¿Gatos o kiwis? Nueva Zelanda deberá tomar pronto una decisión

Por Christoph Sator (dpa)

Un kiwi moteado mayor. El kiwi es el ave nacional de Nueva Zelanda. Foto: Kapiti Island Nature Tours/dpa

Wellington (dpa) – La isla Kapiti es lo más parecido a un Paraíso para el kiwi, ave nacional de Nueva Zelanda. La última rata que anduvo por allí murió envenenada en 1996. No se han visto más comadrejas desde la que muriera de un tiro en 1986 y el último gato falleció en 1935.

En la pequeña isla frente a Wellington, la capital del país, el kiwi no cuenta con ningún depredador natural desde hace un cuarto de siglo. Actualmente en Kapiti hay una población de 1.400 kiwis. Lejos queda el día en que apenas eran cinco.

Ahora se planea que la isla se convierta en un ejemplo a seguir para toda Nueva Zelanda. El objetivo es que este país con una diversidad de aves única esté libre de depredadores en todo su territorio en 2050. Adiós a las ratas y a los armiños. Antes de que el hombre colonizase esta nación oceánica no había en ella mamíferos, aparte de murciélagos y focas. Durante millones de años no hubo allí depredadores terrestres, por lo que las aves no tuvieron que evolucionar para defenderse. Es el caso del kiwi: no puede volar.

Pero, ¿qué sucede con los animales de compañía, para quienes los pájaros no son un tabú? El gato doméstico está en el punto de mira. En Nueva Zelanda hay menos de cinco millones de habitantes y 1,4 millones de estos felinos. A modo de comparación: hace un siglo, el país contaba con una población de millones de kiwis. Ahora quedan 68.000. La denominada «Agenda 2050» busca protegerlos, así como a otras especies de aves autóctonas también amenazadas o en peligro de extinción.

Los neozelandeses son férreos defensores de su símbolo nacional, un ave única en el mundo tanto por sus hábitos como por su físico. Tanto es así que les gusta autodenominarse «kiwis». La mayoría de neozelandeses no ha visto un ejemplar en libertad y ello se debe a sus peculiares características: además de no poder volar, es prácticamente ciego y es mayormente activo de noche. Los kiwis suelen pasar la mayor parte del día en madrigueras.

En Kapiti existe un sistema completo de estos escondites. Manaaki Barret, guía de avistamientos turísticos, explica que la probabilidad de ver alguno es del 75 por ciento. Eso sí, nada de fotos. El flash está terminantemente prohibido, ya que enloquecería a este ya de por sí tímido animal.

Lee Barry es uno de los dos guardabosques de la isla. Entre las funciones de este hombre de 44 años se encuentra la revisión de cientos de trampas que han sido dispuestas como prevención en caso de que apareciese un depredador de kiwis en la isla. Recuerda que hace años una marta quedó atrapada en una de las trampas y que fue sacrificada.

La población de kiwis es tan numerosa en Kapiti que son enviados por decenas a otras reservas naturales del país. En cuanto al objetivo de la «Agenda 2050», Barry lo califica de «extremadamente ambicioso», ya que «supondría para los neozelandeses lo que supuso para los estadounidenses llegar a la Luna».

A día de hoy, la lucha se limita a la erradicación de ratas y comadrejas, pero «en algún momento», subraya Barry, «los neozelandeses tendremos que elegir entre los gatos y los kiwis”.


Dos trampas para mamíferos a la orilla de la carretera en el distrito de Miramar en Wellington, Nueva Zelanda. Foto: Christoph Sator/dpa
Crédito: Christoph Sator/dpa

Año tras año, la población de kiwis disminuye ligeramente. Las hembras suelen poner uno o dos huevos al año y tan sólo el cinco por ciento de los polluelos llega a la edad adulta. En Nueva Zelanda existe una auténtica preocupación por la supervivencia de esta especie única. En todas partes se recogen donaciones para su protección. Numerosas escuelas llevan a cabo proyectos para la conservación de este animal. Quienquiera que encuentre a un kiwi herido puede contactar a toda hora a la Autoridad de Protección Ambiental.

A diferencia de las ratas o los armiños, los gatos no han sido de momento declarados como depredadores de kiwis que deben ser erradicados en el programa de protección de las aves. Sin embargo, ya existen directrices que regulan la «tenencia responsable de gatos y otras mascotas».

Las normativas incluyen esterilizar al animal, dejarlo salir lo menos posible y «considerar seriamente si un gato necesita ser reemplazado por otro cuando muera». Un poblado de la Isla Sur de Nueva Zelanda fue declarada «zona libre de gatos». La ausencia total de esta mascota en la localidad duró sólo un tiempo.

En Wellington hay hasta 70 grupos de conservación, como «Kiwis para kiwis» o «Kiwi capital». Las cosas van más allá en Miramar, área residencial en las afueras de la capital, donde viven celebridades como el cineasta Peter Jackson («El Señor de los Anillos»). Allí se han instalado 6.000 trampas. «Esperamos haber atrapado la última rata para Año Nuevo», dice Kelie Reeves, de «Wellington libre de depredadores».

Por lo que respecta a los felinos, de momento Miramar tiene una recomendación práctica: colocarles collares con cascabeles.

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