Especial para Cambio Político
La Patrulla Internacional de Bares
Y LLEGÓ LA PATRULLA DE BARES
Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca
Enemigo mortal del karaoke y los bares de pipicillos
![]() |
Misión: Albatross Bar Dónde: Isla Tristán de Acuña (ver mapa) |
El Albatross no es un bar independiente, sino un inquilino permanente del Prince Philip Hall, un salón comunal que sirve para todo: bodas, bailes, reuniones, torneos de billar, ceremonias, fiestas de año nuevo y, en temporadas difíciles, probablemente también ensayo de coro, vacunatorio y gimnasio improvisado. Es el tipo de edificio que en cualquier otra parte del mundo tendría varios usos; en Tristán tiene todos los usos posibles. Incluso sobrevivió un huracán en 2001, lo que debería darle derecho a una medalla o al menos a un reforzamiento extra en las paredes.
Por dentro, el bar tiene una decoración que yo llamaría “estilo comunidad que hace lo mejor con lo que tiene”. Sillones cómodos y vividos, carteles antiguos de cerveza, una mesa de billar que ha escuchado más historias que un sacerdote, y posiblemente un dardo que ha volado tantas veces que ya conoce de memoria el viento local. Hay también mesas afuera, aunque usarlas depende de que el clima no decida lo contrario, lo cual en Tristán es pedirle demasiado al universo.
Poner el mapa sale sobrando, no hace falta dar direcciones, pero vale para que conozcan adónde está la isla
A pesar de que todo lo que entra a la isla depende de barcos que pasan cuando se alinean los planetas, los precios del bar son sorprendentemente amables. Una lata de cerveza ronda las £1,50 (unos $2) y un trago de licor puede costar 50 peniques (unos $0.65), cifras que en cualquier otro lugar serían sospechosas. Aquí, más bien, parecen parte de una política pública de bienestar emocional.
Como todo en Tristán, el bar funciona como centro social, diplomático, festivo y terapéutico. Cuando uno entra, suele encontrar una mesa de isleños listos para conversar con quien aparezca, a veces con una Windhoek en la mano, a veces con un brandy sudafricano, y casi siempre con un comentario que vale oro. Cuando llega un barco, el Albatross Bar se transforma en una especie de embajada: científicos, trabajadores, voluntarios, marineros y uno que otro turista despistado que juraba haberse embarcado hacia otro destino terminan aquí tratando de descifrar la vida isleña. En un lugar tan pequeño, el bar sirve como la sala de espera del destino.
Alguna vez el Albatross Bar incluso tuvo su propia cerveza conmemorativa, la Tristan Island Brew, hecha por una cervecería de la Isla de Man e infusionada con bayas locales. Fue una rareza deliciosa que hoy, si quedara una botella, valdría casi como objeto arqueológico. A veces también aparecen en internet fotos de sándwiches o filetes, tan tentadoras como engañosas: en Tristán todo depende del barco más reciente. El menú, por lo tanto, es más un estado de ánimo que una carta fija. Y propiamente en el el bar no tiene comida, hay que pedirla en el único café que tiene el pueblo, si topamos con suerte y está abierto.
Cápsula cultural de la Patrulla de Bares
La cerveza “Island Brew”
Uno de los hitos recientes más llamativos en su historia es la colaboración con la cervecería Bushy’s Ale of Man para crear la Tristan Island Brew, una cerveza infusionada con bayas de la isla.
En diciembre de 2015, llegaron botellas de esta cerveza a la isla (traídas desde Isla de Man, luego a Ciudad del Cabo y finalmente a Tristán) para una ocasión especial: el día de esquila de ovejas.
Los isleños presentaron esta cerveza en el Albatross Bar, y el gerente pidió que las botellas vacías se conservaran como recuerdo.
También se organizó una “noche de hermanamiento” (twinning night) entre el Albatross Bar y un pub británico (Elder Tree Inn, en Lincolnshire), para celebrar la cerveza “Island Brew”.
El nombre “Albatross” no es casual: estas aves son los verdaderos soberanos de la zona, criaturas que ven normal vivir así de lejos de todo. Y de alguna manera, el bar comparte ese ADN: no existe a pesar del aislamiento, sino gracias a él. En un lugar donde todos se conocen, donde las distancias se miden en mareas y donde el tiempo transcurre con la calma de quien no tiene prisa, el Albatross Bar es el latido social que mantiene encendida la vida comunitaria.
Si algún día llego hasta Tristán —sin naufragar, idealmente—, sé que al entrar al Albatross Bar alguien abrirá una cerveza, me preguntará de dónde vengo, me contará la historia de la isla por enésima vez y hará que parezca la primera. Y yo brindaré, porque estar en el bar más remoto del planeta no es tomarse una bebida, es haber llegado a un punto del mapa donde el mundo, simplemente, se detiene a descansar.
Resumiendo, llegar a Tristán de Acuña ya es de por sí una aventura. No hay aeropuerto. El transporte regular se realiza por barco, lo que implica viajes largos y condiciones marítimas difíciles. Como mencioné, todo debe importarse, lo que hace que las bebidas dependen de la llegada periódica de barcos. Al ser un asentamiento pequeño, hay pocas opciones de ocio, por lo que el bar juega un rol particularmente importante. Eso sí, tiene un campo de golf, así que sería perfecto para mandar a Trump una temporada (¡me arriesgo a que me quiten la visa!).
Imágenes tomadas de Internet.
Califique esta Patrulla:
SEMPER COMPOTATIUM
Al rescate de la más noble de las tradiciones culinarias costarricenses: la boca
Enemigo mortal del karaoke y los bares de pipicillos
LLOREMOS POR SIEMPRE POR LA EXTINTA SAINT FRANCIS
¡LA BIRRA EN VASO SIN HIELO! ¡NI A PICO DE BOTELLA!
Combatiente declarado contra los sports bar
Los aborrecibles Pancho’s, Millenium, Yugo de Oro Cinco Esquinas y el Valle de las Tejas dichosamente de Dios gozan
VALETE ET INEBRIAMINI
Cambio Político Opinión, análisis y noticias













