Legado de un padre político para Costa Rica
Ricardo Castro Calvo
Hoy, 29 de diciembre, celebramos el que sería el 99° aniversario de Luis Alberto Monge Álvarez, un hombre cuya vida estuvo marcada por el profundo amor a Costa Rica y la convicción de que la política es una herramienta para unir, no para dividir.Como presidente de la República (1982-1986), Monge enfrentó tiempos difíciles, heredando una de las peores crisis económicas de la historia reciente del país. Sin embargo, su liderazgo fue guiado por la firme creencia de que la solidaridad y la unidad nacional eran la clave para superar los desafíos.
Monge fue más que un presidente; fue un arquitecto de la paz social y promotor del diálogo.
Su proclamación de Neutralidad Activa, Perpetua y No Armada en 1983 es recordada como un acto valiente que reafirmó el compromiso de Costa Rica con la paz en una región convulsa por conflictos armados.
Bajo su liderazgo, se impulsaron programas de asistencia social para proteger a los más vulnerables, reflejando su convicción de que el progreso económico debía ir de la mano con la justicia social.
Su presidencia dejó una huella imborrable, no solo en la infraestructura y en la política económica del país, sino en el corazón de los costarricenses. Monge creía en la «política del amor», esa que une a las familias, fortalece comunidades y construye naciones sobre los cimientos de la empatía y el respeto.
Hoy, quienes lo conocimos o crecimos bajo su legado, lo recordamos no sólo como un líder, sino como un padre político.
Su visión de país nos invita a seguir creyendo en una Costa Rica de oportunidades, donde cada ciudadano tenga la capacidad de contribuir a un futuro mejor.
Su vida nos enseña que el servicio público, cuando se ejerce con honestidad y amor por el pueblo, trasciende el tiempo y se convierte en un faro para las futuras generaciones.
Gracias, don Luis Alberto, por enseñarnos que la política es, ante todo, una expresión del amor hacia nuestra patria.