HITLER EN UN RALLY DEL PARTIDO NAZI │ Heinrich Hoffmann, 1934
EL ESPECTÁCULO ERA COMO EL oxígeno para los nazis, y Heinrich Hoffmann desempeñó un papel decisivo en la puesta en escena del creciente alarde de poder de Hitler. Hoffmann, que se unió al partido en 1920 y se convirtió en el fotógrafo personal y confidente de Hitler, se encargó de coreografiar los carnavales propagandísticos del régimen y de venderlos a un público alemán herido. En ningún lugar lo hizo mejor que el 30 de septiembre de 1934, en su foto rígidamente simétrica del Festival de la Cosecha de Bückeberg, donde el mefistofélico Führer se pavonea en el centro de una gran fantasía wagneriana de tropas adoradoras e hirvientes. Al capturar ésta y otras muchas extravagancias, Hoffmann, que tomó más de dos millones de fotos de su jefe, alimentó la vasta maquinaria propagandística del régimen y difundió su sueño demoníaco. Esas imágenes eran omnipresentes en el Reich de Hitler, que utilizó con astucia las fotos de Hoffmann, los gráficos descarnados de las pancartas nazis y las películas de Leni Riefenstahl para hacer que el arianismo pareciera digno de culto divino. Humillada por la Primera Guerra Mundial, el castigo de las reparaciones y la Gran Depresión, una nación ansiosa por recuperar su sentido de sí misma se sintió atraída por el rostro de Hitler y sus hombres aparentemente invencibles, deseosos de corregir los errores. La experta propaganda de Hoffmann es un testimonio del poder de la fotografía para conmover a las naciones y sumir al mundo en la guerra.
Basado en un especial de la revista Time