Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
Me parece que fue en 1958 cuando en Estados Unidos se empezaron a usar en el campo político electoral, especialmente en la campaña electoral de Richard Nixon. De esa experiencia electoral surgió un libro “Cómo se vende un presidente”, por parte de quienes dirigieron su campaña electoral. A partir de ese momento las figuras de los candidatos presidenciales empezaron a verse como productos de consumo ante los posibles “consumidores”, en una “sociedad de consumo”. La primera que se hizo en Costa Rica, me parece, fue la de CID Gallup de Olda María Acuña y Carlos Denton, de la campaña electoral de 1978 de Luis Alberto Monge. Su experiencia venía del Instituto de Estudios Sociales en Población, IDESPO, de la Universidad Nacional, lo que los hacía un grupo muy serio, creíble y objetivo. Desde esa época, con ellos de pioneros, en este campo, hasta hoy se han desarrollado muchos grupos encuestadores, la mayor parte para la vida comercial y productiva, que es la diaria, y para los períodos electorales nacionales que son cada cuatro años.
Las encuestas que abordan la temática política hoy atiende partidos políticos, candidatos a los diferentes puestos de elección popular, dirigentes de partidos, nacionales y de gobierno, miembros de los diferentes Poderes Públicos.
Empezaron a desarrollarse por empresas que se fueron especializando en este tipo de trabajos, algunas con mucho prestigio por la seriedad con que se hacían y por el valor real de sus resultados. Ejemplo de ello fue la encuesta que hizo Borge y Asociados, en Nicaragua, en las elecciones de 1990, cuando fue la única empresa que señalaba el triunfo de Violeta Barrios frente Daniel Ortega. También surgieron empresas mercenarias alrededor de las encuestas que se “vendían” a interesados en determinados resultados, que podían provocarse por la forma cómo se elaboraran las preguntas a investigar en los encuestados.
Hoy las empresas encuestadoras políticas se enfrentan en los escenarios de guerra que constituyen las propias campañas electorales. Así unas empresas se identifican con unos contendientes y otras con otros, perfumadas y agradables olorosamente para todos.
Participé en tres campañas electorales nacionales, 1998, 2002 y 2006. En la de 1998 tuve la experiencia de que los encuestadores excluían candidatos, a quienes colocaban en la categoría de “otros”, y al ubicarlos allí los invisibilizaban y les perjudicaban en su conocimiento de imagen que resultaba de la sola publicación de los resultados de las encuestas. En 1998 incluso fui “víctima”, de ese tipo, de una encuesta que hacía un grupo de la Universidad de Costa Rica, donde yo era profesor, y donde se esperaba la mayor neutralidad y objetividad posible, y donde me ubicaron en “otros”, siendo interrogado por un estudiante que solicitaba la intención de voto, y que yo le manifesté que iba a votar por Vladimir de la Cruz, que no aparecía en los datos de candidatos que él traía. En ese momento se preguntaba sobre los candidatos de Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, principalmente. Dichosamente, en la Universidad de Costa Rica se ha avanzado mucho y hay una gran credibilidad en quienes trabajan elaborando encuestas.
Por una colaboración que se nos dio, en la campaña de 1998, en asistencia técnica, de expertos alemanes, entendí que las empresas encuestadoras eran parte de la artillería de los partidos políticos. Igualmente que las campañas electorales ya se estaban viendo como escenarios de guerra donde se emplean todo tipo de armas, incluso haciendo una lectura electoral del libro “El arte de la guerra”, de Tsun Tzu, se elaboraban conceptos para la propaganda y comunicación política. Desde aquella época aprendí también que una encuesta mata a otra encuesta, que si sale una encuesta que disminuye presencia debía procurarse otra encuesta que elevara la presencia propia, y rebajara la contraria.
En los encuestadores, en los que elaboran las encuestas, siempre está presente el bichito subjetivo de sus propias simpatías políticas, de su historia personal y familiar, de sus antipatías también políticas. Y, está la forma de “ofrecer” las salidas de las encuestas, a los interesados en formular preguntas “pagadas”, solo para el conocimiento de quien las paga, o de pagar “toda” la encuesta, excepto aquellas que son exclusivas para un “pagador” de preguntas.
Están también las encuestas que contratan los propios partidos políticos para ellos, de manera permanente para llevar el pulso, casi diario, de la actividad política y de la imagen política del partido y del candidato. Están las Encuestas del Instituto Nacional de Estadísticas que son muy importantes y excelentes para llevarle el pulso a la vida institucional y nacional.
Las encuestas también se pagan, en lo que puede interesar a quienes contratan a las casas encuestadoras para realizarlas. Quien paga tiene derecho a establecer las preguntas y a conocer sus resultados. Dependiendo como se haga una pregunta así puede haber un resultado. En este caso, solo el que paga conoce el resultado de lo preguntado. Así las casas encuestadoras hacen, como parte de sus técnicas de encuestas, un tren, un conjunto de vagones, con diferentes temas, cada uno a preguntar, y de la misma manera se “venden”. De este modo, en el caso de partidos políticos pequeños y de precandidatos, o ya candidatos, con menos recursos, menos acceso tienen a toda la encuesta.
Hay partidos y candidatos, que por sus capacidades económicas tienen a su servicio exclusivo una casa encuestadora permanente, y llevan el pulso, técnicamente al día, del movimiento partidario, del candidato, de los temas sensibles de la población y de la agenda nacional, para saber cómo opinar o para dirigir mensajes. Los gobiernos generalmente tienen este seguimiento diario desde una Oficina que les realiza este trabajo, evaluando al Presidente, sus Ministros, los dirigentes de las instituciones públicas y de los poderes de Estado, así como a dirigentes de la oposición política, comentaristas, analistas y críticos de la situación del país, llevándole el pulso a esas críticas que se hacen de la gestión gubernativa, de las políticas públicas y de los pronunciamientos de los funcionarios públicos, y del impacto que tienen en la población, o en los sectores que se quieren evaluar y conocer.
Una encuesta mata a otra encuesta, dice el refrán técnico. En la guerra de encuestas, cuando los partidos políticos tienen sus propias casas encuestadoras, porque las contratan de manera exclusiva, se desata una guerra de desinformación de resultados, de manera que si se favorece en una encuesta a un candidato otra encuesta opuesta lo puede desfavorecer. Las encuestas son también armas y así se pueden usar en campañas electorales, sobre todo cuando los candidatos y partidos políticos “se venden” como “productos” de consumo y de alto consumo.
En las campañas políticas, cuando se han abierto los bancos nacionales y privados para facilitar créditos a los partidos, para financiar sus campañas electorales, estas instituciones se guían justamente por las encuestas que se orientan a proyectar posibles resultados electorales, con lo cual, de esa manera, solo “prestan” dinero, “dan” créditos o “adquieren” bonos de la deuda electoral, que emiten los partidos, o “compran” toda la deuda electoral como sucedió en esta campaña con uno de los partidos políticos, a los que puntean en esas encuestas y por ello aseguran que con su posible resultado puedan recuperar los dineros girados a esos partidos políticos.
Uno de los elementos que se atiza constantemente hoy, o en estos tiempos, es valorar el porcentaje de las personas que no tienen partido político, que no están definidas respecto a candidatos, con referencia también a la actitud que tienen frente a la Política, los Partidos Políticos, los candidatos presidenciales, o las elecciones mismas.
En los meses, previos a la campaña electoral, cuando aún no se han definido todos los partidos políticos ni los candidatos oficiales, que entrarán a la contienda, es natural que haya altos índices de indiferencia electoral hacia las opciones electorales, como partidos y como candidatos.
El desánimo hacia candidatos de las encuestas que llega a rondar el 70% en promedio es técnicamente igual al mismo porcentaje de hace cuatro años o de hace ocho años, o de otros períodos electorales similares, como sucedió hasta las elecciones pasadas de febrero.
Igual ha sucedido con las segundas rondas electorales, del 2002, 2014 y 2018, como está ocurriendo ahora. Lo que se mide hoy es lo que va a resultar cuando solo hay dos partidos y dos candidatos jugando. Ya no hay 25 partidos y sus candidatos, ahora solo hay dos, y entre ellos hay que decidir. Aquí se valora, en las encuestas, a los dos partidos y candidatos, pero también se valora o estudia el comportamiento de los votantes del 6 de febrero, de cómo van a votar en la próxima del 3 de abril.
Así empezó de nuevo a jugar la rueda de la fortuna de las encuestas. Los datos sobresalientes están dados sobre los dos candidatos, José María Figueres y Rodrigo Chaves, donde Chaves supera en 10%, en términos generales, y en todas las muestras de encuestas, a Figueres, porque el énfasis se ha hecho sobre los candidatos, sobre las personas, no sobre los partidos que ellos representan. Sin encuestas, es obvio, la ventaja como partido, como estructura organizativa y territorial la tiene Liberación Nacional, que ha gobernado 9 veces de 17 gobiernos que han habido desde 1953, mientras el partido de Chaves no ha tenido un solo gobierno a cargo. Con presencia en la conducción de cantones, Liberación Nacional en los últimos cuatro gobiernos, desde el 2006, 2010, 2014 y 2018 ha tenido 49 cantones bajo su dominio político, y cuatro cantones más con las presidencias municipales en manos de liberacionistas, mientras el partido de Chaves no ha tenido ni uno de los cantones bajo su dominio o gobierno porque es un partido que nació para estas elecciones nacionales. Liberación Nacional tiene Historia política, el partido de Chaves carece de historia política.
Los retos reales de Figueres y Chaves como candidatos, y como partidos, es cómo atraer a los votantes de los otros 23 partidos que participaron en febrero para que se sumen a votar por ellos el 3 de abril.
La experiencia histórica del país demuestra que quienes votaron en la primera ronda vuelven a votar en la segunda. Los que no votaron tampoco vuelven a votar, excepto en la segunda ronda del 2018 que bajó ligeramente el abstencionismo. Si en las elecciones de febrero hubo un aumento importante del abstencionismo, el reto está en las elecciones de abril de bajar ese abstencionismo. De esto también depende quien tiene más posibilidades de ganar.
Sin tradición, sin cultura y sin educación política de los partidos de apoyar a otros partidos, los electores quedan literalmente en la libertad de votar por lo que ellos consideran que es mejor para el país en el momento actual, en la elección del 3 de abril. He visto pronunciamientos en ese sentido de Eli Feinzag, de la Unidad Social Cristiana, de Fabricio Alvarado y de José María Villalta. He visto a candidatos como Rodolfo Hernández y Greivin Moya apoyando la candidatura de Figueres, y he visto votantes de los partidos Restauración Nacional y de Costa Rica Justa inscribiéndose como miembros de mesa de Chaves para la segunda ronda. De estos últimos lo que me llama la atención es que se mencionan varios miles de ciudadanos, más de 3000, que no fueron inscritos como fiscales para las elecciones de febrero, de manera que no pueden formar parte de las mesas si no estaban como fiscales en la primera ronda.
En las encuestas, en este momento, se trata de determinar cómo votaran en abril los ciudadanos que votaron por otros partidos en febrero.
Así los tufos de las actuales encuestas ahorita empiezan a aromarse, a perfumarse. Es tan solo un problema de esperar algunas semanas para ver partidos y candidatos debidamente perfumados en las encuestas y en los índices de opinión, hasta con la nota olfativa oriental del Pachuli, que como aceite tiene bondades medicinales aptas para cualquier campaña política, es antiséptico, desinfectante, antiinflamatorio, cicatrizante, regenerador celular, diurético, afrodisíaco, antidepresivo, sedante para el sistema nervioso…todo lo que necesitan los candidatos y también muchos electores por la forma como se va a llevar esta campaña que viene.
Las encuestas aunque den por ganador a uno, en la víspera de la elección, no garantiza su triunfo. En octubre del 2007, cuando se estaba definiendo el Tratado de Libre Comercio por el Referéndum, el miércoles anterior al domingo de la votación, el periódico La Nación en su primera página, a todo tamaño, publicó el resultado de una encuesta que decía que “EL NO AL TLC GANARÍA” el Referéndum, y el domingo, en la votación ganó el SI al TLC por un escaso margen. En las encuestas de las elecciones del 2014 y 2018 nadie daba por ganadores en la primera ronda a Guillermo Solís y a Carlos Alvarado, quienes terminaron imponiéndose como Presidentes. Carlos Alvarado entró de segundo a la segunda vuelta y se impuso como primero. De manera que, el segundo en este caso, Rodrigo Chaves, va encabezando todas las encuestas del 3 de abril, lo que no le garantiza aún su triunfo frente a Figueres.
La valoración de Chaves sobre las encuestas son muy optimistas. Las valoraciones de Liberación Nacional, y de su vocera Alicia Fournier, sobre las encuestas negativas hacia ellos, son muy flojas, con olor a calas. Lo que les corresponde ver internamente, porque todas las encuestas van contra ellos, es ver La Tribu que tienen dirigiendo su campaña política, su campaña publicitaria y su campaña de imagen, porque las encuestas lo que están diciendo es que no tienen buena conducción política de la campaña, ni de su candidato, y que esa Tribu no sabe bien quien es su cacique.
Las encuestas que están saliendo no me asustan aunque sí las valoro, y trato de ubicarlas en su procedencia, en quien es el “dueño” de la empresa encuestadora, y en el entorno informativo de esa empresa, cuando están ligadas a medios de comunicación social, de cualquier tipo que sean, y sobre todo en el entorno informativo comunicacional que se mueven alrededor de los candidatos Figueres y Chaves.
Las fotografías “antiguas”, en blanco y negro, hoy con un simple procedimiento en las computadoras se pueden “colorear”, y quedan bellísimas. Con las encuestas podría pasar algo parecido, de “maquillarlas” en su uso, lo que se hace con la guerra de interpretaciones de las mismas. Por supuesto que hay interpretaciones flojas y malas, que no pueden superar la realidad de lo que se define hacer comunicacionalmente que se refleja en esas encuestas, por más maquillaje y perfume que les puedan poner.
Hay que reconocer que Chaves tiene mejores asesores de comunicación, más eficaces, más directos, que su mano izquierda es mejor que la de Liberación Nacional, que pareciera manco del brazo y de la mano izquierda. No es suficiente para Liberación actuar solo con la mano derecha. A José María Figueres se le olvidó que él dijo hace algún tiempo que Liberación Nacional debía de nuevo replantearse su planteamiento social y de izquierda socialdemócrata, que no es lo que impera en La Tribu que dirige la campaña. Si sigue por ese camino puede quedarse manco de las dos manos.
El discurso populista de Chaves, su mano izquierda, es más eficaz que la mudez y la afonía social de Liberación Nacional y del mismo Figueres.