Crónicas interculturales
Por Remy Leroux Monet
En una reunión amistosa en mi apartamento en París con costarricenses trabajando ahí en la Embajada de Costa Rica, un buen día, mientras saboreábamos una copa de champagne, la conversación giró alrededor de las tradiciones que se pierden y que se van transformando poco a poco en mero folklore y souvenirs a menudo.
Es el caso, lancé yo, de los zuecos que ya casi ninguna holandesa ni ningún holandés está usando.
– ¿Cómo eso de los holandeses?, me dijeron todas y todos casi en coro?
– Claro. Los zuecos son un tipo de zapatos tradicionales de madera que usan las y los holandeses. Para luchar contra el frío, se solía además rellenarlos con paja seca.
Y de inmediato fui a buscar en mi viejo trinchante de la sala un par de zuecos que traje de souvenirs de un viaje reciente a Amsterdam. Eran de porcelana fina, medían unos 8 cm y lucían el famoso color azul de Delft.
– Creía que los zuecos eran de los vikingos, de Suecia, dijo alguien.
De repente, me cayó la peseta. Entendí que mis comensales estaban confundiendo zuecos y suecos… Había olvidado que en Costa Rica y más allá en América Latina no se distingue la “s” de la “z”, lo que sí se da en el idioma castellano de España, él que me enseñaron.
Tenía que justificarme.
Me dio una pena monumental pero ¿qué podía hacer ahora? Ya había metido la pata. Yo, el extranjero, estaba dando lecciones de ortografía a nacionales costarricenses. Y ¡no a cualquier tico! Era nada más y nada menos que el equipo de la Embajada…
Entonces consulté mi copia del Diccionario de la Real Academia Española cuidadosamente guardada en mi biblioteca para comprobarles las cosas.
Evidentemente, yo tenía razón. Mis invitados me aplaudieron.
Y brindamos todos con otra copa de champagne para celebrar mi victoria lingüística.
Tengo que confesar que después de ese día yo repetí maliciosamente la pregunta ortográfica a otros públicos costarricenses. Casi siempre gané…
– Remy Leroux Monet, ciudadano francés, visitó por primera vez Costa Rica en 1978, y desde entonces no se ha separado nunca de nuestro país. En 1993 migró definitivamente. Siendo un atento observador de su entorno, tiene por afición resaltar diferencias entre sus dos países, el de nacimiento y el de adopción.