“La guerra contra Gaza es un desastre total para Israel”

Stathis Kouvelakis entrevista a Leila Seurat

Diez meses después del 7 de octubre, ¿cuál es el estado de la guerra total de Israel contra Gaza? La devastación del territorio es casi total; se han destruido todas las infraestructuras básicas para la supervivencia de la población (hospitales, escuelas, suministro de agua, etc.).

[Es probable que la hambruna y las epidemias se cobren más víctimas que los bombardeos, que no cesan, que se añadirán a un número de muertos que se acerca a los 40.000, cifra que no incluye a las personas sepultadas bajo los escombros. Según la correspondencia publicada en la prestigiosa revista médica The Lancet, el número total de muertos, teniendo en cuenta las pérdidas humanas debidas a enfermedades y malnutrición, podría ascender a 186.000 (8% de la población del territorio), o incluso más.

El mecanismo genocida parece ahora bien establecido, a pesar de las condenas de los tribunales internacionales y de un número creciente de gobiernos y de la opinión pública mundial. Sin embargo, hay que decir que Israel es incapaz de alcanzar los objetivos que se fijó cuando lanzó esta operación: liberar a los rehenes, eliminar a Hamás de Gaza y desplazar masivamente a la población gazatí del territorio. ¿Cómo explicar este fracaso y su otra cara, la resistencia de la población y la resistencia palestinas?

Hablamos con Leila Seurat, politóloga e investigadora del Centre arabe de recherches et d’études politiques (CAREP) de París. Es autora de Le Hamas et le monde (CNRS Éditions, 2015), traducido al inglés en una edición actualizada (I.B Tauris, SOAS Palestine Studies, 2022). También es coeditora, con Jihane Sfeir, de Ecrits politiques arabes: une anthologie du Machrek au Maghreb au XXe siècle (CNRS Éditions, 2022) CT.]

Gaza

Stathis Kouvelakis: Más allá del aterrador coste humano y de la devastación de todo el territorio de Gaza, ¿qué balance puedes hacer de la guerra librada por Israel desde el 7 de octubre? ¿Ha logrado Israel sus objetivos militares, políticos y diplomáticos?

Leïla Seurat: En estos momentos, la respuesta es bastante clara: en términos militares, económicos, políticos y diplomáticos ha sido un desastre total para Israel. El propio 7 de octubre ya fue un fracaso estrepitoso, porque echó por tierra el mito de la invulnerabilidad de Israel. Desde entonces, el empantanamiento militar no ha hecho más que confirmarse.

En cada etapa [de la ofensiva israelí] anunciada -primero en el norte, luego en Gaza, después en Rafah- el Ejército israelí se apresura a declarar la victoria sobre Hamás, pero tras nueve meses de bombardeos sistemáticos, Hamás está lejos de haber sido destruido. Al contrario, las brigadas Al-Qassam [ala militar de Hamás] han sabido adaptarse en cada localidad a las diferentes realidades de los campos de batalla. En todas partes, Hamás sigue activo y continúa luchando junto a todas las demás facciones armadas palestinas.

El empantanamiento militar ha llevado al Ejército a atacar prioritariamente a la población civil, con la esperanza de que acaben volviéndose contra Hamás. Aunque este ataque deliberado es parte integrante de la estrategia israelí contra Hamás, hay que admitir que existe otra lógica: utilizar la lucha contra Hamás para justificar el asesinato de civiles y obligarlos a exiliarse. La caza de Mohamed Deif [presentado como el comandante de las brigadas de Al Qassam] es el ejemplo más llamativo de ello ya que, además de la masacre de un centenar de civiles en Mawassi, dio lugar a decenas de bombardeos de varias escuelas de la UNRWA, a pesar de que habían sido declaradas zonas de refugio.

Se trata de un caso de manual de estrategia israelí destinada a centrar la atención de los medios de comunicación en la eliminación de objetivos militares, mientras que esta caza permitió matar a decenas de mujeres y niños durante varios días. En realidad, trás del objetivo declarado de destruir a Hamás se esconde el objetivo de desplazar a la población palestina y reocupar la Franja de Gaza. Atacar a Hamás se convierte, por tanto, en un medio para alcanzar ese objetivo.

El otro elemento que merece atención son las negociaciones, estrechamente vinculadas al terreno militar. El asesinato de civiles es un medio de obligar a Hamás a ceder aceptando un acuerdo que equivale a la rendición. La otra lógica en juego consiste en utilizar la supuesta negativa de Hamás a negociar como pretexto para justificar la ofensiva militar. Es lo que ocurrió durante la invasión de Rafah el 6 de mayo, cuando Hamás acababa de aceptar, la víspera, los términos de la tregua propuesta por los mediadores y validada por los estadounidenses.

Plenamente conscientes de esta táctica destinada a sabotear las negociaciones, los dirigentes de Hamás se cuidaron de no interrumpir nunca las conversaciones, a pesar de las repetidas masacres. Khalil al Hayya [miembro del buró político de Hamás, jefe de la delegación negociadora] así lo declaró en una entrevista televisada tras la masacre de al Massawi el 13 de julio. Por tanto, las múltiples rondas de negociaciones ocultan otras realidades alejadas de la búsqueda de un compromiso con vistas a la liberación de rehenes y prisioneros.

Por el momento, Hamás se mantiene inflexible en sus exigencias, que son compartidas por todas las demás facciones palestinas: retirada total de las fuerzas de ocupación de la Franja de Gaza y alto el fuego permanente. Además de su adaptación a la lógica de la guerra de guerrillas urbana, esta capacidad de resistencia se explica también por la presencia de otros seis frentes: Irak, Siria, Líbano, Cisjordania, Irán y Yemen. Los Hutíes han causado pérdidas económicas considerables, con una caída monumental del negocio en el puerto de Eilat debido a los ataques contra buques en el Mar Rojo.

El reciente ataque contra el corazón de Tel Aviv también ha tenido un impacto catastrófico, convirtiendo la capital un territorio vulnerable. Al anunciar el inicio de una quinta fase, el líder Hutí recupera simbólicamente el control sobre la narrativa y la conducción de la guerra. Para el Ejército israelí, el anuncio de la tercera fase ilustra una admisión de debilidad ligada a un problema contingente real: escasez de reservistas, crisis entre los oficiales que quieren jubilarse anticipadamente y negativa de los haredim [religiosos ultraortodoxos] a alistarse en el Ejército.

  1. K.: Además de este fracaso sobre el terreno, Israel está cada vez más aislado internacionalmente, tanto en términos de opinión pública (incluso en los países del Norte, al menos en algunos de ellos) como en términos de diplomacia internacional.
  2. S.: En efecto, en la opinión pública algo ha cambiado: las imágenes de masacres compartidas en las redes han suscitado una indignación sin precedentes, indignación tanto más flagrante cuanto que esas masacres se cometieron con la aquiescencia o incluso la complicidad directa de ciertos gobiernos occidentales. Esto es especialmente cierto en el caso de Estados Unidos, que ha continuado paralizando el Consejo de Seguridad de la ONU con repetidos vetos y entregando bombas, a pesar del bloqueo escenificado de camiones llenos de armas.

Los tribunales internacionales siguen siendo el único recurso: la Corte Penal Internacional ha dictado órdenes de detención contra Benjamin Netanyahu y Yoav Galant [ministro de Defensa], y la Corte Internacional de Justicia ha aclarado la ilegalidad de los asentamientos y la responsabilidad de Israel en el crimen de apartheid. Sin embargo, la Corte tardó varios meses en pedir un alto el fuego, que sólo se solicitó para la ciudad de Rafah y no para toda la Franja de Gaza.

El derecho internacional ha llegado a sus límites, porque, aunque invoca el riesgo de genocidio, no puede impedirlo. Todas las condenas internacionales expresadas en el momento de la invasión de Rafah no sirvieron de nada; casi formaban parte natural de la lógica militar que acompañaba a la ofensiva. Benjamin Netanyahu está siendo recibido en este mismo momento por el Congreso estadounidense, mientras que Emmanuel Macron ha optado por invitar al presidente israelí a la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos.

¿Cuál es la estrategia de Hamás?

    K.: Pasemos ahora a los objetivos de Hamás durante este último periodo. ¿Estás de acuerdo con el análisis de Tareq Baconi según el cual, con el 7 de octubre, Hamás quería romper la estrategia de contención que Israel había aplicado hacia dicho movimiento, esa especie de modus vivendi que consistía en acomodar a Hamás en el poder para convertirla en la guardiana de esa prisión al aire libre que era Gaza, aunque ello supusiera ser golpeada de vez en cuando por algunos cohetes, un golpe aceptable, a fin de cuentas, para una fuerza de ocupación?
    S.: Estoy totalmente de acuerdo, pero cuidado: hacer de Hamás el guardián de esta prisión al aire libre no es lo mismo que concluir una alianza indirecta entre Hamás e Israel.

Lo que dice Tareq Baconi sobre la contención no es lo mismo que lo que leemos a menudo en la prensa; a saber, la idea de una connivencia entre Hamás e Israel. Construido sobre la yuxtaposición de enemigo y amigo, el neologismo frenemy fue acuñado por el antiguo jefe del Mossad, Efraim Halevy, para subrayar el hecho de que Israel y Hamás están, en términos generales, en la misma longitud de onda y que, en última instancia, ambos se aseguran de que la otra parte permanezca en el poder. En mi opinión, esta interpretación es exagerada y, sobre todo, es una visión truncada, según la cual Israel mueve los hilos y manipula a las organizaciones palestinas a su antojo.

La contención consistió sobre todo en mantener a Hamás en el poder para gobernar a dos millones de palestinos al margen de la Autoridad Palestina (AP) con sede en Ramala. Esta política puso en dificultad a Hamás, atrapado en las llamadas pequeñas guerras contra Gaza (2008-2009; 2012; 2014) provocadas sistemáticamente por las élites políticas israelíes en contextos electorales. La trampa consistía en responder a las provocaciones israelíes con represalias.

Así pues, Hamás se dio cuenta de la dificultad de utilizar Gaza como base desde la que librar una lucha de liberación nacional. Como solía decir en sus discursos, la lucha de liberación nacional no tiene que ver con Gaza, sino con Cisjordania. Por eso también sorprendió a todo el mundo el atentado del 7 de octubre. Incluso si seguías de cerca las noticias en Palestina, podías darte cuenta de que la lucha armada crecía de forma permamente en todas partes desde 2015 y queCisjordania ocupaba en ella un lugar central.

El 7 de octubre contradijo esto y rompió la lógica de la contención. Unos días antes del 7 de octubre, Hamás había engañado a Israel organizando una falsa marcha del retorno similar a las marchas que tuvieron lugar entre 2018 y 2019 a lo largo de la valla de seguridad entre Gaza e Israel para dar la impresión de que seguía en esta lógica de contención: «queremos quedarnos en Gaza, dadnos a cambio lo que podáis darnos». Las exigencias de Hamás en aquel momento se referían exclusivamente a la vida cotidiana de la población gazatí, como la autorización a los residentes para salir e ir a trabajar a Israel, la flexibilización del bloqueo, el desbloqueo de los pasos fronterizos, etc. Hamás también había intentado que las autoridades israelíes cedieran a sus exigencias.

En su momento, Hamás recibió bastantes críticas por utilizar la lucha armada sólo para reivindicaciones internas y no para una causa nacional. Por tanto, la organización de una mini-Marcha del Retorno 10 días antes del 7 de octubre tenía precisamente como objetivo atrapar a Israel, hacerle creer que Hamás seguía con esta lógica de reivindicaciones internas, mientras preparaba un ataque a gran escala.

    K.: Dime si me equivoco, pero mi impresión es que la iniciativa del 7 de octubre confirma una tendencia que analizaste detalladamente en tu libro, a saber, el fortalecimiento del peso específico de los dirigentes gazatíes dentro de la propia organización.
    S.: Sí, en términos generales, se trata de eso. Lo que intento analizar en mi libro es el fortalecimiento gradual de la dirección gazatí en relación con la dirección exterior, que en la década de 1990 tenía su sede en Ammán y luego se trasladó a Damasco en 2000. En aquel momento, era este polo exterior el que decidía sobre la guerra y la paz. Una de las razones era que tenía el control de los recursos y, por tanto, de la toma de decisiones, incluidas las acciones de las brigadas de Al Qassam. Pero fue perdiendo este poder de decisión gradualmente.

Evidentemente, 2006 representó una ruptura fundamental con el pasado, ya que Hamás ganó las elecciones y formó un gobierno dirigido por Ismaël Haniyeh, dando así a Hamás más influencia desde dentro en el proceso de toma de decisiones del movimiento. Luego vinieron otra serie de factores, como la toma de Gaza y el empoderamiento financiero de los dirigentes gazatíes. La Primavera Árabe también desempeñó un papel importante, ya que la dirección desde el exterior quedó debilitada tras su salida de Damasco. Jaled Mechaal se enemistó con Irán [tras haber apoyado el levantamiento contra el régimen sirio], mientras que los dirigentes gazatíes se mantuvieron próximos a los iraníes y pudieron reforzarse, en particular, aumentando el peso de las brigadas Al-Qassam.

La llegada de Yahya Sinouar, excarcelado en 2011 cuando se intercambió al soldado Gilad Shalit por 1.050 presos palestinos, influyó profundamente en la estrategia de Hamás. Elegido miembro del Buró Político de Gaza en 2013 (para entonces ya no era oficialmente miembro del aparato militar), contribuyó a la famosa ruptura con la contención. A partir de 2021, Sinouar desplegaría una visión diferente: desencadenar un enfrentamiento con Israel y dirigir la lucha por la liberación nacional desde diferentes frentes: el frente de Gaza, el de Cisjordania y el del Líbano.

Durante la batalla de la espada de Jerusalén en 2021, Hamás abandonó por primera vez el tempo impuesto por Israel lanzando un ultimátum al ocupante. Puso a prueba el frente de Cisjordania, pero también el de los palestinos de 1948 [que permanecieron dentro de las fronteras de 1948 y eran ciudadanos de Israel], que participaron en importantes movilizaciones en apoyo de Hamás. Por tanto, está claro que hay algo en juego en la relación entre estos diferentes espacios. Mientras que algunos consideran que Cisjordania es preeminente, para Sinouar Gaza y Cisjordania son dos caras de la misma moneda.

Otros frentes se pusieron a prueba en 2023, cuando Hamás disparó directamente desde Líbano. Esto es lo que tiene sentido hoy, la multiplicación de frentes en un momento en que los israelíes se han visto arrastrados al atolladero de Gaza. Podemos verlo en el papel de las brigadas Al-Qassam, en particular en la batalla de Toulkarem, filmada en directo en las redes de Hamás y presentada como parte integrante del Diluvio de al-Aqsa.

  1. K.: Esto es también lo que empujó a Israel a una especie de precipitación, que consistió en multiplicar también los frentes de su lado, bombardeando en Irán, Siria, Beirut y el sur del Líbano.
    S.: Es difícil ver con claridad, comprender lo que pretenden los israelíes. Lo que está claro es que están presionando para regionalizar el conflicto, pero también saben que no pueden hacer nada sin la participación activa de EE UU. En cualquier caso, esto es lo que Netanyahu intenta conseguir activando la retórica sobre la inevitabilidad de la guerra con Irán en Washington. La República Islámica es, sin duda, uno de los medios definitivos para romper el estancamiento de la guerra colonial.
  2. K.: Hay quienes creen que la ofensiva del 7 de octubre fue una decisión irracional, que habría allanado el camino para una segunda Nakba, de la que se culpa a Hamás. La organización habría actuado así en nombre de un objetivo mítico que, según esta opinión, se deriva de su ideología fundamentalista. Este objetivo es la liberación de Palestina por la fuerza de las armas, y sería patrimonio exclusivo de Hamás y de las corrientes islamistas. ¿Compartes esta visión?
  3. S.: Hace unos meses, un artículo informaba de un acto celebrado en 2021 en un hotel de Gaza. Era una conferencia organizada por gente independiente, pero en ella estaban presentes muchos representantes de Hamás. Había varios paneles y talleres, y ya se hablaba del retorno, de la liberación total, de lo que haremos nosotros y de lo que harán los judíos cuando Palestina esté liberada. Era una visión programática del día después, de su día después.

    Este acontecimiento fue ampliamente comentado por la prensa, incluidos por comentaristas árabes y palestinos que, considerando que Sinouar tenía un verdadero problema cognitivo, creen que se dejó llevar por una verdadera locura ligada a su fervor religioso que le impedía ver las cosas con claridad. Estas interpretaciones, que oponen tan tajantemente fe y pragmatismo político, son evidentemente muy problemáticas. La misma no se aplica a todos los demás actores que también son portadores de una ideología religiosa. El problema es atribuir siempre este acoplamiento [de lo religioso y lo político] a Hamás , como si no hubiera disociación posible.

    La otra visión que también se proyecta sobre Hamás es la de la ambigüedad permanente. Hamás dice una cosa, pero hace la contraria; reconoce las fronteras de 1967 pero en realidad quiere liberar toda Palestina. Por supuesto, una vez más, lo que parece duplicidad no es exclusivo de Hamás, sino que también concierne a los actores políticos israelíes. En este sentido, la multiplicidad de posiciones políticas es parte integrante de la lucha.

    Sinouar pertenece a una generación que vio a lo que condujeron los acuerdos de Oslo. Para él, las y los palestinos no deben negociar desde una posición de debilidad, sin nada que intercambiar. El objetivo de la lucha armada es precisamente fortalecer a la parte palestina en la negociación política, invertir la relación de fuerzas que les ha sido desfavorable durante décadas.

    1. K.: Has estudiado de cerca la política exterior de Hamás, en particular la compleja interacción entre la ideología y la búsqueda realista de intereses, que no siempre son idénticos entre las fracciones de un movimiento con muchas líneas de diferenciación, sobre todo entre el interior, en Gaza, y el exterior, basado fundamentalmente en Qatar. ¿Qué papel desempeñó esto en el posicionamiento de Hamás tras el 7 de octubre, en particular en las negociaciones indirectas con Israel en las que participaron Qatar y Egipto?
    2. S.: Es extremadamente complicado responder a esta pregunta, precisamente porque nadie dispone de fuentes fiables que nos permitan leer las posibles líneas de fractura dentro del movimiento desde el 7 de octubre. Cuando escribí mi tesis en 2011, teníamos fuentes porque las divisiones se habían expresado públicamente en la prensa. Entonces podíamos compararlas con las entrevistas realizadas a las personas implicadas, etc. Hoy, todo lo que se dice, ya sea por periodistas o por un palestino u otro, es problemático porque nada puede verificarse.

    Diría incluso que existe una tendencia sistemática a descodificar a Hamás creando una dicotomía entre un polo exterior moderado y un polo Gaza radical. Pero esta división ideológica no encaja con la geografía política. Los dirigentes de Hamás se mueven entre estas diferentes localidades y el polo de Doha está formado ahora por muchos miembros que proceden de Gaza, que no están dispuestos a regresar y que ahora pertenecen al liderazgo exterior.

    Ya no encontramos la diferencia sociológica que pudo existir en el pasado, cuando los miembros del polo exterior eran casi exclusivamente palestinos procedentes de la diáspora, como Khaled Mechaal, que creció en Kuwait. Lo que está claro, sin embargo, es que Gaza tiene ahora la sartén por el mango en la toma de decisiones, incluidas las negociaciones, y que los contactos no se han roto a pesar de la precariedad del contexto.

    Desde el punto de vista diplomático, Egipto es el intermediario clave en las negociaciones entre Israel y Hamás. Qatar ha desempeñado un papel importante en las negociaciones triangulares. Están cerca de EE UU, acoge a Hamás, Israel les necesita y ha desempeñado un papel importante en el intercambio de prisioneros y rehenes. Pero si la presión estadounidense les obliga, pueden abandonar a los dirigentes de Hamás. De hecho, se han quejado públicamente diciendo: «Se nos está imponiendo una pesada carga porque se nos pide que desempeñemos este papel, pero en los medios de comunicación se critica a Qatar, acusándonos de apoyar a Hamás cuando sólo estamos desempeñando el papel de mediadores». Creo que también están cansados de esta rutina de negociaciones infructuosas porque Israel no quieren negociar y utiliza las negociaciones para conseguir otros objetivos.

    ¿Hacia la unidad del movimiento nacional palestino?

      K.: Llegamos ahora a una cuestión que considero absolutamente central y que, sin embargo, se discute poco o nada en los medios de comunicación occidentales: la cuestión de la unidad del movimiento nacional palestino. Hace mucho tiempo se inició un proceso de debate con el objetivo de superar la fragmentación existente. ¿Cuál es la situación actual? ¿Podrías describir también el papel de las organizaciones de izquierda palestinas en este proceso?
      S.: Cuando hablamos de iniciativas de reconciliación, hay dos aspectos: el del gobierno de la Autoridad Palestina, que preocupa especialmente a las cancillerías árabes desde 2006, y el de la reconstrucción de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

    El primer aspecto consiste en superar la división y formar un gobierno de unidad nacional. Desde 2006 ha habido innumerables acuerdos entre las dos facciones palestinas y todos han fracasado por diversas razones, entre ellas la oposición de Israel. Y, sin embargo, a pesar de los repetidos fracasos, Egipto, Arabia Saudí, Qatar y Argelia han seguido manteniendo viva esta reconciliación, entre otras cosas porque los mediadores la necesitan. Hoy le toca a China celebrar el acuerdo que ha reunido a catorce facciones palestinas.

    El otro aspecto es la reforma de la OLP. Esta cuestión estaba en manos de Saleh al-Arouri, de Hamás, asesinado en Beirut el 2 de enero de este año, que mantenía muy buenas relaciones con Jibril Rajoub, disidente de Al Fatah. Gracias a estas dos personalidades, las conversaciones sobre la adhesión de Hamás y la Yihad Islámica a la OLP avanzaron considerablemente. Tras el asesinato de Salah Al-Arouri, Hussam Badran ocupó su lugar desde Qatar. Sin embargo, este nivel de interacción a nivel de liderazgo político sigue estancado porque Mahmoud Abbas se opone a él.

    También hay que mencionar otro nivel de interacción surgido tras el 7 de octubre, el de la sociedad civil. Las reuniones y debates comenzaron en el Foro Anual para Palestina celebrado en Doha en febrero de 2024. Es cierto que se trataba de una conferencia académica, pero permitió a muchos palestinos y palestinas presentes aprovechar la ocasión para reunirse al margen de la conferencia y pedir una remodelación de la OLP. Desde entonces, las y los participantes, que suman más de 1.500 personas, se reúnen regularmente, al menos de forma virtual.

    La novedad con respecto a otras iniciativas es que es multipartidista, lo que significa que no toda la gente que participa en ella comparte la misma ideología ni está afiliada a las mismas estructuras políticas. También, desde el punto de vista generacional, es bastante heterogénea, con muchas y muchos jóvenes entre. Hay investigadores, juristas, abogados, agentes económicos, palestinos de la diáspora, de todas partes. Actualmente están buscando una sede para su próxima conferencia, que debería celebrarse pronto.

    Entre las figuras clave de esta iniciativa se encuentran destacadas personalidades de la izquierda palestina, como Mouin al Taher, vinculado al Consejo Revolucionario de Al Fatah, y Moustapha al Barghouti, a quien probablemente conozcas, que es un antiguo comunista. En cuanto a las organizaciones, está claro que el FPLP ya no es tan importante como en los años setenta, pero todas las tendencias están representadas.

    Este proceso responde a una verdadera cuestión existencial: «los israelíes van a recuperar Gaza, con el pretexto de que los palestinos están divididos y que no hay interlocutor». Así que hay que despertar y crear una coalición. Sin embargo, las mismas preguntas siguen pesando en los debates: ¿debemos favorecer una coalición o un partido? Luego están todos los debates sobre el Estado.

    Como todos los partidos que tenían proyectos en torno al Estado (y la forma que debería adoptar:uno o dos Estados) han fracasado, las iniciativas tienden a pasar a un segundo plano en esta cuestión, diciendo «avanzamos como iniciativa, pero no planeamos ninguna solución». Ahora bien, ¿esto no significa decir: Avanzamos juntos, pero no estamos de acuerdo? Algunos siguen comprometidos con la solución de los dos Estados, mientras que otros favorecen una perspectiva de liberación total, la de un Estado democrático y laico.

    Así pues, esta iniciativa plantea muchos interrogantes, pero al menos tiene el mérito de abrir el debate sobre el día después, con la idea de que hay una reocupación en curso de Gaza y todavía no hay un interlocutor palestino enfrente que diga: «ustedes proyectan sobre nosotros una ocupación, con la complicidad de los regímenes árabes o de una fuerza internacional, pero nosotros existimos como pueblo palest ino».

    La resistencia palestina

      K.: El gobierno de Netanyahu prosigue su ofensiva militar genocida acordonando el territorio de Gaza y utilizando una apariencia de negociación como cortina de humo. Por otra parte, las fisuras en el seno de la sociedad y del personal político israelíes se están profundizando, con el telón de fondo de los fracasos sobre el terreno que has mencionado. Por su parte, la resistencia palestina se mantiene firme. ¿En qué podría desembocar todo esto?
      S.: Si la cuestión es saber cuánto puede durar, la respuesta es que puede durar. Biden, aunque dice que se opone a la reocupación militar de Gaza, no se enfrenta a Netanyahu. Esto quedó claramente demostrado en las negociaciones. Es un caso de manual de inversión de la realidad. El 6 de mayo, Hamás firmó un acuerdo propuesto por Egipto y Qatar bajo los auspicios de Estados Unidos, pero fue rechazado por Israel.

    Entonces, ¿qué hizo Biden? Propuso otro acuerdo con términos modificados. El nuevo texto allanaba el camino a una zona gris que permitiría a Israel continuar su agresión tras la liberación de prisioneros y rehenes en la primera fase. Anthony Blinken se pasó tres semanas intentando hacer creer al mundo que era Hamás quien se oponía al acuerdo, a pesar de que Netanyahu aún no había respondido favorablemente.

    A pesar de ello, Hamás no rechazó totalmente el acuerdo e incluso se declaró dispuesta a discutir su contenido. Los medios de comunicación contribuyeron a desplazar la carga de la responsabilidad. Así que es difícil ver cómo se puede detener la ofensiva, y los israelíes anuncian que la guerra ha llegado para quedarse.

    1. K.: ¿Hamás sigue contando Hamás con el apoyo de la población? ¿Cómo se explica esto?
      S.: Gracias por hacer esta pregunta, porque creo que hay una dimensión clave de la que todavía no hemos hablado: la popularidad de Hamás y la resistencia (sumud) de los gazatíes. Según las encuestas de la ONG independiente PCPSR [Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas], con sede en Ramala, nueve meses de masacres no han hecho mella en la popularidad de Hamás.

    Pero Israel ha intentado todo para dañar esta popularidad: desde aterrorizar a la población a matarla de hambre. Ahora intentan promover en Gaza un gobierno de tribus independientes de Hamás. Estos actores locales darían alimentos a la población, que quedaría en deuda con ellos. El reflejo natural de Israel es considerar a las y los palestinos como animales que simplemente acudirán a quienes les den comida.

    Pero las cosas no funcionan así. Si Hamás es popular, no es por su ideología o su modelo de gobierno, ni mucho menos. Incluso la gente más crítica con la experiencia de Hamás en el poder apoya al movimiento. Hay algo que Hamás ha conseguido encarnar más allá de la lógica partidista: una aspiración de liberación que la población palestina apoya incondicionalmente.

    Hay que reconocer que a veces es difícil entender esta dinámica; nos preguntamos «pero ¿cómo es posible? Han muerto más de 40.000 personas, y probablemente haya 30.000 más bajo los escombros, la Franja de Gaza está totalmente destruida, la gente se muere de hambre, ¿cómo es posible seguir adelante?” Hay que hacer un verdadero esfuerzo de descentramiento para captar este apoyo, proyectarse en otro universo para comprender lo que significa vivir bajo la ocupación.

    La otra interpretación de Hamás que plantea un problema es la que consiste en decir que «Hamás es una idea». Hemos oído esto muchas veces desde el 7 de octubre. La semana pasada, el portavoz del Ejército israelí lo repitió: «No se puede derrotar a Hamás porque Hamás es una idea». Para mí, esto es el colmo de la incomprensión, porque Hamás es cualquier cosa menos una idea.

    Es una organización política con unos 150.000 miembros y un ala militar que, como hemos visto, ha demostrado su valía en el campo de batalla. Tiene instituciones, jueces, abogados, médicos, una especie de mini-Estado que gobierna Gaza. También es una sociedad civil estructurada. Al repetir «Hamás es una idea», se intenta establecer un paralelismo con el fascismo y el nazismo: es una idea, por lo que debe ser erradicada, al igual que la sociedad alemana fue desnazificada porque había sido corrompida por este movimiento.

    En el fondo, todas estas interpretaciones equivalen a decir que por un lado está Hamás y por otro todos los demás componentes del movimiento nacional palestino. Sin embargo, basta con abrir los ojos para ver que las demás facciones armadas, así como las demás organizaciones, nacionalistas o marxistas, comparten el mismo programa, a saber, la liberación de Palestina. Por tanto, esta idea no es prerrogativa exclusiva de Hamás, en eso estamos de acuerdo.

    Stathis Kouvelakis

    Contretemps

    Traducción: viento sur

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