La gira del genocida

Jon Kokura

Pinochet

50 años del sangriento golpe de estado en Chile…

Después del golpe de septiembre 11 de 1973 pasaron casi ocho años en los que el dictador Augusto Pinochet permaneció en su país, atado en el jardín, como perro malo. Nadie en el mundo quería recibir a tan despreciable sujeto. Y mucho menos rendirle honores como jefe de estado.

Todo cambió la noche del 21 de marzo de 1980. Un avión comercial de Lan Chile, cruzaba el Océano Pacífico rumbo a la lejana Filipinas. Casi 25 horas de vuelo, con una escala técnica en las Islas Fiji.

A bordo del avión todo era euforia y optimismo ¡Por fin, un gobierno extranjero había invitado a Pinochet a una fiesta de cumpleaños!

La «hazaña diplomática» fue de Hernán Cubillos, el canciller de Pinochet. Cubillos tenía 44 años, exteniente de marina, un tipo activo y carismático.

Consiguió que Ferdinand Marcos, el dictador de Filipinas recibiera a Pinochet, esposa, hija y comitiva por cuatro días con honores de estado, cena de gala y todo.

Por eso en el avión de Lan Chile todo era una fiesta.

La prensa chilena, cómplice de la dictadura, titulaba: «Chile se abre al Asia – Pacífico».

En el avión, Lucía Hiriart, la mujer de Pinochet, hablaba de Imelda Marcos, la esposa del dictador filipino como si ya fueran grandes amigas. «Cuando Imelda visite mi país, la llevaré a conocer los lagos del sur, lo más bonito de Chile».

A la mujer de Marcos, le llevaba un presente, un juego de joyería hecho en oro y lapislázuli. (piedra preciosa que se encuentra en Chile y Afganistán)

Iban tan contentos… Faltaba media hora para llegar cuando el capitán del avión, con rostro cadavérico, se acerca a Pinochet y le susurra al oído: «General, nos prohíben ingresar al espacio aéreo filipino y al de cualquier país cercano».

Ahí se terminó la algarabía.

Desde EEUU, el presidente Jimmy Carter, le había comunicado a Ferdinand Marcos: «Presidente Marcos, usted no me recibe a nadie, si lo hace, habrá consecuencias».

Jimmy Carter se la tenía jurada a Pinochet por el atentado de septiembre de 1976 en que un comando terrorista del dictador. En Washington hizo volar por los aires el auto del excanciller de Allende, Orlando Letelier y su secretaria la estadounidense Ronni Moffit. A pocas cuadras del Capitolio.

El 23 de septiembre de 1973 Pinochet mandó a envenenar, con toxina botulínica tipo «A» a Pablo Neruda, poeta y Premio Nobel de Literatura.

En septiembre de 1974, en Buenos Aires, hizo volar por el aire el auto del General Demócrata Carlos Prat y su esposa Sofía Cuthbert, el matrimonio murió en el atentado del comando terrorista de Pinochet.

En octubre de 1975, en Roma, Pinochet envió un comando para ametrallar al político chileno en el exilio Bernardo Leighton y su esposa, Ana Fresno. Ambos sobrevivieron al atentado, pero Leighton quedó con secuelas irreversibles. La justicia italiana condenó a Pinochet y sus secuaces por el acto terrorista.

Volvamos a la gira que no fue…

-«Tenemos que regresar a Chile mi general, el problema es el combustible, Fiji, también nos ha cerrado su espacio aéreo» -le dijo el capitán del avión a Pinochet.

-«¿Y ahora que hacemos?» -preguntó Pinochet.

-«Tenemos que declarar el avión en emergencia para que en Fiji nos dejen aterrizar y cargar combustible».

-«¡Hágalo!» -contestó el dictador, pálido, como Drácula sin desayunar.

En el avión quedó la tremenda cagada, todos se encomendaban a diosito, la virgen y todos los santos.

La mujer de Pinochet culpó al canciller Cubillos y lo subió y bajó a puteadas delante de todos los presentes. Hasta la tatarabuela del canciller salió en el baile.

Cubillos se orinó en los pantalones.

Declarado «avión en emergencia» a las autoridades de las Islas Fiji no les quedó otra que dejarlo aterrizar.

La policía de Fiji rodeó el avión con fusiles de asalto.

Los custodios de Pinochet también sacaron sus armas. Todo era temor e histeria… Hernán Cubillos, que iba con su esposa, intentó bajarse en Fiji pero Pinochet le dijo: «Caballero, usted se queda en el avión».

Cargaron combustible y siguieron vuelo hasta Isla de Pascua.

En la Isla de Pascua un tembloroso canciller Cubillos llamó a su jefe inmediato el almirante Merino (miembro de la junta militar) para pedir protección.

El almirante Merino llamó a Pinochet y le dijo: «Augusto, tú a Cubillos no me lo tocás».

Así el canciller Cubillos se salvó de morir en un «accidente».

Más de 60 horas pasó Pinochet sentado en la butaca del avión. Humillado y despreciado volvió a Chile.

Bajaron de noche en el aeropuerto de Santiago de Chile, silbando bajito, para no despertar a nadie… ¿vio?

Pinochet echó a su canciller y rompió relaciones diplomáticas con Filipinas. La prensa chilena tituló sus portadas con un escueto «Ya volvió Pinochet».

En su lujosa mansión Lucía Hiriart rompió todas las revistas que había coleccionado donde salía Imelda Marcos, su amiga que nunca fue. En otra habitación su hija mayor, se probó las joyas de oro y lapislázuli que le iban a regalar a la mujer del dictador de Filipinas.

Tomado de FB

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