La fascinante rafflesia, la flor más grande del mundo que huele mal

Por Carola Frentzen (dpa)

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Una rafflesia en el Jardín Botánico «Queen Sirikit», en Tailandia. Foto: Davis-Lab/dpa

Quien en la selva del sudeste asiático alguna vez haya visto una rafflesia seguramente nunca olvidará la experiencia. Esta planta gigante roja y marrón destaca entre todo el verde como una mujer en vestido de fiesta en plena zona peatonal. Pero no huele muy bien.

Estas plantas parásitas seguramente son las más grandes del mundo y posiblemente también las que peor huelen. Con su olor, imitan la carroña, una forma muy inteligente de asegurarse la supervivencia.

Las rafflesias viven en la Tierra desde hace millones de años. Los investigadores las consideran un milagro de la evolución, mientras siguen intentando descubrir sus misterios.

En el caso de Charles Davis, botánico estadounidense del herbario de la prestigiosa Universidad de Harvard, la fascinación por esta planta perdura ya más de veinte años. «La primera vez que vi rafflesias fue en el norte de Borneo en 1995, cuando como estudiante coordinaba expediciones botánicas», explica. En aquel entonces, nunca se imaginó que alguna vez pasaría décadas estudiando estas flores.

La página web de Harvard habla de una «flor misteriosa, hermosa, que atrae a las moscas con su sorprendente olor a carne podrida». Y eso, en realidad, resume muy bien el tema.

A la rafflesia en el fondo le faltan todas las características de una flor «normal»: no tiene hojas, no tiene tallo, no tiene raíz y vive completamente como parásito anclada en su planta huésped. En general, son lianas o vides.

«Solo las flores de las rafflesias están bien desarrolladas y forman esas típicas formas gigantes que huelen a carroña», explica el experto en el sudeste asiático del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) Stefan Ziegler.

Y eso que todo ese esplendor colosal tiene poco tiempo de vida. Despues de entre tres y siete días, estas flores de hojas de varios centímetros de ancho se marchitan.

«Incluso la rafflesia más pequeña tiene aproximadamente el tamaño de un plato», escribió la «Harvard Magazine» en 2017. Pero muchas alcanzan hasta un metro de diámetro, algo casi inconcebible en el mundo de las flores.

Aún más grande es la rafflesia tuan-mudae. El récord de esta especie con sus manchas blancas semejantes a burbujas lo tiene un ejemplar en Sumatra Occidental con una flor de 107 centímetros.

El año pasado también en Sumatra un ejemplar de rafflesia tuan-mudae alcanzó un diámetro de 111 centímetros. «Pero así ya alcanzamos pronto lo físicamente posible», subraya Ziegler. «No creo que vayamos a ver flores con diámetros de entre dos y tres metros».

La zona en que viven estas plantas va desde Tailandia pasando por Filipinas hasta Malasia e Indonesia. En muchos lugares, las flores están protegidas, porque los desmontes de todo tipo, que amenazan las selvas tropicales, también amenazan a las rafflesias.

Aun cuando actualmente crecen exuberantes en algunos lugares, «la mayor amenaza es la pérdida de su hábitat, especialmente los bosques tropicales primarios», dice Davis.

Pero, ¿por qué esta planta parásita desarrolló en millones de años tal tamaño y semejante olor? El experto del WWF Ziegler explica: «Una presunción plausible es que las flores grandes también producen más polen y atraen a más moscas que trasladan el polen de las flores macho a las flores hembra». Cuanto más grande la flor y más fuerte el olor a carne podrida, más alta es la probabilidad de que sea polinizada.

La primera vez que fue documentada una rafflesia fue hace más de 200 años por el naturalista James Arnold en la selva tropical de Sumatra y se trató además de una de las más grandes especies descubiertas hasta ahora, la llamada rafflesia gigante.

Hoy en día la flor tiene ese nombre por él y por el naturalista y posterior fundador de Singapur, Sir Stamford Raffles: rafflesia arnoldii. Raffles (1781-1826) era en aquel entonces gobernador en el oeste de Sumatra.

Hasta la actualidad, estas coloridas plantas adornan sellos y billetes en el sudeste de Asia. En Indonesia, la rafflesia es una de las tres flores nacionales. «Las flores son icónicas y simbólicas de los majestuosos bosques tropicales de la región», dice Davis.

Hasta la actualidad, fueron descubiertas 40 especies y la tendencia es creciente. «Solo en Filipinas fueron descriptas en la última década más de diez nuevas especias», señala Davis.

Pero no fue hasta 2007 que su equipo logró encontrar un lugar en el árbol genealógico de la vida. De acuerdo a eso, la «rafflesia arnoldii» y sus familiares estrechos pertenecen a la familia de las euphorbiaceae, aunque casi todas las demás tienen flores pequeñas. Este grupo lo integran también la flor de Pascua, el árbol del caucho y la yuca.

Las rafflesias, en cambio, muestran un crecimiento muy rápido a lo largo de la evolución: en los últimos seis millones de años crecieron en 79 veces su tamaño original, según el estudio. Este gran crecimiento dentro de un grupo de plantas con flores en general pequeñas solo aumenta el misterio de la rafflesia, «la mayor maravilla de la flora», como escribió Davis en aquel entonces.

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