El Oráculo de Delfos
Los ciudadanos de la antigua Grecia recurren a intermediarios místicos para comunicarse con el dios Apolo.
SITUADA EN la Grecia continental, bajo los acantilados del monte Parnaso, la ciudad de Delfos ocupaba un lugar único en la antigua cultura griega. Delfos prosperó como centro griego desde aproximadamente el siglo VII a.C. hasta el 200 a.C. Entre los muchos edificios gloriosos de la ciudad se encontraba el Templo de Apolo, sede del Oráculo de Delfos.
Allí, una sacerdotisa-profetisa llamada la Pitia respondía a las preguntas que le formulaban políticos, líderes militares y plebeyos que viajaban a Delfos desde todo el país. La Pitia aspiraba gases de hidrocarburos de una grieta del suelo, entraba en trance y se «comunicaba» con el dios Apolo. Las palabras que pronunciaba -que se creían inspiradas por el dios- eran divagaciones incoherentes incomprensibles para la gente que buscaba sus profecías.
Sin embargo, los sacerdotes del templo interpretaban las palabras de la Pitia, las traducían al lenguaje común y las transmitían a los que buscaban consejo. Como era de esperar, las profecías del oráculo eran crípticas, abiertas a la interpretación y con doble sentido.
Las ruinas de Delfos que aún se conservan son prueba del lugar dinámico que ocupaban la ciudad y el templo en la antigua Grecia.
Basado en «100 greatest mysteries» de The History Channel