PILARES DE LA CREACIÓN │ NASA, 1995
El telescopio espacial Hubble estuvo a punto de no llegar a buen puerto. Lanzado al espacio en 1990 a bordo del transbordador espacial Discovery, se había excedido el presupuesto, llevaba años de retraso y, cuando finalmente alcanzó la órbita, tenía problemas de visión, ya que su espejo de 2,4 metros estaba distorsionado como consecuencia de un defecto de fabricación. No fue hasta 1993 cuando una misión de reparación puso en funcionamiento el Hubble. Finalmente, el 1 de abril de 1995, el telescopio cumplió su cometido y capturó una imagen del universo tan nítida y profunda que se ha dado en llamar Pilares de la Creación. Lo que fotografió el Hubble es la Nebulosa del Águila, una zona de formación estelar situada a 6500 años luz de la Tierra, en la constelación Serpens Cauda. Las grandes chimeneas son vastas nubes de polvo interestelar, moldeadas por los vientos de alta energía que soplan desde las estrellas cercanas (la parte negra de la parte superior derecha es el resultado de la ampliación de una de las cuatro cámaras del Hubble). Pero la ciencia de los pilares ha sido la parte menos importante de su significado. Tanto la rareza como la enormidad de la formación —los pilares tienen 5 años luz de largo, o 48 billones de kilómetros— han causado asombro, emoción y humildad a partes iguales. Una imagen logró lo que mil simposios de astronomía nunca pudieron.
Basado en un especial de la revista Time