El morbo contra el Dr. Marín

Por yayo vicente

En Costa Rica, al que pretende levantar demasiado la cabeza sobre el nivel general, no se le corta. ¡No! Le bajan suavemente el suelo que pisa, y despacio, sin violencia, se le coloca a la altura conveniente.

El ambiente tico y los mitos tropicales, Yolanda Oreamuno Unger, 1939

Yayo Vicente

Conozco y quiero al Dr. Rodrigo Marín Rodríguez. Hemos compartido buenos momentos, discutido de política (él es anticomunista y antifidelista y no lo disimula, yo socialdemocráta y tampoco lo disimulo, en ese tema las chispas salen), ambos somos madridistas (imposible ir a Madrid y no darse una vuelta por el Estadio Santiago Bernabéu), nadie hace cerdo en caja china ni es tan buen anfitrión como él. Con Rodrigo aprendí a comer y a deleitarme con la “yuca asustada” y el congrí.

Muchos cubanos vienen a Costa Rica de paso, una parada intermedia para llegar a su destino final, los EE.UU. No es el caso de Rodrigo Marín Rodríguez, se enamoró del país, y se hizo costarricense por naturalización (cédula de identidad número 8-0115-0892), es uno más de nosotros, un ser humano con virtudes y defectos.

El Dr. Marín es un “todo terreno”. Se le mete con ganas y entusiasmo a los problemas. Lo vi hacerlo en las difíciles condiciones de Talamanca, también manejando el complejo problema del mosquito Aedes aegypti , que transmite enfermedades como el dengue, el zika, el chikungunya, la fiebre amarilla, el mayaro y el usutu. Un vector que ha puesto a Costa Rica de rodillas, llenando hospitales y de tristeza a mucha familia

El Dr. Marín Rodríguez no es profesional solo de oficina, se arremanga y va hasta donde está el problema. ¡Que nadie le cuente! Durante las reuniones él es quien cuenta. Su buena manía de meterse al barro, ver con sus propios ojos y tomar nota, lo pone por encima de quienes se quedan en la torre de marfil.

Por sus méritos profesionales llegó a ocupar la dirección de Vigilancia de la Salud, del Ministerio de Salud. Una dirección estratégica, indispensable y de grandes responsabilidades. Estrenó su nuevo y merecido cargo, con la pandemia. El problema sanitario más grande y profundo de la historia costarricense.

El Marín de siempre, se fue a San Carlos cuando el incendio pandémico estaba allá. En las noches y madrugadas, sábados y domingos, corría al aeropuerto a recibir y dar instrucciones cuando llegaba un avión con repatriados. El SARS-CoV-2 se nos metió con la pobreza, “tras de cuernos palos”. Detrás iba el Dr. Marín, de cuartería en cuartería. Sacando enfermos para aislarlos en albergues, coordinando con CNE, para apoyar a la cuartería afectada con comedera. El bombero Marín, está donde está el incendio, como siempre.

No pretendo justificar al Dr. Rodrigo Marín, mi amigo. A lo sumo lo explico. ¿Cometió un error?, no lo sé. Me declaro incapaz de juzgar a nadie y menos a un amigo. Eso se lo dejo a quienes tienen esa mala costumbre.

Quiero eso sí, decir un par de cosas:

La primera, que no es oportuno mandar para su casa a los mejores. Estamos en una seria crisis sanitaria y los mejores, quienes le ponen el pecho a los problemas, quienes tienen colmillo, son escasos e importantes.

La segunda, si ya le tenía admiración al amigo Rodrigo, hoy todavía más. En este país nos hemos ido acostumbrando a jerarcas con piel gruesa, como cocodrilos. Personajes que se aferran al puesto, provocando un enorme desgaste antes de finalmente irse. No es el caso del Dr. Marín, con hidalguía y como acto reflejo de una persona de bien, renunció.

Durante el mal rato, los morbosos de siempre (que disfrutan con el mal ajeno), los serruchadores de piso de siempre, ahora envalentonados con las redes sociales, han hecho su desagradable fiesta. No importa la pandemia, no importa todo lo bueno hecho y por hacer. Como perros sin entrenamiento, ladran halagos y muerden piernas.

Amigo Rodrigo, la patria que escogiste para vos y tu hijo, es la misma desde 1939. Exactamente como la describió Yolanda Oreamuno, aquí no cortamos cabezas, solo serruchamos el piso.

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2 comentarios

  1. Dt. Guillermo Martinez

    Muchas gracias Yayo por re confirmar la muy elevada opinion que ya tenia de un profesional serio, esforzado y altamente comprometido.
    Lamentablemente parece ser que desde siempre nos ha caracterizado la envidia silenciosa y la maledicencia.
    Saludos a la distancia para todos.

  2. Gayo Julio César, político y emperador romano, dijo las siguientes palabras, que a pesar de disgustar a las feministas extremas, quedan muy bien para este caso- “La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”.

    Sin emitir juicio, también podemos ser capaces de ver, que la lectura de su acto dista mucho de reflejar el profesional que usted describe.

    Concuerdo en usar el martillo para destruir al serrucho que tanto daño nos ha hecho, una vez cometido el acto guardarlos en una caja de cristal para recordar que ninguna de las dos herramientas nos permiten prosperar.

    Bailar, sí, con cautela al son de las circunstancias.

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