El realismo mágico de Chile…

…que deberá administrar el Presidente Gabriel Boric.

Rodrigo Marchant

Rodrigo Marchant

La apabullante victoria de la centroizquierda chilena en las elecciones presidenciales de diciembre, se logró movilizando a un electorado joven, que generó anticuerpos contra en el liberalismo chileno, basado en un sistema crediticio, que prestaba los fondos de pensiones a grupos económicos dueños de bancos, industrias, constructoras, forestales, terrenos agrícolas, retail y concesiones mineras entre muchos rubros. También prestándoles dinero a algunos padres de clase media, casi siempre profesionales, para que pudieron acceder a una vivienda nueva, pagar por salud y educación de cierta calidad en cuotas eternas.

Muy al final se buscó hablar de que las pensiones chilenas eran bajísimas, tampoco mirar cómo incorporar a los casi 5 millones de pobres estructurales, muchos de ellos jóvenes, que vieron pasar por décadas el carro del desarrollo frente a su realidad perenne de falta de oportunidades. Así las cosas, el estallido social del 18 de octubre de 2019 era inminente, motivado también por las denuncias mediáticas de colusiones, monopolios sempiternos de poder, corrupción en todas las instituciones y la falta de políticas públicas paralelas, capaces de bajar a la realidad el efectismo económico, que se vanagloriaba de sus éxitos de crecimiento para algunos aventajados, pero que se notaba muy poco en ciudades alejadas de la capital chilena y en la capacidad de ahorro de toda la población.

El resultado es una ciudadanía endeudada, estresada, con los peores índices de salud mental del continente, con adicciones al consumo y una cierta desidia frente a los temas medio ambientales.

Boric y la tormenta perfecta

El diputado Gabriel Boric aceptó el desafío de ser candidato y enfrentarse a la derecha chilena, para hacerse cargo de la administración del país por los próximos 4 años, convirtiéndose a sus 35 en el Presidente más joven de Chile. Ad portas además de que en septiembre 2022 se vote la nueva Constitución, que defina entre muchos temas trascendentes, el futuro del presidencialismo y se ponga sobre la mesa la necesidad de mayor parlamentarismo, pero de manera unicameral.

Las expectativas de transformación son altísimas, para donde se mire: tres mil puestos públicos dependen del Presidente electo. 300 mil cirugías y 2 millones de consultas de especialidades están en lista de espera en los hospitales nacionales. Y el modelo de administración del poder apunta nuevamente a los recursos naturales, aumentando el royalty minero y rogando que la explotación del Litio no sea concesionada a privados por 20 años, antes de que Sebastián Piñera entregue su mandato.

El crecimiento proyectado ronda el 2 por ciento y los expertos de todos los frentes, dicen que los números no dan para responder a la urgencia económica, dada la inflación actual, que ya ronda el 6 por ciento según cifras oficiales.

Ese fenómeno no es menor, ya que Chile desde la década de los 60 valoriza las hipotecas y las transacciones en general, excepto los sueldos, en las llamadas Unidades de Fomento (UF) cuyo valor unitario es de aproximadamente 38 dólares, pero que se reajustan diariamente según la inflación y las turbulencias económicas. Así, la posibilidad de que el precio de la UF se dispare y genere una caída generalizada del pago de los créditos hipotecarios es altísima, aumentando las pérdidas de los fondos de pensiones y engrosando el déficit general de ciudadanos sin vivienda propia, que ronda los 600 mil inmuebles.

En ese contexto el acceso a crédito está prácticamente paralizado, el no pago de créditos de consumo (cartera vencida) también va en aumento y las deudas de cuentas de servicios básicos están en su punto máximo, obligando al Gobierno actual a proponer pagos a 40 meses.

Las importaciones -por el continuo aumento del precio del dólar- también se están reduciendo; la huida de capitales a paraísos fiscales ya ha trasladado más de 50 mil millones de dólares desde el estallido y la militarización de la zona mapuche. Todos esos elementos podrían estar creando una tormenta perfecta de estallidos sociales y necesidad de soluciones concretas, como por ejemplo, volver a entregar una renta vital a toda la población, basada en una reforma tributaria que requerirá del apoyo de un Congreso, pero que en la última elección de diciembre dejó al progresismo de Apruebo Dignidad y a los parlamentarios independientes sin una mayoría, la cual requiere de 78 votos para lograr el ansiado Acuerdo de Gobernanza, con los partidos socialdemócratas, que fueron tildados por los ultra izquierda de cómplices del liberalismo, y donde ya hay anuncios de que muchos actores serán oposición.

Consultor en Gobernanza de Datos, Master en Applied Research, Lancaster University, Inglaterra. Periodista de la Universidad de Viña del Mar de Chile.

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