipcios y su rango), así que la hora de ataque fue escogida para destruir el máximo número de aviones enemigos en tierra. La primera oleada atacó once bases, cogiendo a las escuadras egipcias desprevenidas y en tierra. Tras volver a Israel, verificar el estado físico de los pilotos y recargar combustible y municiones, en un lapso de tan solo siete minutos, la segunda oleada atacó catorce bases egipcias, volviendo con pérdidas mínimas. Esa segunda oleada, tras aterrizar en sus bases y volver a repostar, dio paso a una definitiva y demoledora tercera oleada de ataque, que selló, inapelablemente, la suerte de las fuerzas aéreas de Egipto, Siria y Jordania.

En los diversos ataques israelíes durante la mañana del 5 de junio, Egipto perdió 286 de sus 420 aviones de combate, así como 13 de sus más importantes bases aéreas y 23 estaciones de radar. Israel, por el contrario, perdió solo 19 de sus 250 aviones de combate.

Las graves pérdidas sufridas por los egipcios, tanto en aviones como en bases de lanzamiento de aviones, dieron a Israel ventaja en los combates aéreos durante toda la guerra, lo que explica en gran parte el favorable desarrollo del conflicto para el bando israelí.

Israel finalizó la guerra de los Seis Días habiendo aumentado su territorio considerablemente, con la incorporación de los Altos del Golán, Cisjordania (incluyendo Jerusalén Oriental), la Franja de Gaza y la península del Sinaí. Desde el punto de vista militar, tras dos décadas de fragilidad estratégica, Israel obtuvo por primera vez en su historia profundidad territorial, que le concedería capacidad defensiva para mantener la artillería árabe lejos de las ciudades israelíes y evitar en adelante la obligación de realizar ataques preventivos ante cada amenaza, con el coste que ello supone a ante la opinión pública.

La situación dio por tanto un vuelco geoestratégico y ahora eran las capitales árabes (Amán, Damasco y El Cairo) las que quedaban al alcance de cualquier incursión rápida del Tzahal (Fuerzas Armadas Israelíes). Además de la expansión territorial y del «colchón» defensivo, Israel demostró en el plano psicológico a sus vecinos árabes su capacidad militar y su voluntad para utilizarla.

Pese a la euforia inicial, en el plano político la situación no fue tan favorable a Israel y la guerra envenenó aún más el conflicto árabe-israelí. Comenzó entonces un importante rechazo internacional ilustrado por las muchas resoluciones contrarias a Israel en la ONU. Como acertadamente destaca el semanario The Economist, en un informe especial sobre el conflicto de 1967, parafraseando el libro del Génesis, al séptimo día el Ejército israelí descansó. La euforia embargaba al Gobierno tras una insospechada, fulminante y aplastante victoria sin precedentes. Lo argumentaba el padre de la diplomacia israelí, el ministro de Exteriores Abba Eban, ante sus compañeros de Gabinete: “En la historia de la humanidad no ha existido ningún éxito como el que Israel acaba de experimentar. Israel se ha expandido y el mundo aplaude”.

Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

Adoptada por unanimidad en el Consejo de Seguridad el 22 de noviembre de 1967, seis meses después de la guerra de los seis días, la resolución “exige la instauración de una paz justa y perdurable en Oriente Medio”, que pasa por “la retirada del ejército israelí de territorios ocupados durante el reciente conflicto” (la Guerra de los Seis Días) y el “respeto y reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia política de cada Estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de fuerza”. Esta resolución, permanece en todas las negociaciones posteriores, sentando las bases de la paz en el Oriente Medio: la evacuación de Israel de territorios ocupados y el reconocimiento por los Estados árabes del derecho de Israel a existir en paz dentro de unas fronteras estables y seguras.

La guerra contra Hamás y Hizbulá

La Guerra contra Hamás en la Franja de Gaza (anexionada en la Guerra de los Seis Días) y contra Hizbulá que opera en el Líbano y en Cisjordania (también anexionada en la Guerra de los Seis Días) se ha salido de control rebasando las capacidades de la humanidad para procesar tanta crueldad y sangre derramada. Sólo es posible entenderlo desde la filosofía de la Ley del Talión de “diente por diente y ojo por ojo” (y al final todos quedaremos ciegos).

Esta guerra no la ganará nadie porque ni Hamás va a desaparecer ni Hizbulá (entiéndase Irán) van a descansar hasta borrar del mapa al Estado de Israel.

Irán es otra cosa, porque no solo es un peligro para Israel sino para los mismos iraníes y para la civilización occidental. Irán demuestra los extremos a que puede llegar el fanatismo religioso.

Zacarías 12:3

Zacarías fue un profeta judío que vivió posiblemente entre los siglos VI y V aC hizo varias profecías muy interesantes todas, pero para los efectos de este artículo y, en forma muy liberal, quisiera resaltar la número 12 que según la Nueva Biblia Latinoamericana dice:

Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: 3. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra”.

Como decíamos anteriormente, después de la Guerra de los Seis Días comenzó un importante rechazo internacional ilustrado por las muchas resoluciones contrarias a Israel en la ONU. De hecho, en los estados que son aliados de Israel, sus gobernantes no sólo están siendo cuestionados hacia lo interno de sus países, sino que sus políticas de apoyo al estado de Israel se están convirtiendo en una carga muy pesada y difícil de llevar. ¿Se estará cumpliendo la profecía de Zacarías?

Una paz sostenible en Oriente Medio

La paz pasa por la creación del Estado Palestino y con reconocimiento internacional

Se debe de eliminar la posibilidad de que Irán o sus aliados se involucren en el gobierno de un Estado Palestino.

Se le debe garantizar a Israel su seguridad y esa garantía debe ser suscrita por los Estados Árabes y por los países integrantes del Consejo de Seguridad de la ONU.

Se debe de nombrar una Fuerza de Paz Internacional que administre y supervise el libre acceso a los lugares sagrados de las tres grandes religiones monoteístas: El Islam, El Judaísmo y el Cristianismo.

Hay otra profecía de Zacarías que habla sobre la destrucción de Jerusalén y el fin de los tiempos, pero eso será tema de otro artículo.

Alfonso Campos es el creador del sitio en la Web de memorias.cr un espacio dedicado al análisis de la Historia

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