La antigua Aduana Principal

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Hace ya algún tiempo que quería escribir de la Antigua Aduana, ese bonito edificio que queda por la estación del ferrocarril al Atlántico, aunque la verdad es que no necesita mayor referencia, porque me atrevería a decir que es una de las edificaciones más conocidas en Costa Rica después del Teatro Nacional. En lo personal me trae muchos recuerdos de mi infancia y juventud, pues viví más o menos cerca, y muchos lugares en sus cercanías eran de mi entorno, como la Iglesia de Santa Teresita colindante con la aduana, pero de esto les hablaré en otra oportunidad.

El edificio de la antigua aduana principal o como se llama oficialmente ahora “Centro para las Artes y la Tecnología La Aduana”, se inauguró en 1891 y es el inmueble en una sola planta más grande de Costa Rica. El diseño es del ingeniero Lesmes Jiménez Bonefil. Posee un área de más de 4 000 m2 incluyendo la parte antigua y una ampliación de 1931. Está situado entre Calles 23 (Ismael Murillo) y 25 (Roberto Brenes Mesén), Avenidas 7 y 9. Fue construido por contrato con Minor Keith, para ser utilizada como bodega de la terminal del Ferrocarril al Atlántico. De influencia Neoclásica, en su edificación se emplearon miles de ladrillos, con pisos de losetas de piedra canteada, estructura de techos de metal de características industriales y cubierta de láminas de hierro galvanizado. Como elemento ornamental y de iluminación, resaltan los rosetones en sus fachadas. En 1931 el Gobierno estableció un contrato con doña Adela Gargollo de Jiménez para ampliar en concreto armado la bodega y construir la parte administrativa.

Hacia 1976 el inmueble dejó de funcionar como aduana de registro y prácticamente fue abandonada. Entre los años que van de 1979 a 1990 se intentó transformarla en un Centro de Bellas Artes, pero la idea no pasó de ser un mero proyecto sin financiamiento. Desde 1990 y hasta el 2003 fue ocupada por una empresa privada que organizó diversas ferias y exposiciones, de hecho muchos aún recuerdan el evento ferial que se organizaba todos los años llamado FERCORI. El Estado lo recuperó después de un pleito muy publicitado en medios, y estuvo de nuevo abandonado hasta que en la segunda administración de Oscar Arias, se retomó la idea de hacerlo un centro cultural del MCJ para eventos, además de ser la sede de la Compañía Nacional de Teatro y albergar el que se conoce como Teatro de la Aduana.

Del libro “El patrimonio histórico arquitectónico y el desarrollo urbano del distrito Carmen de la ciudad de San José, 1850-1930” de Gerardo A. Vargas y Carlos Ml. Zamora; voy a transcribir la parte relativa a la Antigua Aduana y así conocer con más detalle su historia:

La inauguración en 1890 del Ferrocarril al Atlántico, determinó finalmente la unión férrea entre San José y Limón, al mismo tiempo que consolidó la terminal capitalina en el límite sur de lo que posteriormente sería el Barrio Aranjuez. Con el servicio del ferrocarril el volumen de las exportaciones de nuestros productos agrícolas y la importación de una amplia y variada gama de mercaderías, aumentó considerablemente.

Desde 1888, el Estado previo la próxima conclusión del ferrocarril y con el objetivo de dotar a la terminal con una infraestructura mínima para los servicios de registro, bodegaje y despacho, inició la expropiación de algunos terrenos aledaños a la estación. De esta forma adquirió la propiedad conocida como «Jardín Carmiol» (vivero de plantas y flores ornamentales), perteneciente a los herederos de Joaquín Alvarado y en 1889 declaró de utilidad pública dos lotes más, cuyos dueños eran los hermanos José y Carlos Duran. Una vez que se contó con los terrenos necesarios el Gobierno ordenó el diseño de los planos y se procedió a gestionar el contrato respectivo para la construcción de una aduana central. Existió un primer contrato suscrito con Manuel V. Dengo, el cual fue traspasado a Ricardo F. Cooper y por circunstancias que desconocemos éste decidió retirar la oferta por no convenirle. En vista de lo anterior, se aceptó la propuesta presentada por Minor Cooper Keith para la erección del inmueble.

Los trabajos de construcción de la bodega se efectuaron entre 1889 y 1891, empleándose miles de ladrillos para levantar sus columnas y paredes, losetas de piedra canteada para los pisos y se colocó una estructura de hierro atornillada, de características industriales, para soportar la cubierta de láminas de hierro galvanizado. La edificación resultante poseía 17,5 metros de ancho por 160 metros de largo, con un área útil de almacenaje de 2.800 metros cuadrados aproximadamente. A esto debe añadirse el área correspondiente al patio ferroviario de descarga (costado este) y la zona de ingreso de vehículos para el retiro de las mercaderías (costado oeste), para un total de 4.200 metros cuadrados; lo cual hace que la Aduana Principal sea, por sus dimensiones, una de las mayores edificaciones que se han construido en la historia de la ciudad de San José. Con su inauguración se produjo el traslado de la Aduana Central, que se localizaba en el sitio donde actualmente se ubica la Plaza Juan Mora Fernández (Avenida 2 y Calle 3).

En su lectura arquitectónica, de influencia neoclásica, se aprecian columnas rectas y adosadas, que se enlazan unas con otras por medio de un arco, encerrando bajo cada uno de éstos un rosetón y una puerta. Resaltan por su valor ornamental los rosetones, colocados a lo largo de sus fachadas (originalmente repelladas) y que cumplían una función primordialmente de ventilación. La techumbre al prolongarse forma un alero perimetral que protege los andenes.

Al costado sur se construyó otro edificio de madera con dos plantas, de marcado estilo Victoriano y destinado a Laboratorio Químico de la Fábrica Nacional de Licores. El inmueble poseía un corredor perimetral, con una baranda de balaustres de madera. La techumbre era coronada por una crestería metálica decorativa.

En el año 1931 se firmó un contrato con la compañía de Adela Gargollo Freer de Jiménez, para la ampliación de la Aduana Principal. Las obras de concreto armado, incluían la prolongación del cañón utilizado como bodega, la construcción de otro edificio de dos niveles para las oficinas administrativas (sustituyó al laboratorio químico) y casetillas de dos plantas a ambos lados de éste destinadas al servicio de vigilancia (costado sur). A inicios de la década de 1980 la Aduana Principal dejó de funcionar y en 1990 fue entregada en concesión a la Feria Internacional de Costa Rica (FERCORI), para la realización de eventos de variada índole.

Actualmente el complejo se compone de las oficinas de la Compañía Nacional de Teatro, el Teatro de la Aduana, la Casa del Cuño, la plaza Skawak y la Antigua Aduana. Para no hacer el texto muy largo, solo voy a hablar someramente de algunos de los espacios en el complejo.

El nuevo Teatro de la Aduana “Alberto Cañas Escalante” pertenece a la Compañía Nacional de Teatro, que se acondicionó como el único de caja negra en el país con características modulares y con un cielo raso que en su totalidad contiene una parrilla para la iluminación; cuenta con 420 butacas móviles. Se le llama nuevo porque antes estuvo ubicado en la construcción que se conoce como la Casa del Cuño, parte del complejo, y ahora está ubicado en el edificio que se usaba para las oficinas administrativas de la aduana.

La plaza Skawak es un espacio destinado al disfrute al aire libre del arte y la cultura, que está ubicada donde antiguamente se encontraba un parqueo informal, en la esquina sureste del complejo. La plaza fue inaugurada en diciembre del 2017, en el marco del 25 aniversario del Centro Cultural de España (CCE). Este es el tercer espacio del CCE en Costa Rica. Skawak significa “dueños de nuestro espacio” en bribri. Este nombre implica un reconocimiento a los pueblos indígenas del país. El terreno fue donado por el Gobierno de Costa Rica en la década de los años 80, pero hasta el 2016 comenzaron las gestiones para convertirlo en un espacio para el disfrute de la cultura.

Como parte de las necesidades que generó la construcción del ferrocarril, en 1883 se construyó una bodega al lado de la nave principal del edificio, en el costado este. A partir de 1917 y hasta 1949, fue utilizada como la Casa del Cuño, pues ahí se acuñaban las monedas. Posteriormente esta tarea fue asumida por el Banco Central, y entonces siguió funcionando como bodega y se adaptó para albergar el teatro. A partir de 1987 sufrió una serie de transformaciones, en las que predominan sus paredes de vidrio que forman un cubo, los marcos de metal internos y una parte del piso de piedra. También se le agregó un segundo piso. Ahora se usa para exposiciones pequeñas, presentaciones de libros, y en algunas ocasiones cuando es necesario extender la capacidad del centro ferial (la pueden ver en la galería, con imágenes actuales y del pasado).

La siguiente es una vista de 360° del costado este de la Antigua Aduana:

Digno de destacar la escultura que está en el vestíbulo, que es una de las 50 obras que existen en el mundo de “El pensador”, del francés Auguste Rodin. La pieza fue donada por el filántropo y curador internacional Emmanuel Javogue, quien radica en el país desde hace varios años. Fue develada en el 2012. Es la quinta de una serie de 25 piezas, que llevan la firma original de Rodin. En el mundo existen 25 hechas por él en vida y 25 reproducciones certificadas. Su costo se estima en 500 mil dólares. La escultura donada mide 1,85 mt de alto por 1,47 mt de profundidad por 1 mt de ancho, y es exactamente igual que la original que está en París, Francia.

En cuanto a placas, hay solo dos. Una de la administración González Víquez 1928-1932, que tiene que ver con la ampliación que se hizo en 1931; y la otra de la administración Oscar Arias 2006-2010, cuando se restauró el edificio. Ambas están en el edificio administrativo, en el costado sur.

La galería está muy cargada, para que se puedan dar una buena idea de lo que es el edifico en todo su conjunto. Si tienen algún problema para visualizarla, se puede también ver en Facebook.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Gracias don Carlos por ayudarnos a no olvidar la historia, por dicha el Edificio de la Aduana se mantiene de pie, muy cerca de ahí, a un costado del Morazán, de lo que fuera la Biblioteca Nacional, una hermosa joya arquitectónica, lo que tenemos es un parqueo, ¡qué falta de visión de los que permitieron su demolición!

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