Gaza, 600 días después: una catástrofe sin fin

Amy Goodman y Denis Moynihan

Gaza

“Seiscientos días después [del comienzo de la ofensiva israelí], la situación humanitaria en Gaza atraviesa su momento más sombrío”, afirma el último comunicado del Equipo Humanitario de las Naciones Unidas en los Territorios Palestinos Ocupados, encargado de coordinar la ayuda destinada a la población palestina. Israel mantiene un bloqueo casi absoluto sobre la Franja de Gaza desde hace tres meses y ha impedido que alimentos, medicinas, combustible y agua potable lleguen a los más de dos millones de residentes del enclave palestino. Las muertes por inanición aumentan, al tiempo que las fuerzas armadas israelíes continúan bombardeando hospitales, viviendas y campamentos para personas desplazadas ubicados en las llamadas “zonas seguras”.

El 23 de mayo, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, afirmó: “Los palestinos de Gaza están soportando lo que puede ser la fase más cruel de este cruel conflicto. […] Toda la población de Gaza corre el riesgo de padecer hambruna. Las familias pasan hambre y se les niega lo más básico. Todo esto, mientras el mundo entero observa en tiempo real”.

La violencia que Israel ejerce contra Gaza cuenta con el apoyo de los dos partidos principales de Estados Unidos. El mismo día que el secretario Guterres hizo estas declaraciones a la prensa, Israel bombardeó la casa de la doctora Alaa al-Najjar mientras ella estaba trabajando en la sala de emergencias del hospital Nasser. Nueve de los diez hijos de la doctora murieron en el ataque. El esposo de al-Najjar, también médico, y su único hijo sobreviviente —Adam, de once años— resultaron gravemente heridos.

Ali al-Najjar, cuñado de la doctora, describió detalles del bombardeo:

“Empezamos a sacar cuerpos carbonizados. Uno de los trabajadores de Defensa Civil me entregó uno de los cuerpos. La doctora Alaa, que estaba junto a mí, reconoció el cuerpo y dijo ‘esta es Reval. Démela’… como si su hija aún estuviera con vida. Pidió que le permitieran sostenerla en brazos. […] Quería abrazar a su hija, aún viendo que su cuerpo estaba calcinado. Luego, agarramos a esos niños carbonizados y los trasladamos al hospital Nasser. Me llevé a la doctora conmigo. Ahora ella permanece atrapada entre sus hijos muertos, su único hijo sobreviviente y su esposo, quien se debate entre la vida y la muerte”.

Adam fue trasladado de urgencia a la sala de emergencias del hospital Nasser, donde fue atendido por el doctor Graeme Groom, un cirujano ortopédico de Londres que está trabajando como voluntario en Gaza.

Días después del ataque, Groom dijo a Democracy Now!: “Me resulta difícil describir el horror de lo que le ha ocurrido a la familia [de la doctora al-Najjar], porque estuvimos todo el día en el quirófano y este pequeño trozo de humanidad llegó cuando ya deberíamos haber concluido lo que habíamos planeado hacer. Nos enviaron al pobre Adam para que le amputáramos el brazo izquierdo”. Y continuó: “Las personas que se encuentran muy cerca del lugar donde ocurre una explosión sufren lo que llamamos una ‘lesión cerebral traumática’. Sus cerebros quedan profundamente alterados y sus funciones cognitivas pueden resultar dañadas de forma irreversible. Continuaremos trabajando en el brazo [de Adam] y en el resto de sus heridas. El tiempo dirá qué pasa con su lesión cerebral”.

Los palestinos de Gaza que milagrosamente han logrado escapar de la muerte o de resultar heridos durante el ataque y asedio israelí, que ya lleva más de 600 días, siguen enfrentando una escasez catastrófica de alimentos, la falta de agua potable y de servicios de saneamiento, así como el trauma físico y psicológico devastador provocado por el asedio, el hambre y una guerra sin fin.

La cadena Al Jazeera informó que Israel está atacando comedores comunitarios y que unas 20 de estas instalaciones, pequeñas pero de importancia vital, han sido destruidas en las últimas semanas. Como consecuencia de esto, la desesperada población palestina se ha visto obligada a recurrir a los escasos centros de ayuda establecidos por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), una organización estadounidense de dudosa reputación que cuenta con el respaldo de Israel.

Horas antes de que la organización comenzara sus operaciones esta semana, su director ejecutivo, Jake Wood, renunció a su cargo y escribió: “Está claro que no es posible implementar este plan y al mismo tiempo respetar estrictamente los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, a los que no renunciaré”.

En conversación con Democracy Now!, Jeremy Scahill, un periodista del medio independiente Drop Site News, brindó detalles sobre la Fundación Humanitaria de Gaza.

“[La Fundación Humanitaria de Gaza] fue establecida por personas vinculadas a la CIA y a la inteligencia israelí, con la intención de que actúe como instrumento en la guerra de aniquilación promovida por Netanyahu. El propio Netanyahu […] reveló que estaba recibiendo algunas presiones, incluso por parte de los más fervientes aliados que tiene dentro del Bloque Republicano del Senado. Dijo que ellos no quieren dar la impresión de que se está matando de hambre a los palestinos, porque eso podría llevar a que Estados Unidos deje de brindarle apoyo y armas [a Israel], y que, por tanto, necesitan dar la apariencia de que están ofreciendo algún tipo de ayuda”.

Scahill agregó que la Fundación Humanitaria de Gaza “instauró lo que funcionarios de ayuda internacional han descrito como condiciones propias de un campo de concentración o de internamiento” para distribuir una ayuda alimentaria insignificante. Los militares que custodian esos centros de ayuda han disparado contra la multitud, matando e hiriendo a personas que intentaban obtener algo de comida.

Mientras los gazatíes se enfrentan a la hambruna, el presidente Donald Trump insiste en su propuesta de que Estados Unidos se “apropie” de Gaza y la convierta en la “Riviera del Medio Oriente”. La cadena NBC News informó que el Gobierno de Trump elaboró y evaluó planes para reasentar hasta un millón de palestinos de Gaza en Libia, algo que la Casa Blanca ha negado. Independientemente del destino, la limpieza étnica es un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad.

Mientras tanto, ciudadanos y estudiantes de todo el mundo continúan desafiando la represión de las protestas de solidaridad con Gaza y exigiendo una paz justa y duradera en Israel y Palestina.

© 2025 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

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