Javier Milei y Rodrigo Chaves

Iván A. Villalobos-Alpízar

Milei

Entre el Presidente argentino, y el nuestro, existen más semejanzas que diferencias. La diferencia principal es que Mitei tiene ideología y bilis, y el nuestro solo la última. Esto hace, claramente, más peligroso a Milei.

Ayer fue tumbada su mega-ley estrella, que abarcaba las más diversas áreas de la vida político-social argentina, desde lo ambiental a lo laboral. La reacción de Milei, desde Israel -en una visita innecesaria, problemática y polémica, que puede enemistar a los argentinos con el mundo árabe-musulmán, en todo caso cerrarles puertas económicas- al enterarse del duro revés del que algunos califican como un gobierno de improvisados (otra semejanza con el gobierno de Rodri) fue twitear desde Israel un mensaje en tono vengativo y populista: Avanzaremos con y sin ustedes, con o sin la ‘casta’. De paso, Milei se enemista con los gobernadores de provincia, y sus allegados prometen venganza: «Nos traicionaron» (algo también muy en el tono del dúo Pili-Rodri).

Sugiere Milei que él representa a «EL PUEBLO», olvidando con gran parte de los votos que los argentinos le endorsaron en el balotaje, un movimiento de confianza pura y motivado en buena medida por hastío con la clase política (un voto fundamentalmente «bronca»), es un voto PRESTADO, frágil, pegado con mocos… Peor aún, se pelea con la «oposición blanda» con la que puede construir acuerdos PARCIALES, actitud aún más absurda al tener minoría en las dos cámaras.

La estrategia de Milei es, según él, gobernar por DNU’s (decretos nacionales de urgencia), o pleblescitos, ambos mecanismos propios de un gobernante que quema puentes en nombre de su lucha contra los MALOS. No solo eso: son mecanismos, en el caso del segundo, no vinculantes y que cuestan mucho dinero para un país en principio «quebrado».

En esto, y en su visita innecesaria a Israel -con la promesa de trasladar la capital a Jerusalén-, Milei demuestra que tiene más bilis que ideología, pues se trata de acciones claramente a contracorriente de principios liberal/libertarios.

Es el tipo de hombre para quien SU manera, sus prejuicios y antipatías, son más importantes que cualquier cosa, dispuesto a quemar la casa y damnificar a toda una nación.

Fiat iustitia, pereat mundo… es el credo básico de Milei: ¡Hágase justicia aunque perezca el mundo! De sobra está decir que se trata de su idea de «justicia», siempre relativa como toda idea, toda ideología y toda medida económica, relatividad que exige de los seres humanos viviendo en sociedad, y sobre todo en puestos de poder, prudencia, mesura y ponderación.

Cualidades que ni Milei ni nuestro Chaves tienen, con la ventaja de que Chaves es una figura más mediocre en todos los aspectos, mediocridad que en este caso, tratándose de un gobernante con esas características, se torna virtud y seguro.

¡Viva, pues, la MEDIOCRIDAD, carajo!

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dpa

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