Envejecimiento población y disminución nacimientos

Desde mi perspectiva

José Francisco Bolaños Arquín

José Francisco Bolaños

El envejecimiento de la población es una realidad y uno de los mayores retos a los que deberá enfrentarse Costa Rica en los próximos años, con responsabilidad, visión de futuro, planificación, estrategias y objetivos de corto, mediano y largo plazo para asegurar una vida digna a este importante sector.

Según datos del INEC, la esperanza de vida de los costarricenses en el 2015 era de 79,9 años promedio (77,4 para hombres y 82,4 las mujeres). Niveles comparables con países más desarrollados, lo que nos ha dado un reconocimiento a nivel mundial, producto de nuestras políticas en seguridad social y gracias a la creación en 1941, de la emblemática Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).

Razones suficientes para que el Estado garantice el fortalecimiento de la Institución y del régimen de pensiones y así evitar en unos años un problema social de incalculables consecuencias. En el año que se creó la CCSS, la población en nuestro país rondaba los 650.000 habitantes, de los cuales el 5% era mayor a los 60 años.

En 1950 la población adulta mayor representaba el 8%, en el 2015 era del 11% y ya para el 2030 será del 15% de una población de 5.600.000 habitantes. Se calcula que ya en el 2050 la población rondará los 6.500.000 habitantes y en donde el 26% o sea 1.690.000 ciudadanos, serán adultos mayores.

Por otro lado se puede notar como la tasa de fecundidad en nuestro país ha venido en descenso: así tenemos que en 1960 el promedio de nacimientos por mujer en edad fértil era de 7,31%, en 1970 el 5,01%, en 1980 era 3,62%, en 1990 el 3,18%, en 2000 el 2,41%, en 2015 el 1,8% y para el 2050 se dan porcentajes no muy alentadores siendo solo del 0,1%.

En el año 2000 nacieron 78.178 niños, en 2011 fue de 73.459, en 2012, 73.326 y en 2014 fue de 73.191 costarricenses. Como se puede notar cada vez las mujeres tienen menos hijos.

El papel de la mujer en los últimos años ha cambiado radicalmente, cuando hace pocas décadas, la mayoría de ellas se dedicaban a las labores del hogar y a crianza de los hijos y su compañero era el proveedor. En la actualidad con el acceso a la educación superior y su incorporación en todos los campos de la producción, política y profesional ha cambiado su rol.

Son mujeres exitosas, más independientes y saben aprovechar las oportunidades para su desarrollo y el tener pocos hijos o ninguno es su decisión.

La disminución en la natalidad y el aumento de los adultos podría presentar en pocos años un impacto en los sistemas de salud y las pensiones, ya que habría menos cotizantes, lo que implica una reducción en los aportes a la seguridad social. Con este panorama la situación implica destinar mayor cantidad de recursos económicos, en infraestructura hospitalaria, educativa y recreativa para brindarles una mejor calidad de vida a las personas mayores.

Ante esta realidad que enfrentan la mayoría de los países con más ancianos y cada vez menos nacimientos, algunos países europeos han puesto en práctica incentivos para que las parejas opten por tener más hijos. Francia, entrega una tarjeta especial para las familias numerosas, con grandes beneficios. En Noruega los padres reciben un bono equivalente a 6.000 euros por cada hijo que nace y en Australia tener hijos, implica una rebaja significativa en los impuestos, además de otros beneficios en salud, recreación y estudio.

“En nuestro país se deben incrementar los incentivos, con el propósito de estimular el crecimiento de la natalidad.”

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