Luis Paulino Vargas Solís
¿Para quién es una buena noticia? En primer lugar para las derechas políticas del mundo, cada vez más extremistas y recalcitrantes, cada vez más inclinadas al fascismo y más enemistadas con la democracia. Por lo tanto, es una buena noticia para Orbán en Hungría, Meloni en Italia, Le Pen en Francia, Abascal y Vox en España.Sin duda es una gran noticia para Milei en Argentina, y para el bolsonarismo en Brasil. Sospecho que la noticia le cae bien a Bukele, porque tendrá en la Casa Blanca a alguien que comparte sus ínfulas de tirano, aunque, paradójicamente, y al igual que Honduras y Guatemala, también El Salvador podría sufrir las consecuencias de un mayor endurecimiento de la política migratoria. Y no es que Biden haya tenido una política de puertas abiertas, pero Trump promete mano de hierro sin piedad ni contemplaciones.
A Ortega y Murillo no creo que les desagrade mucho el gane de Trump, porque, más allá de la retórica con la que se maquillan, les pasa lo que a Bukele: son compañeros de viaje en el ataque a todo lo que huela a democracia y derechos humanos. En cuanto Maduro y Venezuela, supongo que se mantendrán las sanciones, aunque, quizá, estas podrían endurecerse. Lo malo vendrá del lado migratorio: un rechazo más violento a los multitudinarios flujos de migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos.
También es una gran noticia para Rodrigo Chaves y Pilar Cisneros: tienen en Bukele un modelo a imitar, pero, para ella y él, Trump es ya de otro nivel: el Supremo Maestro.
Es posible que esto implique una pronta conclusión de la guerra en Ucrania, en términos de una rendición de hecho: tendrán que ceder a Rusia los territorios ocupados, y encomendarse a algún santo para que a Putin no se le ocurra invadirlos en el futuro (tal vez se abstenga de hacerlo, visto que, con Trump, es posible un debilitamiento de la OTAN, aunque yo tampoco apostaría que eso sea motivo suficiente para disuadirlo).
Para China serán tiempos tormentosos. Recuérdese que el crecimiento de China depende mucho de las exportaciones y sus exportaciones dependen mucho del mercado estadounidense. Y no es, ni mucho menos, que las cosas no vinieran bastante tensas con Biden. El asunto es que, desde hace ya al menos una década, el ascenso de China venía planteándole un serio desafío al liderazgo económico de Estados Unidos, especialmente en las industrias de tecnología de punta. Eso ha generado una reacción del lado estadounidense que pone en evidencia que las grandes corporaciones transnacionales –presuntamente tan globales y tan apátridas– pueden volverse sorprendentemente “patrióticas” cuando de por medio están sus intereses fundamentales. Recurren entonces al “papi-gobierno”, y este, acucioso y gentil, acude a su llamado. Aquí, de nuevo, la diferencia no es de naturaleza sino de grado: la política proteccionista se endurecerá e irá varios escalones más arriba de adonde habría llegado Kamala Harris. El tema es si Trump mantendrá la “política industrial”, que Biden empezó a esbozar, y que, como pálida remembranza de los tiempos gloriosos de la “Misión Apolo”, incluía grandes inversiones públicas en investigación. Creo que Trump no entiende mucho de tales refinamientos.
Por su parte, las bolsas de valores recibieron con júbilo y amplias ganancias el gane de Trump. Lo cual tiene su parte paradójica, ya que lo previsible es que se profundice la fragmentación de la economía mundial. O sea, la tal globalización convertida en picadillo. Que, de hecho, hacia ahí vamos caminando desde 2016, sin que el interregno de los cuatro años de Biden lo modificase, mucho menos en vista de sus agarrones con China. Pero, con Trump, el picadillo promete ser mucho más fino.
Y en cuanto a Gaza y Palestina…pues no tengo duda que una de las razones detrás de la derrota de Harris, es la complicidad e implicación del gobierno de Biden en el genocidio perpetrado por Israel contra la población civil palestina. Eso probablemente le enajenó el voto de un parte no despreciable del voto del electorado que, generalmente, votaba al Partido Demócrata. Lo paradójico –he aquí otra paradoja más– es que, Israel y Netanyahu tendrán en Trump, un socio incondicional, que les dará cheque en blanco y no les cuestionará nada, como, en cambio, aunque sin mucha energía, si lo hizo Biden y seguramente lo habría hecho Harris.
Y, en fin, son malos tiempos para la democracia, para los derechos humanos, para las aspiraciones de igualdad. Y es así en el mundo entero. Creo que las democracias han fallado, por doquier, Costa Rica incluida, a la hora de generar las respuestas que la gente esperaba y necesitaba. Y eso ha alimentado este monstruo que, hoy, en todos lados, levanta, sin escrúpulo ni disimulo alguno, las banderas del odio y la mentira.
La democracia deberá reinventarse para lograr sobrevivir. Y eso también vale para Costa Rica. ¿Existirá la voluntad y el compromiso necesarios? ¿Estaremos a tiempo para lograrlo?