En honor al ICE

José A. Cabezas D.

Jose A. Cabezas

Escribió Johan Wolfang von Goethe, novelista, dramaturgo, científico alemán: “Que te cueste llegar, es lo que te hace grande”. Cada vez que pienso en el Instituto Costarricense de Electricidad, recuerdo a este novelista, célebre autor del recordado Fausto, porque su grandeza no radica solamente en la epopéyica construcción de nuestra estructura eléctrica desde su creación, el 8 de abril de 1949 o de haber insertado a Costa Rica en la telefonía moderna desde la década de los sesentas.

Ningún otro país en América Latina tiene, tan extendido en su territorio, la electricidad como lo logró el ICE, porque su filosofía no pensó solo en la industria y en las ciudades, como hubiera sucedido si le hubiéramos entregado el mercado eléctrico a transnacionales, sino que el ICE tuvo siempre, como parte de su objetivo, al pueblo. Me tocó ver hace una semana en Pilas, en Canjel, en Mozotal, en La Fresca, en Javillo, comunidades bien adentradas en las montañas de Nandayure de Nicoya, a las cuadrillas del ICE renovando postes y cables eléctricos entre matorrales y polvazales, con el mismo afán que los veo hacerlo en los barrios de San José.

Y en cuanto a la telefonía, no hay en esta bendecida Costa Rica, un lugar, por más recóndito que sea, en que no haya una escuela, una plaza de futbol, un centro de salud, pero también, por lo menos un teléfono publico. Y al campesino más pobre se le instala, al mismo precio que al más acomodado de nuestros lujosos condominios urbanos.

Recientemente, entre el 22 de diciembre del 2014 y el 16 de marzo del 2015, Costa Rica sorprendió al mundo cuando logró alcanzar 85 días consecutivos con energía meramente renovable, hazaña que superó este año cuando alcanzó 99 días sin uso de hidrocarburos. Entre los tributos que le brindaron los medios de comunicación de todo el mundo, el mayor y que debió de haber sido el más conmovedor, fue el que iluminaran una de las maravillas del mundo, a la Torre Eiffel, en París, con nuestros colores patrios y el lema: “Pura Vida”. Nuestros medios locales, en cambio, fueron mezquinos en difundir en nuestro país ese hecho que debe de tomarse, sin hipérboles, como un hecho histórico. Esto se lo debemos al ICE y esa frialdad local, como las embestidas que ha sufrido esta institución de nuestras clases políticas más adineradas, es lo que me hace verla y recordar a Goethe.

El proyecto del Reventazón inaugurado ayer, no solo tiene cifras técnicas. Su imponencia no radica en ver su portentosa estructura. Es que fue construido bajo un programa de Gestión Ambiental ejemplar en el planeta, por su respeto a la ecología circundante y, a la vez, su gestión social, mitigó al máximo el impacto en las comunidades. Como para que tengamos una idea, al norte de nuestro país se está planificando un supuesto mega canal. Pero las poblaciones han tenido que levantarse en protesta porque en el ideario empresarial para esa magna obra, lo que se está viendo es que la construcción simplemente les va a pasar por encima, con una que otra reparación económica para algunos. En Costa Rica, eso no pasó, gracias al ICE.

La inserción que la institución le abrió a un número inédito de mujeres en una obra tan titánica y agreste como lo es este Proyecto Hidroeléctrico Reventazón, comprobó que nuestras compañeras de vida están capacitadas para compartir más dinámicamente, las riendas del desarrollo del país en todos los campos.

La descripción de la obra no alcanza para detallarla en este espacio. La verdad es que, para la gran mayoría, no es fácil entenderla tampoco, por lo técnica. Lo que sí es entendible es el orgullo que nuestra joya de la corona de la historia costarricense, nos ha producido. Nada ha sido tan eficiente, nada ha sido un motor de desarrollo mayor, que el ICE. Y que haya, de hace unos veinte años para acá, tantos interesados en ponerle un obstáculo a su consolidación eléctrica y telefónica, en la que hasta autoridades costarricenses parecen favorecer más a la competencia extranjera que a proteger en términos de igualdad a nuestro instituto, nos hizo esbozar entre dientes cuando vimos las fotos de esta mega obra construida por costarricenses para Costa Rica, parafraseando a Goethe, su legendaria reflexión: “Paciencia, ICE: que te cueste llegar, es lo que te hace grande”.

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Columna Editorial Difundida en “Tiempos de Cambio” de Radio Columbia, el sábado 17 de septiembre de 2016.

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