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Fernando Berrocal
El primer paso que se ha dado es el correcto, al decidir la Asamblea Legislativa, a instancias del Poder Ejecutivo, centralizar por ley en Mideplan la responsabilidad de ese proceso y en establecer su obligada consulta, para evitar la dispersión de esfuerzos y muchos errores que se podrían cometer. En Mideplan hay un equipo de profesionales que llevan muchos años estudiando objetivamente este tema. Lo sé y me satisface reconocerlo así públicamente.
He estado abogando por la Reforma del Estado desde que regresé, por segunda vez en mi vida, a ser ministro de Estado hace algunos años y descubrí, para mi sorpresa, que todo lo fundamental tenía que consultarlo con el Auditor del Ministerio de Seguridad Pública y que mi margen de acción era limitado por una maraña de leyes y decretos que habían reducido, en los hechos y en el ámbito legal, la capacidad de acción y ejecución de las políticas públicas a mi cargo. Eso no era así en el gobierno de Luis Alberto Monge, cuando se enfrentó la peor crisis fiscal, económica y social del país en muchas décadas y el presidente de la República y sus ministros de Estado, conforme a los artículos 130 y 140 de la Constitución Política, conformaban el Poder Ejecutivo y gobernaban en serio y con mando efectivo, en las áreas de su competencia.
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En los siguientes años todo cambió y, en la Asamblea Legislativa, se aprobaron toda clase de leyes contraloras obstruccionistas y se crearon cientos de instituciones, hasta hacer ingobernable al país. Además, ahora y, por si fuera poco, casi todo es tráfico de influencias o peculado. ¡Así no podemos seguir!
Tenemos 325 instituciones y Juntas Directivas, duplicidad y triplicidad de funciones en Departamentos de Recursos Humanos, Asesorías y Proveedurías. Solo entre el 2018 y el 2022 se crearon 14 nuevas entidades públicas y hasta una Agencia Espacial Costarricense. De todo y para todo, como en una botica.
Reducir el excesivo gasto público y el tamaño del Estado es un sano principio de austeridad fiscal. Pero lo más urgente y necesario, es estructurar un sector público funcional, subsidiario y eficiente, al servicio de la gente y los usuarios y comprometido con una visión integral del “bienestar del mayor número”. No un Estado burocrático, ineficiente, al servicio de sí mismo o de los grandes centros de poder económico y político. Ese es el fondo de la necesaria reforma.
De seguro no vamos a coincidir en todas las propuestas. Pero arrancar el proceso, bajo el liderazgo técnico de MIDEPLAN, es una excelente decisión pospuesta, engavetada y olvidada por los gobernantes de los últimos 20 años.
