Carlos Manuel Echeverría Esquivel
La integración regional hasta donde se pueda llegar, es en razón de las economías de escala que en la mayor parte de los campos se pueden lograr, un facilitador indiscutible del progreso sostenido hacia el desarrollo de los siete países de la Región Centroamericana y la República Dominica hoy todos parte del Sistema de la Integración Centroamericana, el SICA. Ese esquema organizativo público al más alto nivel, hoy se encuentra en la más difícil de descifrar encrucijada de su historia y podría encontrarse en serios aprietos. Para un integracionista como el suscrito, que por designación de la Reunión de Presidentes, órgano superior del SICA, integró su comisión preparatoria que generó su acogida propuesta en 1991, el tema es de importancia capital; 27 años después, esperaba otra cosa…
El SICA promueve la integración regional, dice el Protocolo de Tegucigalpa (1991) a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (1951), como un vehículo para constituir a Centroamérica, como una Región donde prevalezca la Paz, Libertad, Democracia y Desarrollo, justa aspiración de los países firmantes. El Protocolo de Tegucigalpa se refuerza con el Tratado Marco de Seguridad Democrática, suscrito en 1995, pero como es el caso de otros instrumentos como el PARLACEN y la Corte Centroamericana de Justicia, todavía no suscritos por todos los países.
Importante mencionar que el Protocolo de Tegucigalpa, que enriquece y modifica la Carta de la ODECA, dándole un sentido holístico o integral, no hubiera sido posible, sino se hubieran dado los Acuerdos de paz en Centroamérica (Esquipulas I, 1986), donde jugó un papel clave el actual Secretario General del SICA y en ese entonces y por cinco años, presidente de Guatemala don Vinicio Cerezo Arévalo. De ese tiempo, permanece en el poder el gobernante nicaragüense Presidente Daniel Ortega. Gracias a Esquipulas I, fue posible hablar más allá de la integración económica, hoy día Subsistema de la Integración Económica Centroamericano y que en el año 1991 se planteara el mencionado protocolo.
Fueron esos acuerdos la “piedra de toque”, para un esfuerzo serio y genuino en la Región por instaurar en todos los países la democracia pluralista occidental, de corte liberal. Así mismo, conviene afirmar la interrelación entre la Paz, no impuesta por supuesto y a construir; la libertad, individual y social; la democracia, que ya se describió y el desarrollo, que por definición tiene que ser sustentable, sostenible y para todos.
Tanto el Protocolo de Tegucigalpa como el Tratado Marco de Seguridad Democrática en lo que le corresponde, obligan a los países a promover lo expresado en ambos documentos, lo que desgraciadamente no está ocurriendo, para lo que no es necesario hacer aquí un detallado análisis, pues es claro lo que sucede en cada país; algunos con problemas políticos muy serios, otros luchando contra la corrupción y varios con situaciones económicas delicadas, en algunos casos combinando males. Sería contradictorio pensar que países con problemas de políticos internos desintegradores muy serios, estuvieran promoviendo los valores integracionistas del SICA a nivel regional; otros, con democracias que de alguna u otra forma están funcionando, están distraídos por temas económicos o de corrupción, que hacen difícil le presten la atención al SICA que éste merece.
Así mismo, es de esperar que otros países del SICA se sumen a los cuatro que ya han roto sus relaciones con China-Taiwán. De ser así, el apoyo que el SICA y varias de sus instancias reciben de Taiwán se perderá, lo cual a la larga será lo mejor, si los países centroamericanos deciden no depender de fuentes ajenas a ellos para sus gastos operativos; sin embargo, un reto en el corto plazo. La SG SICA y la SG SIECA reciben fuerte financiamiento de los gobiernos de los países miembros, US$ 2.3 millones y US$3 millones respectivamente, si mal no recuerdo. La mayor parte de las restantes instancias andan mal financieramente. Tendrán los países que definir que es de su interés o no y poner a trabajar el mecanismo financiero que por la vía del BCIE se ha sugerido.
Por otro lado, no todo marcha bien en emprendimientos que se tienen como consolidados. El SIEPAC del MER (Mercado Eléctrico Regional) por ejemplo, cumple su función transmisora abasteciendo a países que en dado momento necesitan energía, de los que la tienen sobrada. Sin embargo, si se analiza con más detalle lo que está sucediendo, se da uno cuenta de que no se está cumpliendo a fondo con el objetivo de que la energía transmitida sea totalmente limpia y de fuentes locales renovables. Pareciera –y ojalá me corrijan fundamentadamente-que la tendencia es a utilizar la red para consumir gas natural de origen extra regional, además de que la línea conductora en algunos países, no es la adecuada.
Tenemos un Secretario General de mucha valía, un expresidente ligado a la integración y de prestigio. Pero los países lo están dejando solo; con la situación que viven varios y la disparidad de formas de ver la política, pocos estamos pensando en la integración regional, siendo ésta tan necesaria, sin que eso implica llegar a federarse, lo qué, me parece, está fuera de lo posible en el futuro pre visorio y a mediano plazo. Difícil trabajar así, pues aunque el Secretario General dedique su tiempo al necesario fortalecimiento de un sistema bastante asistémico o a promover proyectos integradores como es el caso de un ferrocarril intrarregional que enlace a las Américas pasando por encima del Tapón del Darién, sin el compromiso decidido, plasmable y con sentido de los países miembros, el potencial de su gestión cono Secretario General se subutilizará. Lo triste es que no creo la situación actual cambie en el plazo cercano.
– Embajador de Costa Rica en El Salvador (2014-2017)