Gran boda en Múnich del tataranieto del último rey bávaro Luis III

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Luis Príncipe de Baviera y su esposa Sophie-Alexandra Princesa de Baviera salen de la iglesia en Múnich. Foto: Karl-Josef Hildenbrand/dpa

Múnich, 20 may (dpa) – La boda por iglesia del príncipe Luis de Baviera con Sophie-Alexandra Evekink se celebró hoy con todos los honores en Múnich, ante numerosos invitados de la realeza y de la política y con un susto por un breve desvanecimiento de la novia.

El novio es nada menos que el tataranieto del último rey bávaro Luis III. La novia, por su parte, procede de una familia holandesa-canadiense.

Tras el servicio religioso, los novios abandonaron la iglesia de los Teatinos al son del himno bávaro y entre aplausos de numerosos curiosos. El arzobispo de Múnich y cardenal Reinhard Marx fue el encargado de administrar el sacramento del matrimonio a la pareja.

El novio, de 40 años, ya había aparecido a primera hora de la mañana con su madre Beatrix, con un chaqué clásico. Su padre, Luitpold de Baviera, acompañaba a la madre de la novia, Veronica Taylor.

En la plaza Odeonsplatz, frente a la iglesia, se habían congregado desde temprano fusileros de montaña, sociedades de trajes tradicionales, niños con flores y bandas de música.

Por su parte, los aproximadamente 1.000 invitados al enlace real fueron entrando poco a poco a la iglesia, entre ellos representantes de conocidas casas nobiliarias como Esterhazy, Habsburgo, Sajonia-Coburgo, Fugger o Liechtenstein.

Políticos como el primer ministro bávaro Markus Söder también se encontraban entre los invitados.

Sophie-Alexandra llegó justo antes de que comenzara la ceremonia, toda de blanco en un elegante vestido largo de encaje y un ramo de lirios del valle en la mano. La acompañaban niños con flores, vestidos de blanco y celeste.

Algunos de los pequeños también fueron los encargados de llevar el largo y delicado velo nupcial, que partía de una tiara sobre la cabeza de la novia. La delicada pieza fue concebida por una diseñadora ucraniana que también incorporó detalles ocultos canadienses y holandeses.

El arzobispo Marx saludó a la novia con un beso en cada mejilla en la plaza Odeonsplatz. Posteriormente, Sophie-Alexandra, de 33 años, ingresó junto a su padre Dorus Evekink a la impresionante iglesia barroca, mientras las campanas de la iglesia de los Teatinos y de San Cayetano repiqueteaban de manera festiva.

Durante la ceremonia religiosa la novia se desvaneció, pero después de ingerir líquido se recuperó rápidamente, se indicó desde la Casa real de Wittelsbach.

Tras la boda -que tuvo lugar cinco meses después de la ceremonia civil- Francisco duque de Baviera, jefe de la Casa de Wittelsbach, invitó a una recepción en el palacio de Nymphenburg. Por la noche, en tanto, estaba prevista una fiesta en el palacio de Schleissheim con amigos y familiares.

De acuerdo con informaciones de la familia, el pastel de la boda es un homenaje a la historia de los Wittelsbach, entre cuyos integrantes hubo emperadores y reyes.

Según se indicó, se trata de una torta de capas conocida como «Príncipe Regente», modernamente interpretada con pistachos y cubierta de los colores bávaros blanco y azul. El menú de la recepción, en tanto, iba a ser regional y ecológico.

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