El silencio sobre las bajas rusas

Wiktoria Bieliaszyn

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¿Podía Putin desconocer que los reclutas rusos estaban siendo enviados a Ucrania sin entrenamiento?

A Ivan le faltaba un día para cumplir 22 años. Cayó el primer día de la guerra. Su madre, Irina, recibió el comunicado de su muerte a través de Internet, del comandante, informándola que su hijo había caído durante los combates. No respondió a sus llamadas, no le explicó nada, pero Irina no podía creerlo. Porque su hijo nunca ha peleado, y solo ha empuñado un arma dos veces en su vida: para una foto de recuerdo del ejército, que pensó le mostraría a sus nietos más tarde.

El Ministerio de Defensa, la fiscalía militar e incluso el comandante de la unidad donde Iván hacía el servicio militar obligatorio desde octubre de 2021, no tenían nada que decirle a Irina. “En la oficina de reclutamiento militar nos dijeron que nos enviaron la noticia de su muerte demasiado rápido, y que tuvimos suerte, porque otros todavía no saben qué está pasando con sus hijos”, dijo la madre de Iván a “Novaya Gazeta” a principios de marzo, todavía con su nombre real.

¿Por qué crear confusión?

Dado que las autoridades rusas, por temor a «la difusión de noticias falsas», obligaron a la redacción de «Novaya Gazeta» a retirar los textos sobre las bajas del ejército ruso, Irina teme que hablar con los medios incomoda a las autoridades. Pero no piensa en esos 15 o 20 años de prisión por criticar o decir la verdad sobre el «operativo militar especial» no reconocido por las autoridades, o por traición a la patria, de la que cualquiera podría ser acusado por cuestionar la eficacia o la idoneidad de las operaciones militares rusas. Tiene miedo de no volver a ver a su hijo. Porque el cuerpo de Vania no ha sido devuelto y no sabe dónde está. La oficina de reclutamiento militar informó de inmediato a Irina que «el cuerpo no será devuelto hasta que finalice la operación militar, para no crear pánico».

Los funcionarios de las regiones rusas e incluso los periodistas reciben instrucciones similares. Un amigo reportero, que trabaja para un periódico en Siberia, me dijo: «Nosotros y muchas otras salas de redacción hemos recibido la orden de no publicar información sobre soldados muertos en nuestra región. Nos dicen que no debemos crear confusión y que los entierros se realizarán más tarde. Muchas editoriales han tenido que retirar estas noticias de sus publicaciones».

La familia de Iván se despide de él sobre una tumba vacía. La fosa, de varios metros de profundidad, está ahora protegida por una lona.

Perros salvajes

El presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky, alertado de la situación, ha pedido ayuda a la Cruz Roja para evacuar los cuerpos de los soldados rusos. Sus palabras son confirmadas por Valentina Mielnikova, fundadora del Comité de Madres de Soldados de toda Rusia: «Los nuestros nunca han tenido la costumbre de recoger los cuerpos de los muertos. Y no siempre recogen a los heridos. Es más barato escribir que el soldado desapareció sin dejar rastro. Las autoridades se ahorran el transporte de los restos a las familias de los fallecidos. En caso de «desaparición», estos últimos no tienen derecho a las prestaciones estatales».

En su libro «Ataúdes de zinc», Svetlana Alexievitch describió cómo, hace 40 años, las madres y esposas rusas recibían ataúdes de zinc, atornillados y sellados, lastrados con tierra para que pesaran como restos humanos.

En sus informes del Donbass en 2014, Elena Kostyuchenko reveló que las autoridades, para ocultar el alcance de las pérdidas a la sociedad y los medios, no devolvieron los cuerpos de sus seres queridos a las familias durante semanas, a menudo permitiendo que se descompusieran. Dmytro Tymchuk, bloguero y soldado ucraniano, afirmó que los rusos estaban lanzando los cuerpos de los soldados muertos a pozos de minas en desuso en Donbass.

Hoy, la redacción de «The Telegraph» informa que el ejército ruso utiliza masivamente los llamados crematorios móviles, en realidad instalaciones diseñadas para destruir desechos biológicos peligrosos, producidos por una empresa en San Petersburgo. Los cuerpos de los soldados, a los que no pueden evacuar ni incinerar, son despojados de sus documentos y cédulas militares para impedir su identificación.

Por su parte, la senadora rusa Loudmila Naroussova ha declarado que en Ucrania “los perros callejeros salvajes olfatean los cuerpos de los soldados rusos que no han sido devueltos al suelo”.

Vania, el genial manitas

En sus entrevistas con «The Telegraph», medios locales e internacionales, activistas y defensores de los derechos humanos han informado que los soldados rusos están enterrados en tumbas sin marcar para ocultar que habían luchado en Ucrania. Por su parte, «The Washington Post» publicó que una de las secciones del Comité de Madres de Soldados acusó a Vladimir Putin de violar el derecho internacional. El editorial cita la declaración del Comité: «Los comandantes rusos obligaron a los soldados a luchar ilegalmente en Ucrania. Y ahora nosotras, las madres, recibimos anónimamente los ataúdes con nuestros hijos».

“Esto es lo que necesitas saber sobre la actitud del enemigo hacia sus propios soldados. Mientras tanto, los soldados ucranianos muertos son acompañados en su último viaje como héroes”, comentó el Comando Operativo “Pivnitch”.

Pero Irina aún no es consciente de estas prácticas. Todavía tiene la esperanza de poder despedirse de su hijo. Cuanto más hablamos, más se ahoga en lágrimas. «¿Dónde está mi hijo? Dijo que iría a Bielorrusia para entrenarse. ¿Cómo pueden enviar a un recluta a la guerra? No sabe pelear. No quería. ¡Lo engañaron!».

Conozco algo más de este chico en las redes sociales, y en algunos textos raros de publicaciones independientes rusas -borrados de la web bajo la presión de las autoridades- que lo describían como un manitas capaz de hacer de todo, graduado de una escuela secundaria vocacional, Vania es decrito como trabajador, que hacía horas extras en obras y talleres en los pueblos de los alrededores. No era raro -como contó su abuela a «Novaya Gazeta»- que para llegar al trabajo tuviera que caminar de 10 a 20 kilómetros. Estaba ahorrando para su boda, pues un año antes le había declarado su amor a Katia, de la misma edad. Se conocían desde la infancia. En otoño, antes de partir para el ejército, le pidió a la familia que le enviara la foto del cachorro que había recogido unas semanas antes. «Quería ver cómo estaba creciendo», dijo la abuela del chico. En la foto, en su perfil en el sitio VK, un chico de cabello oscuro sonríe, con ojos grandes y rasgos faciales aún tiernos, algo infantiles.

Los muchachos que hacen el servicio militar obligatorio inmediatamente después de la escuela secundaria, o entre el primer y segundo nivel de estudios, a menudo terminan en el ejército, porque no tienen medios ni posibilidades de escapar. En internet, guías como «¿Cómo evitar ir al ejército de forma legal?» gozan de enorme popularidad, y los médicos, por sumas que van desde varias decenas hasta varios cientos de miles de rublos, emiten certificados de incapacidad para los chicos de buenas familias.

«Hace unos años, a mis padres les costó alrededor de 5.000 euros», dice Pavel, de 29 años, de Volgogrado, que tiene miedo al ejército, consciente de la violencia, la persecución y las torturas a las que son sometidos los reclutas, lo que se conoce como ‘dédovchtchina’ (novatadas crueles). Pero solo pueden escapar al servicio militar un puñado de privilegiados que no solo tienen dinero sino también contactos.

Reclutas, por lo tanto profesionales

Todos los días, las familias de los conscriptos se presentan ante el Comité de Madres de Soldados, una organización que se ocupa de la protección de los derechos de los soldados. El número de llamadas telefónicas aumentó hacia fines de febrero. Sus hijos fueron obligados a firmar urgentemente un acuerdo contractual que preveía un cambio de estatus de «reclutas» a «profesionales», o fueron enviados a los campamentos de las unidades militares ubicadas cerca de la frontera con Ucrania. El Comité ha comenzado a recopilar pruebas para presentar denuncias ante la fiscalía militar. Las autoridades tradicionalmente no dicen nada, solo aseguran que «en la operación militar especial sólo participan soldados profesionales».

Los periodistas de las publicaciones rusas independientes han hablado repetidamente con las madres de conscriptos desde el primer día de la guerra. Alona, ​​​​entrevistada por Meduza, dice a los editores que, en este momento: «Estoy en pánico. ¿Dónde está mi hijo? Me llamó por última vez el 22 de febrero, dijo que no podía hablar, que las conversaciones estaban siendo grabadas».

Los comentarios de padres y madres, publicados por los sitios independientes Meduza, «Novaia Gazeta», Mediazona y Zerkao.io, entre otros, muestran que las autoridades utilizaron el mismo esquema con los soldados recién reclutados. Primero, con el pretexto de participar en ejercicios organizados a mediados de febrero de forma conjunta por Rusia y Bielorrusia, fueron transportados desde varias unidades, incluso de las más alejadas de Rusia, hasta la frontera con Ucrania. Luego se les daban órdenes, cuya complejidad algunos soldados empezaron a percibir sólo a posteriori, porque los ejercicios eran demasiado reales y hacían pensar en la ejecución de un plan de invasión. Les confiscaron los teléfonos y les entregaron armas.

A los que tenían dudas, como escribe el escrito de Zerkalo.io, se les recordó las penas previstas para la «deserción» y la «traición a la patria».

¡Mamá, es la guerra!

No todos los padres creyeron a sus hijos, quienes los llamaron a escondidas y hablaron de sus temores de que «algo se estaba gestando», mientras los ejercicios de entrenamiento se prolongaban y el mando los acercaba cada vez más a la frontera. Léna, la madre de Pavel, de 18 años, le dijo a la redacción de Svoboda: «Vi las noticias y me reí de ese estúpido y falso Occidente que anunciaba la guerra. Después de todo, sabía por mi hijo que eran unos meros ejercicios», exigentes tal vez, pero es tan joven, sin entrenamiento y enfermizo. Pensé que estaba exagerando. Le expliqué que Occidente estaba mintiendo, y que no se preocupara, que no habría guerra. Solo me preguntaba por qué estaban durmiendo en camiones. Cuando me llamó la noche del 24 de febrero, gritó: «¡Mamá, nos traicionaron! ¡Nos engañaron! Esto es la guerra !»

Durante los «entrenamientos», los comandantes alentaron u obligaron a muchos reclutas a firmar contratos de alistamiento de 20 a 30.000 rublos [aprox. 200 € – NdT], prometiendo que podrían rescindirlos fácilmente. Olga Larkina, presidenta del Comité de Madres de Soldados, comentó a fines de febrero: «Las madres dicen que sus hijos las llaman diciendo que les obligan a firmar contratos. No sabemos cómo. Las que han logrado contactar a sus familias han dicho que les habían quitado las libretas militares, les habían puesto sellos, y los recalificaban como soldados profesionales”.

«Novaya Gazeta» reveló que si los comandantes no convencian a los reclutas, firmaban los contratos ellos mismos en lugar de los soldados que tenían bajo su mando. Los maltrataban física o psicológicamente, enviándolos a los campos de entrenamiento y ordenando ejercicios más allá de las fuerzas de los jóvenes, para quebrarlos.

También utilizaban provocaciones. «Mamá, nos rodearon y dijeron que eramos enviados voluntariamente a Bielorrusia. El comandante dijo que teníamos que estar estacionados en Bryansk, aunque fueron ellos quienes nos trajeron aquí a toda prisa. Dijo que somos desertores, y que o atacabamos a los ucranianos o seríamos transferidos a un batallón disciplinario de criminales. Yo firmé”. Así contó a «Novaya Gazeta» la madre de un militar de 23 años la conversación con su hijo.
La última vez que tuvo contacto con su hijo fue el 24 de febrero a las 4:30 am. Detrás, escuchabamos disparos y el sonido de aviones. «Mamá, nos subimos a los camiones y nos vamos. Te amo. Si recibes un comunicado de muerte, no lo creas de inmediato» – le había dicho.

A los jóvenes soldados, que muchas veces no sabían en qué había consistido «la reconquista de Crimea», ya que entonces eran niños, los comandantes les explicaron que su objetivo era «la liberación del pueblo ucraniano de manos de los nazis» y «la protección de la población ucraniana de habla rusa víctima de un genocidio». «Estamos por la paz. Estableceremos la paz en Ucrania. Hay que salvarla», declararon unos soldados rusos de 19 años reunidos en Crimea en enero por periodistas de «Novaya Gazeta». La transcripción de las entrevistas muestra que ninguno de estos soldados se daba cuenta de las verdaderas intenciones de las autoridades.

Esto lo confirma la parte ucraniana, que ha pedido repetidamente a las autoridades rusas que perdonen a «sus hijos». También Serhiy Kyslytsya, embajador de Ucrania ante la ONU, informó sobre el grado de conocimiento que tienen los soldados rusos de las operaciones que realizan sus ejércitos. Durante la sesión especial de la ONU, leyó los mensajes de texto que un soldado ruso fallecido envió a su madre antes de morir: «Mamá, estoy en Ucrania. Es la guerra de verdad. Tengo miedo. Estamos disparando a todo, incluso a los civiles. Dijeron que seríamos bienvenidos, pero se tiran debajo de nuestros vehículos. Nos llaman fascistas. Mamá, me siento fatal”.

Putin asombrado

Durante días, las autoridades rusas cuestionaron estas informaciones. Informaron de los soldados muertos dos veces: el 2 de marzo, el Ministerio de Defensa declaró que 498 soldados murieron durante la «operación militar especial», y el viernes siguiente 1.351. A su vez, el portavoz del Kremlin destacó que el presidente de Rusia, como » comandante en jefe», conoce las cifras precisas, pero «no puede divulgarlas».

Los activistas rusos son irónicos y llaman la atención sobre el hecho de que uno puede tener algunas dudas sobre el grado de conciencia de Vladimir Putin.

En su tradicional discurso a las mujeres pronunciado el 8 de marzo, Putin, el presidente de Rusia, dijo claramente: «Los soldados que hacen su servicio militar no participan en el combate… Tales obligaciones las llevan a cabo soldados profesionales». Al hacerlo, ignoró por completo la intervención de la senadora Ludmila Naroussova quien, cuatro días antes, durante la sesión del Consejo de la Federación de Rusia -con base en datos obtenidos del departamento militar- informó de las importantes pérdidas entre los soldados reclutados que cumplían su servicio militar obligatorio. «Los obligaron a firmar un compromiso, o se firmó por ellos. De una compañía de 100 soldados solo sobrevivieron cuatro», explicó.

El 9 de marzo, en reacción al comunicado de prensa del Ministerio de Defensa -que reconocía que «se ha descubierto la presencia de conscriptos en el territorio de Ucrania»-, Vladimir Putin exigió a la Fiscalía Militar Superior que explicara por qué un ejército no profesional se encuentra en una zona de combate, y que se impongan sanciones a los responsables de enviar reclutas a Ucrania. Aunque han pasado más de dos semanas desde entonces, el portavoz del Kremlin informó que el presidente de Rusia aún no ha recibido una explicación sobre los motivos de la presencia de conscriptos en el frente.

La mayoría de las veces, es a través de Internet como los padres se enteran de que sus hijos se encuentran prisioneros en Ucrania, por ejemplo, en el sitio 200rf.com creado por las autoridades ucranianas, donde publican fotos y videos de los prisioneros. El hermano de Danilo Vorobyov, uno de estos militares, dijo durante una entrevista a Radio Svoboda que la familia, tras alertar a las autoridades, fue objeto de burlas. «Se rieron de nosotros. Nos dijeron que nos equivocábamos. Sin embargo, lo vemos claramente en el video. Por cierto, los ucranianos le permitieron llamar a casa de su madre y hablar un rato. Ni siquiera sabía a dónde lo habían enviado, o con qué propósito. Debe haber sido un ejercicio con las tropas bielorrusas».

Por las grabaciones publicadas por las autoridades ucranianas, nos enteramos de que los chicos no entienden «por qué los enviamos allí». Muchos de ellos repiten que fueron enviados a ejercicios, y pocas horas antes del inicio de la guerra les dijeron que iban al frente. «Mamá, papá, no quería ir a Ucrania. Nos dijeron que íbamos a hacer ejercicios con la Brigada 25. Luego, en la noche del 25 de febrero, dijeron que íbamos a Ucrania y cruzamos la frontera, dijo uno de los prisioneros.

Las palabras de los prisioneros son confirmadas por Albert Sachibgarieyev, un soldado profesional de 25 años, el primer desertor conocido con nombre y apellido, que se negó a participar en los combates contra Ucrania y regresó a casa desde el frente. En una entrevista con el portal Meduza, dice: «No nos explicaron nada. Nos ordenaron cargar la munición en los camiones. Dijeron que íbamos a cambiar de posición. Dedujimos que era la guerra, cuando comenzaron a dispararnos y nosotros devolvimos el fuego. Antes pensábamos que eran ejercicios. No sabíamos que disparábamos contra los ucranianos. En el ejército no hay lugar para preguntas. Cuando recibes una orden, la ejecutas”.

El muchacho -como explica Meduza a partir de los documentos mostrados a la redacción- tras huir del frente para volver a su ciudad natal de Ufa, escribió una carta exigiendo su exclusión del ejército. «La participación forzada en la operación militar especial es contraria a mis creencias», dijo. En opinión de los abogados, no evitará la cárcel.

Cuando llamo a la sede del Comité de Madres de Soldados sobre este asunto, escucho que desde marzo ya no conceden declaraciones a los medios occidentales. En el Ministerio de Defensa de Rusia, una persona con una voz agradable, después de escuchar mi pregunta, colgó delicadamente.
Al mismo tiempo, la sección rusa de la BBC publicó los resultados de la investigación. Los periodistas lograron confirmar que «cargamentos 200» – así es como en la jerga militar hablamos de los cuerpos de los soldados muertos – llegarán a por lo menos 70 de las 85 regiones rusas. En algunas de estas regiones ya se habían realizado entierros individuales al comienzo de la guerra. Como escribió la redacción de Radio Svoboda, las madres de los soldados muertos habrían recibido cartas de agradecimiento de las autoridades con estas palabras: «Te agradecemos haber criado a tu hijo».

Es imposible estimar el número exacto de muertos, al igual que el número de reclutas obligados a participar en esta guerra. Probablemente nunca sea posible, dada la forma en que las autoridades rusas protegen la información sobre sus bajas. Según estimaciones de la inteligencia estadounidense, basadas en análisis de medios, fotos satelitales, fotos de soldados y equipos expuestos al fuego, perecieron al menos siete mil miembros del ejército ruso.

Generación P

Gimnasio de una escuela en el Óblast de Kamerovo. En la sala, los familiares de los soldados reclutas, que llegaron el 5 de marzo para una reunión con el gobernador Sergei Tsyviliov.

«¡¿Dónde está mi hijo?! Los engañamos a todos. Se suponía que iban a entrenar a Bielorrusia. ¿Por qué enviaron a nuestros muchachos allí? No tienen preparación. ¡Solo tienen 20 años! Y tu hijo, ¿dónde está?» ?! ¡¿Él está estudiando?!» – grita una de las madres. Los demás la siguen: «¡Usaste a nuestros hijos como carne de cañón!» Molesto, el gobernador responde: «Es un operativo militar especial. No hacemos comentarios. Mientras dure este operativo, está prohibido criticar a nadie». Y sale de la habitación.

Sergei Medvediev, politólogo y periodista ruso que escribe sobre la guerra en Ucrania, comenta: «Todos mis pensamientos están ahora con Ucrania, pero no puedo evitar pensar en esos chicos rusos nacidos en los años 2000-2002, que hacían ejercicios militares y de repente se convirtieron en soldados profesionales. De reclutas se convirtieron en carne de cañón. Esta es la generación P, nacida durante el reinado de Putin, y que ni siquiera sabía que había un mundo sin Putin. A menudo escribí sobre ellos y hablé con sociólogos que estudiaron sus preferencias políticas y modelos culturales. Pensamos que eran nativos digitales, nacidos con smartphones en la mano; hablamos de zoomers, tiktokers. Y ahora la Generación P arde dentro de los tanques y permanece enterrada en la tierra virgen ucraniana, sin haber podido darse cuenta de que había un mundo sin Putin».

Se han cambiado algunos nombres por razones de seguridad.

Wiktoria Bieliaszyn es periodista de «Gazeta Wyborcza». Se especializa en temas relacionados con Europa del Este. También publicado en «Polityka», «Tygodnik Powszechny», OKO.press, Die Welt, La Repubblica y Meduza. Reportaje publicado el 24 de marzo de 2022 en «Gazeta Wyborcza», el principal diario polaco. – Traducido del polaco por Stefan Bekier.

Fuente: https://wyborcza.pl/magazyn/7,124059,28259480,rosjanie-gina-po-cichu-matka-zolnierza-dostanie-zwloki-po-wojnie.html

Traducción: Enrique García

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