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Carlos Revilla Maroto
El próximo 15 de enero se cumple una efemérides muy importante. Se conmemoran 100 años del asesinato de Rosa Luxemburgo, que ocurrió en 1919 en Berlín. Siendo una de mis heroínas de los inicios de la socialdemocracia en Europa, no podía dejar pasar la fecha y rendirle un pequeño homenaje. Curiosamente en español hay algunas variaciones de su nombre, dado que también se le conoce como Rosa de Luxemburgo o Rosa Luxemburg, sin la o final como se escribe en alemán. Era conocida como la «Rosa Roja» o como la llamaba Lenin «El águila del proletariado».Pero bueno, ¿y quien fue este personaje? se preguntará la mayoría de los lectores.
De una de mis pasadas columnas, donde les hablo sobre Luxemburgo y los inicios de la socialdemocracia, tomo el siguiente párrafo, para explicar la situación política de la izquierda a principios del siglo XX:
“En los tiempo de la I Internacional, toda la izquierda estaba unida, es decir comunistas, socialistas y socialdemócratas, todos estaban juntos. El rompimiento vino a darse —entre otras razones— por el ingreso de Alemania a la primera guerra mundial, que fue apoyado por el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), del cual Rosa era militante. Fundó la Liga Espartaquista junto a su amigo Karl Liebknecht, que fue la predecesora del Partido Comunista Alemán (KPD). El 29 de diciembre de 1918, la Liga Espartaquista se separó del Partido Socialdemócrata, por el cual Liebknecht había sido miembro del Parlamento, y fue creado el KPD, sellando la división de la izquierda alemana. De esta división vino la disolución de la I Internacional y la posterior creación de la II Internacional, actual Internacional Socialista, de la cual Liberación Nacional es miembro. Posteriormente los comunistas también hicieron la III Internacional que fue conocida como Comintern.”
Por lo anterior es que en algunos contextos, al referirse a Luxemburgo se habla también que era socialdemócrata y no comunista. Ciertamente la socialdemocracia tiene raíces marxistas. Eso si, no hay que confundirse, estoy hablando de finales del siglo XIX y principios del XX. Como sabemos todo cambio con el marxismo-leninismo y Rusia, pero eso ya es otra historia. Solo como dato histórico, la socialdemocracia rompió definitivamente con el marxismo a finales de los años 50s del siglo pasado, en Bad Godesberg, una ciudad en aquel entonces de Alemania Federal, lugar donde se llevó a cabo un congreso del SPD.
Veamos un poco sobre su vida:
Rosa era Doctora en economía política, polaca, nacionalizada alemana para no correr el riesgo de ser extraditada. Mujer de estatura pequeña y de salud frágil, consagró su vida a la educación política a través de artículos de prensa, talleres de economía, libros e impresionantes discursos. Uno de sus libros clásicos es “¿Reforma o revolución?” donde hace una crítica del revisionismo de Bernstein. Entre 1908 y 1914 escribió sus obras más importantes: “La acumulación de capital” e “Introducción a la economía política“. Se casó en secreto con León Jogiches, socialista, judío y polaco como ella.
Sobre las acontecimientos de su muerte, se puede decir que en aquellos días inmediatamente posteriores a la I Guerra Mundial, había sido derrocado el último Káiser, los socialdemócratas se encontraban ante la encrucijada de un pacto con la derecha o el modelo ruso, y los soldados derrotados andaban sueltos y desorientados.
Como ya dije, Rosa fue asesinada el 15 de enero de 1919, durante la frustrada revolución de ese año en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército y la actuación de los freikorps o «cuerpos libres» (grupos de paramilitares reclutados por el gobierno entre los combatientes recién desmovilizados de la Primera Guerra Mundial), en colaboración con el sector mayoritario del partido socialdemócrata. A su término, cientos de personas, entre ellas Rosa, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas por dichos grupos. Pocas horas antes también habían matado a su compañero Liebknecht, líder del recién fundado KPD. Paradójicamente ambos asesinatos fueron perpetrados por la milicia al servicio del primer gobierno socialdemócrata de Alemania, con Friedrich Ebert a la cabeza, que fue el primer presidente de la República de Weimar. El amigo en común de ambos, el eminente intelectual Franz Mehring, no se explicaba cómo Luxemburgo y Liebknecht, dos pacifistas que habían incluso ido a la cárcel por serlo, podían haber sido involucrados en una guerra civil.
El antagonismo de Rosa con Lenin fue muy marcado y notorio, esto a pesar que él admitió que su trabajo fue una “lección muy útil”. Sobre estas diferencias, hay una frase que resume su crítica a Lenin y el partido comunista ruso “La libertad sólo para los que apoyan al gobierno, sólo para los miembros de un partido (por numeroso que éste sea) no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente”. En 1931, Stalin se pronunció en contra de sus escritos, que dejaron de ser publicados en la vieja URSS durante más de 20 años.
Luxemburgo y Liebknecht fueron grandes compañeros de causa, como se dice popularmente hicieron «yunta», por eso ambos poseen una gran carga simbólica para el marxismo, especialmente en Alemania, y cada año, en Berlín, a mediados de enero, se celebra el día de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes.
Concluyo con la frase de Rosa que da título a mi comlumna, que es de su famoso artículo “El orden reina en Berlín”, escrito la víspera de su asesinato, y que es con la cual termina:
¡Fui, soy y seré!
La frase de Rosa Luxemburgo la infiero para nosotros los socialdemócratas, “fui, soy y seré”, aunque nos llamen cavernícolas. No obstante se puede usar en otros ámbitos de nuestras vidas, en nuestros valores como la honradez, la tolerancia, el amor al prójimo, la coherencia.
Muy bueno su artículo.