MASACRE DE MUNICH │ Kurt Strumpf, 1972
LOS JUEGOS OLÍMPICOS celebran lo mejor de la humanidad, y en 1972 Alemania los acogió para exaltar a sus atletas, promocionar su democracia y purgar el hedor de los Juegos de Adolf Hitler de 1936. Los alemanes los llamaron «los Juegos de la paz y la alegría», y como recordó el esgrimista israelí Dan Alon: «Participar en la ceremonia inaugural, sólo 36 años después de Berlín, fue uno de los momentos más hermosos de mi vida». La seguridad fue laxa para proyectar la sensación de armonía. Desgraciadamente, esto facilitó que el 5 de septiembre ocho miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro asaltaran el edificio de la Villa Olímpica de Múnich que albergaba a los olímpicos israelíes. Armados con granadas y fusiles de asalto, los terroristas mataron a dos miembros del equipo, tomaron nueve rehenes y exigieron la liberación de 234 de sus compatriotas encarcelados. Las 21 horas de toma de rehenes ofrecieron al mundo la primera ventana abierta al terrorismo, y 900 millones de personas lo sintonizaron. Durante el asedio, uno de los septembristas negros salió al balcón del apartamento. Mientras lo hacía, el fotógrafo de Associated Press Kurt Strumpf congeló esta imagen inquietante, la mirada sin rostro del terror. Mientras los palestinos intentaban huir, los francotiradores alemanes intentaron abatirlos, y los palestinos mataron a los rehenes y a un policía. La ya tensa relación árabe-israelí se agravó aún más, y el asedio provocó ataques de represalia contra bases palestinas. La foto de Strumpf de ese espectro con los ojos recortados es un recordatorio aleccionador de cómo todos nos vimos disminuidos cuando el mundo se dio cuenta de que nada era seguro.
Basado en un especial de la revista Time