Por Wajiha Sasa
Cónsul honoraria del Estado de Palestina en Costa Rica.
La Franja de Gaza es un territorio palestino un poco más pequeño que el distrito de Orosi en Paraíso de Cartago. Lo habitan dos millones doscientas mil personas. Un 81% de la población vive en condiciones de pobreza y un 46% está desempleada.
Desde el año 2007, Israel le impuso un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo y ha librado cuatro devastadores ataques en respuesta al lanzamiento de cohetes desde Gaza hacia Israel por la milicia Hamás, justo como lo que ocurrió el sábado. En todas las incursiones anteriores hemos visto el mismo patrón: el uso desproporcionado de la fuerza por parte de Israel y un menosprecio por las vidas civiles por parte de Israel y Hamás.
Desafortunadamente, no vemos nunca intención de atender las causas de la escalada de tensiones y hostilidades.
En la operación “Plomo Fundido” (2008 -2009), murieron 1434 palestinos, de los cuales 960 eran civiles y un 30% de estos eran menores de edad. Del lado israelí murieron 11 soldados y 3 civiles. En el año 2012, la operación “Pilar Defensivo”, acabó con la vida de 170 palestinos y dos israelíes. En la operación “Margen Protector” del año 2014, murieron 1.500 civiles palestinos. Según datos de las Naciones Unidas, el 30% fueron mujeres y niños. Israel perdió 66 soldados y 5 civiles. Diversas organizaciones de derechos humanos han denunciado los constantes ataques aéreos israelíes en zonas densamente pobladas o ataques directos sobre casas de civiles, violando el derecho internacional.
El gobierno de Costa Rica se pronunció el 7 de agosto del 2014 y solicitó formalmente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas intervenir en Gaza. También condenó las acciones militares de Israel que calificó como «desproporcionadas» y los ataques de cohetes por parte de Hamás. Muy diferente de la posición que ha tenido en los últimos años la Cancillería costarricense que no reconoce el peso de la ocupación en el conflicto, como no lo hace tampoco en esta ocasión.
Las cifras de fallecidos por este conflicto permiten entender lo dispar del uso de la fuerza por los ocupantes. Podemos desde ya imaginar la reacción desproporcionada a las hostilidades iniciadas por Hamás esta semana.
El bloqueo de Israel al ingreso de personas, bienes y alimentos al territorio gazatí desde hace 16 años es igual de desproporcionado. El resultado es una economía devastada. Las familias no tienen suficiente comida para alimentarse. Entre 12 y 16 horas al día sufren de apagones eléctricos. El bloqueo impide el ingreso de combustible o gas suficiente. Así es imposible que operen hospitales, hogares o empresas. La zona de pesca fue reducida por el ejército israelí que impide a los pescadores acceder a las aguas de pesca acordadas en los Acuerdos de Paz de Oslo. Solo hay una cama de hospital disponible por cada mil personas y un 40% de los medicamentos esenciales están ausentes de los hospitales. Por eso se habla de Gaza como “la prisión más grande del mundo”. Pero ahí no habitan sentenciados, habitan seres humanos, como usted o como yo, que quieren vivir en paz y dignamente.
Las condiciones de ocupación y bloqueo en que viven los gazatíes nutre extremismos y legitima sus liderazgos. La ocupación y la colonización de Palestina es el origen del problema económico, social y de bienestar de la población.
Son varias las resoluciones de las Naciones Unidas que condenan el bloqueo israelí de Gaza y piden su levantamiento. La Resolución 1860 del Consejo de Seguridad del 2009 pidió la reapertura sostenida de los puntos de cruce hacia Gaza y la provisión y distribución sin obstáculos de asistencia humanitaria. La Resolución de la Asamblea General ES-10/18 del 2018 pidió el fin del bloqueo israelí y de las restricciones al movimiento de personas y bienes. Ninguna de estas resoluciones ha sido atendida por la fuerza ocupante. Tampoco han sido atendidas las resoluciones que hablan del uso desproporcional de la fuerza por parte de Israel.
Para entender y reaccionar a lo que sucede en Gaza, la comunidad internacional —Costa Rica incluida— debería entender que el origen del conflicto proviene de la colonización ilegal, de las prácticas de limpieza étnica, de la ocupación militar y del bloqueo económico.
No se va a alcanzar la paz respaldando la ocupación, el bloqueo y la colonización. Los conflictos y la paz se atienden apelando a la justicia, a la proporcionalidad y a la sensatez.
9 Oct, 2023