Bernal Jiménez Monge
La política de permitir a las empresas la suspensión temporal de empleados, que quedan en el limbo, suspendidos sin sueldo para ser quizás recontratados dentro de tres meses, va incrementando el ejército de desocupados nacionales.Si esos desocupados no reciben subsidio gubernamental, ello agudizará la depresión económica al no poder demandar alimentos y productos para su diario sustento. Además de un grave problema social, que se incuba, se va creando problema económico al disminuir la demanda efectiva.
El problema mayor, dejando a un lado la crisis sanitaria -que puede decirse está bien atendida- es el presente y el futuro inmediato económico-social que no ha sido abordado integralmente por el Gobierno Central.
El abordaje de la crisis económica ha sido a través de propuestas difusas, sin articulación alguna.
Ha sido más bien un haz de distintas ocurrencias de diversos orígenes, y no una planificación vertebrada que se exprese en un programa-presupuesto, donde esté claro cuánto va a ingresar y qué volumen de gastos extras de la crisis, se va a cubrir.
Es desilucionante la acción del equipo económico, que más que equipo es un combo rejuntado: Ministro de Hacienda, Presidente del Banco Central, Ministra de Planificación y Ministro de Economía.
La Ministra de Planificación, lo que menos hace es planificar y coordinar las políticas públicas; todo lo contrario entra en contradicción constante con sus colegas del sector económico.
Ante este panorama, ayuno de organización, los diputados han encontrado el clima apto para hacer propuestas, todas bien intencionadas -comparto varias de ellas- de diferente calibre, sin relación entre sí o las propuestas gubernamentales, y lejos de formar un programa orgánico de política fiscal de emergencia.
Desde luego, la responsabilidad fundamental es de un Gobierno cuyo norte en el campo económico y social se ha perdido.
Procede fabricar una urdimbre, sobre la cual se tejan todas las propuestas, ensambladas en un tejido único y compatibilizado, con las metas y medios numéricos bien claros.
En otras palabras, el Gobierno debe establecer un pequeño Consejo Económico que coordine en forma permanente, y estructure un Programa Económico y Social de la Emergencia con metas cualitativas y cuantitativas bien explícitas.
Todo lo contrario de la desarticulación y caos en las medidas y propuestas que estamos presenciando.