Juan Rafael Mora

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Sin lugar a dudas, Juan Rafael Mora es el costarricense más ilustre y el Héroe Nacional de todos los tiempos. No obstante, hace 162 años fue fusilado en Puntarenas. Triste y trágica contradicción de la historia y de la condición humana subyacente en todas las sociedades, desde el principio de los tiempos.

No viene al caso, tantos años después, analizar quiénes lo fusilaron y cuáles intereses económicos, sociales y políticos lo hicieron. La historia de los pueblos se construye sobre lo extraordinario y no sobre las bajezas de los hombres.

Además, eso es parte del pasado, aunque las mismas contradicciones de aquel año 1860 hayan seguido manifestándose a lo largo de nuestra historia y hasta el presente. Lo importante y lo fundamental es que siempre vivan y luchen muchos Juan Rafael Mora, dispuestos a enfrentar todas las adversidades y el poder de los poderosos, para hacer siempre de Costa Rica un país digno y justo, soberano e independiente y en control de su propio destino. Mientras ese espíritu auténticamente patriótico prevalezca, tendremos por siempre una Costa Rica de la que sentirnos orgullosos, como hijos y herederos que somos de una extraordinaria y gran historia nacional.

La Campaña Nacional de 1856 no tiene nada que envidiarle a las heroicas batallas de Simón Bolívar para liberar a los pueblos del sur del reino de España. Se inspira en los mismos valores y, aún más, se fundamenta en un espíritu superior, porque enfrentó y derrotó a la esclavitud como sistema de vida y ambición de anexar a los pueblos de Centroamérica a los Estados del Sur de la Unión Americana. Ese es el valor histórico de la Campaña Nacional de 1856 y de aquella batalla definitiva de Rivas, en que se derrotó a los filibusteros.

Ahí, en esos días de gloria y aún en medio de la epidemia de cólera que acabó con el 10% de la población costarricense, Costa Rica se hizo país y asumió su propio destino. Juan Rafael Mora es el Héroe Nacional y el Libertador al que le debemos esa página gloriosa de la historia nacional, como ejemplo eterno de auténtico patriotismo y de unos valores esenciales al “ser costarricense”, cuyos orígenes se remontan a ese ejército de humildes y valientes campesinos.

A la Academia Morista y al periodista y actual embajador en Australia, Armando Vargas, las actuales generaciones le debemos la revalorización y actualización de la figura extraordinaria, progresista y combativa de Juan Rafael Mora. Hay que darles las gracias, porque los poderosos intereses que lo fusilaron en 1860 también se empeñaron en disminuir su valor trascendental y fundacional en la historia de Costa Rica, como Libertador y Héroe Nacional.

Celebro que el Consejo de Gobierno y los señores Diputados de la Asamblea Legislativa se reúnan en Puntarenas para rendir tributo y honor patriótico a Juan Rafael Mora y a su leal compañero de causa: el general José María Cañas.

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