Figueres y la supresión militar

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto

En su libro “El Espíritu del 48” el Caudillo José Figueres Ferrer escribe lo siguiente: “SE SUPRIME EL EJERCITO. El primero de diciembre de 1948, di unos mazazos sobre un muro del cuartel Bellavista, para simbolizar así la eliminación del vestigio militar de Costa Rica en otro tiempo. Entregué el edificio para sede de un museo de antropología que hoy sigue irradiando cultura. En ese mismo día del mazazo, reafirmé la disolución y proscripción del ejército de Costa Rica, lo que, legalmente había hecho el 8 de mayo anterior al abolir la constitución de 1871, que nos regía y en la que el ejército estaba consagrada como una institución de derecho.

Más adelante desde la Junta Fundadora, propuse a la Asamblea Constituyente, que incluyera en nuestra Carta Fundamental, la prohibición como institución permanente, del ejército de nuestra nación. ¡Así se hizo! ¡Costa Rica es hoy el único país en el mundo donde las fuerzas militares están constitucionalmente proscritas!” En efecto el artículo 10 del Proyecto de Constitución Política expresa: “Queda proscrito el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, el Estado contará con las fuerzas de policía necesarias. Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares. Estas fuerzas, lo mismo que las de policía, estarán siempre sujetas al poder civil y no podrán deliberar ni hacer manifestaciones o declaraciones, en forma individual ni colectiva. Al Ministro del ramo corresponde explicar públicamente los actos de sus subalternos.”

En la Constitución Política de 1949 vigente en su artículo 12 quedó así expreso: “Se proscribe el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, habrá las fuerzas de policía necesarias. Sólo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares; unas y otras estarán siempre subordinadas al poder civil: no podrán deliberar, ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva.” “De las Actas de la Asamblea Nacional Constituyente, mediante el Acta N° 101, se desprende con meridiana claridad que el propósito de nuestros legisladores constituyentes fue eliminar el ejército como institución permanente del Estado Costarricense.

En lo que interesa en esa sesión se señaló lo siguiente: “(…) Artículo 3°.- (…) Los mismos proponentes de la moción anterior (Diputado Esquivel, Trejos y Montiel, presentaron otra para suprimir el artículo 16 de la Constitución del 71, cuyos conceptos ya se involucraron en otro artículo aprobado anteriormente, y en su lugar, y bajo el mismo número, incluir el siguiente:” Queda entonces el texto actual (Voto N° 2006-015245.Sala Constitucional)

A partir de esta trascendental decisión política superior emitida e impulsada por el General victorioso de la Guerra Civil; don Pepe Figueres le da un giro de 180 grados al sistema político con base en los principios de la democracia; y pone a nuestro país en el punto más alto a nivel internacional; que apostó por la paz, el respeto al Derecho, a la diplomacia e hizo un alto a la represión de las garantías individuales y sociales; que por lo general son características de una institución castrense, que son las normas de conducta que deben de manera disciplinaria respetar los integrantes de toda fuerza militar. Don Pepe, además consideró que si se había alzado en armas para defender el derecho al sufragio, tan violentado por el régimen calderonista durante los 8 años en alianza con los “comunistas”; representaba un gran peligro seguir teniendo un ejército militar, que venían reprimiendo a los ciudadanos, que no fueran afines al régimen oficialista.

Había que evitar a toda costa, que los militares puedan asumir el poder; como ha sido costumbre en diferentes países de América Latina y de otras regiones del mundo; y ponerse al servicio de intereses espurios distintos en muchos casos de lo que la mayoría ha elegido en las urnas electorales. Esto era acorde con la concepción ideológica de la Junta Fundadora de concebir una Segunda República que impulsaba un nuevo orden y en el proyecto de Constitución Política expresaba: “Interpretando una aspiración jurídica y social costarricense, decidimos sustituir la Constitución que con muchas reformas nos venía rigiendo desde 1871, por una nueva en la que se pudieran conjugar los principios esenciales de nuestra vida política con las modernas corrientes del pensamiento que han venido convirtiéndose en postulados fundamentales de las naciones.”

Lamentablemente, el Partido Social Demócrata elige pocos diputados constituyentes en las elecciones celebradas el 8 de diciembre de 1948; y en alguna medida tiene su lógica; ya que siendo Otilio Ulate Blanco el máximo líder político que había triunfado tanto en las elecciones nacionales anuladas en 1948 y que produjo de inmediato la Guerra Civil; hace que en las elecciones constituyentes el Partido Unión Nacional eligió la mayoría con 34 del total de 45 diputados propietarios de la Asamblea Constituyente (más de dos tercios del total); en segundo lugar estaba el partido constitucional organizado de último momento de manera improvisada con el apoyo de los grupos oligárquicos enemigos de Figueres, y que incluso irónicamente apoyaron los “comunistas”.

El Partido Social Demócrata afín a Figueres y la Junta Fundadora de la Segunda República, es el tercer bloque que eligió cuatro diputados constituyentes propietarios a: Rodrigo Facio Brenes, Fernando Fournier Acuña, Luis Alberto Monge Álvarez y Rogelio Valverde Vega, y dos suplentes: Carlos Monge Alfaro y Rafael Carrillo Echeverría. Sin embargo; los socialdemócratas por su gran capacidad lograron librar una gran lucha por defender las cláusulas del proyecto de Constitución de la Junta Fundadora, y lograr aprobar algunos artículos fundamentales; ya que no se logró que dicho proyecto fuera la base de discusión de la nueva Constitución; la mayoría escogió de base la Constitución de 1871 derogada por el propio Figueres al suprimir los poderes del Estado.

El abogado y periodista salvadoreño Tomás Guerra define muy bien el pensamiento de don José Figueres a la hora de tomar tan trascendental decisión de la Abolición del ejército así: “Por otra parte, en la Costa Rica de 1948 se podía hablar sobre la existencia de dos ejércitos: el derrotado, que en los hechos solo había licenciado pero que permanecía “por ahí”, y el victorioso, con muchas posibilidades, aunque sea solo en términos teóricos, de imponerse y enseñorearse impulsado por una moral triunfalista y por la adhesión emotiva de los sectores populares. La experiencia de numerosos países demuestra que los ejércitos son instrumentos contrarios al cambio, inclinados a defender las situaciones establecidas y, por tanto, más afines a las clases conservadoras tradicionales y más poderosas desde el punto de vista económico, precisamente aquellas que Figueres y su movimiento trataban de desplazar del poder.

La idea de disolver el ejército se hallaba relacionada con la integración de un organismo electoral suficientemente fuerte como garantizar la libre emisión del sufragio. La historia latinoamericana demuestra reiteradamente que es poco o nada lo que sirven los comicios, por más libres que sean, si en los momentos críticos la casta militar puede asumir el poder para ponerlo al servicio de intereses distintos a aquéllos que el electorado haya favorecido con su voto mayoritario.”

Incluso, en las mismas filas figueristas se produjo una sublevación de algunos mandos militares liderada por el Coronel Edgar Cardona Quirós, Ministro de Seguridad Pública de la Junta Fundadora, cuando entre el dos y tres de abril de mil novecientos cuarenta y nueve realiza el denominado “El Cardonazo” intento de golpe de estado por no estar de acuerdo en varias decisiones tomadas por la Junta Fundadora; además se dice que existían algunos resentimientos y rencores desde antes de parte de Cardona y su gente contra algunos miembros de la Junta en especial el Lic. Alberto Martén Ministro de Hacienda y el Padre Benjamín Nuñez Ministro de Trabajo; por el manejo militar durante la guerra civil del primero y luego por el impulso a una serie de medidas económicas de la Junta como la nacionalización bancaria y otras propuestas.

Lo anterior, fue un detonante fundamental en la histórica decisión de don José Figueres Ferrer, de suprimir el ejército; porque se percató de que algunos de sus propios hombres pensaban como oficiales militares; y su concepción podía ser rescatar para el ejército el poder político del Estado; y podían ser influidos por sectores conservadores para proteger sus propios intereses; y utilizarlo en contra de las mayorías; y finalmente, Figueres lo eliminó entregando la llave del cuartel Bellavista como símbolo y entregada a las escuelas, para que se convirtiera en un centro de cultura.

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