Ágora
Por Guido Mora
Los costarricenses estamos muy cerca del hartazgo, cansados de ocupar una posición de observadores absortos, ante el juego de diversos actores políticos -de todas las banderías-, que lejos de construir propuestas para superar las profundas crisis en que está inmerso nuestro país, pierden su tiempo disputándose un poder erosionado, ante una situación que, de no atenderse adecuadamente, podría llevarnos a tener en pocos meses una Nación en ruinas.Sin entender que lo que requerimos son menos pleitos y más soluciones, la clase política mantiene una rebatiña por imponer sus criterios, sus ideas y posiciones, aunque estas no se orienten a atender las múltiples necesidades de los más vulnerables de nuestra sociedad.
Los costarricenses todos, pero en particular los más humildes requerimos soluciones; necesitamos alternativas y estamos urgidos de posiciones y acciones qué vayan mucho más allá de la crítica majadera, de las publicaciones reiterativas y del empacho por argumentaciones que sólo satisfacen los intereses políticos de una clase, que ante los ojos de los costarricenses, está absolutamente deslegitimada y desvinculada del sentimiento popular.
La clase política, lejos de continuar en esta absurda reyerta que nos precipita al abismo, debería de estar trabajando en la construcción de una agenda que, mediante un acuerdo multipartidista posibilite, una vez superada la pandemia, emprender las acciones orientadas a superar exitosamente los enormes problemas que enfrenta nuestro país -los que generó la crisis sanitaria y los que hemos encubado por lustros en nuestra sociedad-.
Algunos de los problemas que nos preocupan como sociedad y que deberían de urgir la búsqueda de alternativas a la clase política, -que en su discurso dice preocuparse por los más necesitados-; sobre los que se deberían promover acuerdos multipartidistas, para ser atendidos de manera urgente y prioritaria son:
El desarrollo de mecanismos novedosos que permitan financiar y sostener el estado de bienestar con recursos frescos, ante la reducción de los ingresos del Estado, por la contracción de la economía. No podemos permitir que se debiliten las acciones estatales en la atención de los más vulnerables de la sociedad.
Particular atención merece en este sentido la Caja Costarricense de Seguro Social, cuyo financiamiento es indispensable para evitar la desprotección sanitaria de miles de costarricenses de todas las edades y de los diversos sectores sociales. Esta es una herencia que nos ha hecho diferentes en el concierto de las Naciones y cuyo mantenimiento y fortalecimiento, debe de convertirse en un compromiso con las futuras generaciones.
Urge discutir sobre la calidad de la educación costarricense, que padece de un profundo deterioro, evidente en las capacidades de miles de costarricenses -educadores y educandos-, quienes muestran la mediocridad en sus procesos lógicos y en el manejo de conocimientos. Esta es dura realidad constatada en los resultados de las pruebas Pisa. Es impostergable llegar a acuerdos sobre la reorientación del proceso formativo y educativo, de manera que posibilite la vinculación exitosa de nuestros jóvenes a la economía de la Cuarta Revolución Industrial. Los ejercicios de prospección laboral y los esfuerzos por superar los problemas de un sistema educativo mediocre deben constituirse en una meta a corto y mediano plazo.
Urge determinar cuáles son las formas para profundizar no solo la democracia política sino también la democracia económica y combatir la desigualdad y la inequidad, que tanto daño han hecho a nuestra sociedad.
Es indispensable comenzar a hablar de los mecanismos que nos permitan luchar contra el narcotráfico, una peste que está invadiendo a todos los grupos sociales de nuestro país y que es peor que la pandemia del Covid-19.
Es de estos y otros temas medulares para el futuro del país, sobre los que la clase política debería estar dialogando.
Participo en algunos grupos, converso con muchas personas, todos expresan su preocupación sobre la situación social, política y económica que enfrenta nuestro país, sin embargo, esas conversaciones pocas veces se concretan en propuestas.
Hoy más que críticas vacías, más que publicaciones mordaces y de mala fe, más que la intención de generar escándalos mediáticos, este país lo que necesita son propuestas, opciones y soluciones. Evidentemente es más fácil destruir con mala fe, que proponer y construir las alternativas que permitan diseñar un futuro promisorio para las generaciones por venir.
Llegó el momento de que los partidos políticos, por encima de las miserias programáticas que nos han mostrado los últimos años, comiencen a pensar en el futuro del país y se ocupen de fraguar los mecanismos para qué entre todos, saquemos a Costa Rica de las profundas crisis que nos embargan.
Esto es lo que está reclamando la ciudadanía: un liderazgo que construya, un liderazgo que proponga, porque para destruir ya tenemos a quienes lo hacen todos los días, publicando comentarios negativos, medias verdades y mentiras en medios de comunicación y en redes sociales.
* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.