Explicaciones de fronteras inexplicables

Somalilandia

El país que existe… pero oficialmente no

Somalilandia

el Cuerno de África hay una frontera que desafía la lógica diplomática mundial. Somalilandia funciona desde hace más de tres décadas como un Estado independiente, con territorio definido, gobierno propio, moneda, fuerzas de seguridad y elecciones relativamente estables. Sin embargo, para la comunidad internacional no existe: oficialmente sigue siendo parte de Somalia. Una frontera real, tangible, cotidiana… pero jurídicamente invisible.

Somalilandia ocupa el noroeste de la actual Somalia y coincide casi exactamente con el antiguo Protectorado británico de Somalilandia, una colonia distinta del sur, que fue administrado por Italia. En 1960, ambos territorios se independizaron y se unieron voluntariamente para formar la República Somalí. La unión duró poco en términos históricos: el nuevo Estado colapsó tras décadas de autoritarismo, guerra civil y desintegración institucional.

En 1991, mientras Somalia entraba en el caos total, Somalilandia hizo algo inusual en África poscolonial: restauró sus fronteras coloniales y declaró su independencia, no para crear algo nuevo, sino —según su narrativa— para “volver al punto anterior al error de la unión”. Desde entonces, Hargeisa tiene presidente, parlamento, partidos políticos, pasaportes y hasta su propia moneda, el chelín somalilandés. Todo sin reconocimiento internacional.

La paradoja es que Somalilandia es, de facto, mucho más estable que Somalia, el Estado del cual supuestamente forma parte. Mientras Mogadiscio ha luchado durante años contra milicias, terrorismo y fragmentación política, Somalilandia ha mantenido un orden interno notable, elecciones periódicas y una administración funcional. Para muchos analistas, es un ejemplo incómodo: demuestra que la estabilidad no siempre coincide con el reconocimiento.

¿Entonces por qué nadie la reconoce? Porque aceptar a Somalilandia abriría una caja de Pandora diplomática. África se rige por el principio de intangibilidad de las fronteras heredadas del colonialismo, para evitar una reacción en cadena de secesiones. Reconocer a Somalilandia podría legitimar reclamos similares en otros países africanos y, además, debilitar aún más a Somalia, un Estado que la ONU insiste en reconstruir como unidad territorial.

Así, Somalilandia vive en un limbo geopolítico fascinante: es un país que funciona, pero no figura en los mapas oficiales; controla una frontera que nadie reconoce; emite documentos que casi nadie acepta. Sus ciudadanos votan, pagan impuestos y cruzan “fronteras internas” que, para el derecho internacional, simplemente no existen.

En el mundo de las fronteras inexplicables, Somalilandia es una de las más desconcertantes: no es un territorio en disputa militar, ni una línea mal trazada en un tratado antiguo. Es algo más perturbador para el orden global: una frontera perfectamente clara en el terreno… que el mundo ha decidido ignorar.

Basado en el libro “Un mundo inmenso, explicación de fronteras inexplicables”

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