Guadi Calvo
Convengamos que el mundo que le dejó Joe Biden a Donald Trump no era gran cosa. Por lo que el gran jefe se ve obligado a aplicar todas las técnicas de vendedor de autos usados, para que se lo vea como no es.
Llegó alardeando con que iba a resolver el entredicho entre Ucrania y Rusia, incluso antes de asumir, cosa de la que al parecer no se enteró el presidente Vladimir Putin, porque a poco más de seis meses del veinte de enero, la cuestión sigue incontrolable, o mejor dicho, a punto de ser controlada absolutamente por los rusos, con lo que todavía los analistas de la Casablanca no se ponen de acuerdo en si eso es bueno o es malo.
Respecto a Gaza, pasa lo que pasa siempre desde que Israel dejó de ser una lancha patrullera estadounidense en Medio Oriente y convirtió a Estados Unidos en su portaaviones en medio del mundo. Lo que le permite sin ningún pudor recrear en Gaza un parque temático para que la humanidad no olvide Auschwitz.
En estos tiempos en que, con un simple celular, cualquiera puede aspirar al momento decisivo de Robert Capa, a poco de cumplirse dos años del comienzo de lo que algunos hipócritas llamaron la guerra contra Hamas, y otros desde siempre supimos que no era otra cosa que la solución final a la cuestión palestina, miles de fotografías que se filtraron en las redes sociales han obligado, apenas unos días atrás, a la gran prensa internacional a descubrir la verdad.
Transmitido en horario central, le ha estallado al mundo un genocidio en la cara y los líderes europeos (aquí las carcajadas por el ocurrente oxímoron) para no disgustar más a sus electorados barra financiadores, hacen que se mosquean y dicen “ya basta”. Lo que Netanyahu acaba de acatar, como siempre, por un rato. Suficiente para engrasar las correderas de sus armas.
Pero los verdaderos dolores de cabeza de Trump no son ni Ucrania ni Gaza, sino uno y bastante grande: China, y allí va…
Con precisión suiza, el Departamento de Estado ejecuta desde hace unos cuatro años el minado de la extensa frontera sur de China, donde tiene multimillonarias y vitales inversiones, fundamentalmente en recursos claves para su economía como son el petróleo y el gas transportado ya no solo por ductos, sino por las rutas y las líneas férreas que ellos han financiado.
El golpe de Estado en Birmania de febrero del 2021, y la guerra civil que se inicia pocos meses después, en la que declaran a la junta militar una veintena de grupos armados etno-regionales. No solo desangran a Birmania, sino también a las multimillonarias inversiones chinas. Abriendo la oportunidad para que Washington comience a incendiar las fronteras chinas.
A esto le siguió en abril de 2022 la caída del Primer Ministro, Imran Khan, el principal líder político de Pakistán, quien prefirió alejarse de los Estados Unidos para profundizar relaciones con China y Rusia. Hoy Khan se encuentra condenado por corrupción, en prisión domiciliaria e inhabilitado para ocupar cargos públicos de por vida. Cualquier semejanza con lo que sucede con otra líder de la resistencia del sur global en la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, no es casualidad.
A Khan, le sigue por los mismos pecados, en agosto del año pasado la primera ministra de Bangladesh, Sheik Hasina, con la instauración de un gobierno que se está dedicando a desarmar la influencia de Beijing en Daca, abriéndose una vez más a Washington.
El próximo paso para continuar con el incendio es la guerra que estalló entre Tailandia (pronorteamericana) y Camboya, ciertamente influenciada por China; aunque ya lanzadas, ambas naciones reaccionaron al pedido de Trump de un alto el fuego, que probablemente tenga mucho que ver con los cambios de planes que obligatoriamente tendrán que plantearse los Estados Unidos, tras lograr el acuerdo de sumisión y vasallaje que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, acaba de perpetrar con Donald Trump.
La pax americana
Después que el presidente Trump, llamará durante el fin de semana a los líderes de Tailandia y Camboya para que resolvieran sus controversias bajo pena que de no acceder a ellos no concluiría acuerdos comerciales.
Prontamente, las partes acordaron en una cumbre realizada en Malasia un alto el fuego a partir de la medianoche del lunes veintiocho, terminado con cinco días de combates, que no alcanzó una cincuentena de muertos, pero sí el desplazamiento de cerca de doscientas mil personas, por la intensificación del fuego de artillería y los ataques aéreos por parte de la aviación thai, a lo largo de los más de ochocientos kilómetros de frontera. Los que estuvieron a punto de derivar en una escalada que podría haber precipitado a toda la región a una guerra total. Ahora las partes se han comprometido a “un alto el fuego inmediato e incondicional a partir de la medianoche del lunes y encauzar las conversaciones directas”. La cuestión solo ha quedado entre paréntesis, pudiéndose activar según las necesidades políticas de Washington.
Ya que este rápido éxito en el sudeste asiático de Trump, sin duda, se conecta con la necesidad de replantear sus políticas contra China y Rusia, tras el gigantesco logro que se acaba de adjudicar, y lo deja frente a la posibilidad de convertir a la Unión Europea en algo así como un Estado Libre Asociado, sin muchos más derechos que Puerto Rico, a partir de acuerdos comerciales que el lunes acató von der Leyen. Que, entre otras cosas, compromete a Europa a comprar por valor de setecientos cincuenta mil millones de dólares exportaciones energéticas norteamericanas, además de invertir otros seiscientos mil millones de dólares en diversos rubros de la economía norteamericana, aunque la mayor parte está destinada a la compra de armamento. A cambio, Trump “cede” en no aplicar sus draconianos aranceles prometidos para antes del primero de agosto.
El crítico estado de la economía de la UE es consecuencia absoluta de las torpes políticas guerreristas que a instancias del Pentágono tomó Europa tras la operación especial rusa en Ucrania de febrero de 2022. Con lo que únicamente lograron comprar tiempo antes de que Kiev se rinda, y los europeos se enteren de que sus recursos se fueron por el wáter, junto al estado de bienestar. Además de solidificar la economía rusa y reconfirmar al presidente Vladimir Putin como el zar de todas las Rusias.
Europa mantenía una intensa actividad comercial con Rusia, que la proveía de gas y petróleo, hasta que a instancia de Washington comenzó a coquetear con la posibilidad del ingreso de Ucrania a la OTAN, lo que todos sabían que era la línea de no retorno para Moscú.
Una vez conquistada Europa, Trump necesitará reafirmar la preeminencia sobre Canadá y México, extorsionando a ambos con el quita y pon de los aranceles, lo que ha convertido en un arma disuasoria todoterreno. Eso mismo ya está implementado de manera más agresiva con Brasil, en una escalada diplomática que lo ha llevado a revocar las visas a los jueces que investigan a Jair Bolsonaro, por su intento golpista. En Brasil, Trump librará su gran batalla para expulsar la influencia comercial china e iniciar una vez más un ciclo de predominio absoluto, obligando al resto de los países latinoamericanos a subordinarse.
Respecto a la Argentina ya prácticamente derrotada, en lo que pareció ser un mensaje subliminal a jamoncito Milei, le ordena: Lámelas. El cubano-norteamericano, quien será su embajador, quien llega para armar una ofensiva contra la oposición, enviar a la presidenta Kirchner a una prisión común, controlar a los gobernadores peronistas.
Una vez ordenados los patios traseros de América y Europa, tendrá las manos libres para atacar los BRICS, que no paran de expandirse y en lo comercial son una amenaza verdaderamente temible.
De fracasar ante su embestida contra los BRICS, a Washington le sobran recursos para continuar ensuciando el chiquero. Más sanciones contra Rusia, alentar a Pakistán a agitar la cuestión con Cachemira, más allá de las afinidades “filosóficas” con Narendra Modi; imponer aranceles del cien por ciento a China y reactivar los conflictos Thai-Camboya, en Taiwán y en el Mar de China, donde nunca faltan las provocaciones de la armada norteamericana y la de Filipinas.
Nunca hay garantías de éxito para un plan enloquecedor como ese, pero sin duda ya está intentando la creación de un mundo, según Trump.