Guerra en Ucrania: interregno y choque de civilizaciones

Mauricio Ramírez Núñez

Mauricio Ramírez

Mucha es el agua que ha pasado debajo del puente respecto a la guerra en Ucrania. Los medios de comunicación y la academia occidentales han jugado un rol muy importante en la guerra híbrida desarrollada abiertamente contra uno de los bandos en conflicto. Nada de esto es de sorprenderse en una coyuntura compleja y donde hay tanto en juego para toda la humanidad. Son circunstancias que sin duda, ponen en jaque el porvenir de todos los seres humanos, algo que de ninguna manera se puede celebrar, pero sí intentar comprender.

El gran contexto en el cual se desarrolla este conflicto tiene que ver directamente con el actual interregno que vive el Sistema Internacional, donde se está ante la presencia de la transición de un orden unipolar hegemónico y liberal de Posguerra Fría, liderado tanto por EEUU y Europa Occidental, hacia uno que no termina de definirse por completo pero apunta hacia uno de carácter multipolar, donde están emergiendo nuevos centros de poder e influencia, especialmente en Asia, que miran en otras direcciones ya que tienen un pensamiento estratégico disociado de la vieja y gastada hegemonía occidental. Dichos esfuerzos son liderados desde hace varios años por La República Popular China y La Federación Rusa, principalmente.

Esto es algo que no ha nacido de la noche a la mañana y se requiere de un gran recuento de hechos para explicarlo con profundidad. No obstante, detrás de esos esfuerzos por poner en cuestión el viejo orden mundial, existen toda una serie de países que miran en esa nueva propuesta de arquitectura del orden internacional una oportunidad muy valiosa para hacer valer sus intereses y trabajar por el desarrollo de sus pueblos, sin la necesidad de pasar por aquel inconveniente de tener que pedir permiso a ciertos países (a través de organismos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo) para definir su propio modelo de desarrollo según sus propias necesidades y características. Podemos afirmar entonces, que la multipolaridad es una oportunidad para las naciones de construir políticas más soberanas, con visión y prácticas propias.

No en vano en occidente se habla con fuerza y preocupación de un desacople global o un proceso de desglobalización en curso. Incluso se habla mucho de la crisis del multilateralismo, que en realidad no es más que la crisis manifiesta de la hegemonía anglosajona, que después de la Segunda Guerra Mundial construyó un orden a imagen y semejanza de sus intereses. Ese es el mundo que hace aguas hoy, el de Bretton Woods y aquel liberalismo añejo. Pero el multilateralismo de ninguna manera puede reducirse a eso, y mucho menos afirmar que está a punto de morir porque no es así. Si miramos a Asia por ejemplo, existen ejemplos de multilateralismo muy fuertes y estables que no están en crisis, al contrario, se fortalecen cada día, ese es el caso de La Asociación de Nacionaes de Asia Suroriental (ASEAN, por sus siglas en inglés) solo por mencionar uno de ellos.

Como todo parto, el dolor, la angustia y la incertidumbre son parte inherente del proceso de nacimiento de un nuevo ser que viene a la vida. Lo mismo sucede con toda época histórica que termina su ciclo y abre espacio para que una nueva se constituya como una etapa cualitativamente distinta que marca cambios importantes en la historia y la estructura del poder global. Nunca ha sido diferente y nunca la será. La transición iniciada de la unipolaridad de tinte liberal hacia la multipolaridad de carácterísticas más realistas y pragmáticas ha estado marcada y lo seguirá estando, por situaciones de tensión extrema como las vividas hasta hoy después de casi diez meses de conflicto entre Rusia y Ucrania. En algunas ocasiones con fenómenos militares, en otras con más sanciones económicas, desestabilizaciones internas, provocaciones diplomáticas y juegos de suma cero, donde todos aquellos jugadores importantes con intereses claros mueven sus fichas en ese gran tablero mundial.

El presidente Vladimir Putin tiene todo este panorama muy claro, así como el rol que está jugando en todo este devenir histórico. El pasado mes de octubre se llevó a cabo el tradicional Foro Internacional de Discusiones de Valdái y el líder ruso planteó su punto de vista sobre la situación mundial. Fue contundente al afirmar que: “El mundo unipolar se va. Estamos ante un hito histórico. Se avecina la década más peligrosa, imprevisible y a la vez importante desde el final de la SGM. Occidente es incapaz de gobernar por sí solo a la humanidad, pero lo intenta desesperadamente. Y la mayoría de los pueblos del mundo ya no están dispuestos a soportarlo. Esta es la principal contradicción de la nueva era”.

Ahora bien, entendiendo el gran contexto en que se desarrolla esta guerra en Europa (nuevamente), es importante romper algunos mitos expuestos por los medios de comunicación y la propaganda de guerra occidental sobre el conflicto. Varios son los expertos que han afirmado que Ucrania ha perdido la guerra, pero que las posibilidades de una escalada nuclear son reales. Mientras tanto, en nuestros países nos dicen que es Rusia la que está prácticamente derrotada y al borde del colapso interno.

Nada más alejado de la realidad que eso, veamos por qué. No solo económicamente están mejor que en febrero pasado, sino que su territorio sigue intacto y muy bien protegido, a diferencia del ucraniano, lo cual muestra claramente una realidad muy concreta. Pero si aún quedan dudas, basta con escuchar a los expertos en temas militares para ver con mayor realismo la situación y dejar de lado las voces propagandísticas que nos llenan los oídos de noticias falsas y análisis sesgados al respecto. La facultad de ciencias jurídicas, económicas y sociales de la Universidad Católica de Valencia en España ha realizado un ciclo de conferencias con militares para analizar el conflicto en Ucrania y éstos no se aventuran a afirmar que Rusia haya perdido la guerra.

El Teniente General Francisco Gan Pampols a dicho recientemente en una entrevista que: “soy pesimista, la idea de que Ucrania va a ganar a Rusia expulsándola de su territorio creo que es irreal”. Y es que, en una de esas conferencias de la Universidad Católica de Valencia, el teniente ha explicado objetivamente sus razones a partir de un análisis técnico sobre los objetivos planteados por el Kremlin en esta operación militar, los cuales muestran con hechos la realidad de la situación. Dice el teniente que el objetivo político de Putin es atraer a Ucrania a la órbita política y económica rusa impidiendo su acceso a la OTAN y alejándola de la UE. Algo que aún sigue en marcha y está por verse, no obstante, los objetivos estratégicos de la operación marcan una ventaja rusa.

Siguiendo el análisis de este especialista, dice que el objetivo estratégico de Rusia ha sido debilitar política y económicamente a Ucrania, negar su salida al mar negro y dividirla territorialmente. Los acontecimientos de los últimos meses sumado a la anexión de los territorios del Donbáss son prueba inequívoca del cumplimiento militar de este objetivo. Por otro lado, están los objetivos operacionales de Rusia, que son específicos y de corto plazo a nivel operativo, abordan un aspecto de los objetivos estratégicos y son estructurados, trabajan acciones por áreas concretas. De estos no nos hablan los medios, pero los podemos describir a continuación: degradar la capacidad militar del enemigo, degradar los centros productores y energéticos, así como la infraestructura militar del enemigo y controlar las vías de comunicación más importantes.

Por su parte, los objetivos tácticos son las acciones concretas que abren paso a la consecución de los anteriores mencionados. En el caso de la operación militar rusa, estos han sido según el experto: destruir los centros de mando enemigos, sus cuarteles generales, bloquear las comunicaciones y destruir los depósitos de munición enemiga. La pregunta que cabe hacerse de inmediato es: ¿Ha sufrido Rusia algún tipo de daño de la magnitud de los objetivos mencionados, por parte de Ucrania? ¿Quién realmente está desde este punto de vista técnico logrando alcanzar sus objetivos estratégicos superiores: Rusia o Ucrania? Aquí ya no estamos hablando de un tema ideológico, de preferencias ni mucho menos, en una situación de guerra real como la presente, el tema es la capacidad de supervivencia, estrategia, capacidad operativa y soberanía de las partes involucradas.

Afirmar que Ucrania va ganando o pueda ganar en las condiciones que se encuentra es muy difícil de creer, a pesar de toda la ayuda que ha recibido abiertamente de EEUU y otros países europeos que han seguido al pie de la letra el libreto de Washington. De ahí lo simbólico del conflicto y todo lo que representa, porque va más allá de Ucrania, éste es solo el escenario donde se miden las fuerzas apegadas a un viejo orden y aquellas que lo cuestionan y se resisten a seguirlo aceptando. En ese sentido, como afirma el filósofo surcoreano Byung Chul-Han, este conflicto puede entenderse como un problema filosófico, y yo le agrego, como un verdadero choque de civilizaciones en su más amplio sentido: la civilización occidental globalista liberal de izquierda y derecha, contra la civilización euroasiática, tradicional, conservadora y ortodoxa.

Pensar la coyuntura de esta manera es una forma de entender desde otras ópticas lo que sucede y de valorar con otro tipo de criterios la (des)información con que nos invaden todos los días respecto a este tema. Es importante reflexionar con calma y cabeza fría sobre los acontecimientos, porque en definitiva, el mundo que vendrá después de esta guerra traerá nuevas inquietudes políticas, militares y económicas para todas las naciones en una época de colapso ecológico y social global frente al cual aún no tenemos una solución real ni compartida. Estamos ante la presencia de un doble riesgo ontológico, uno nuclear y otro ambiental, no podemos volver a lo viejo ni regresar por el mismo camino, nos corresponde construir lo nuevo, pensar lo imposible y recuperar la senda del diálogo y la Paz.

Académico

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