Por Birgit Zimmermann (dpa)
Naumburg/Leipzig (Alemania), 3 sep (dpa) – Dos carteles en su cafetería junto a la catedral de Naumburg, en el este de Alemania, anunciando el «helado cremoso original de la RDA» hicieron duplicar las ventas del establecimiento de Steffen Pretzsch.
«No lo creí posible», dice Pretazch, de 56 años, que no es el único vendedor de este tipo de helado considerado típico de la RDA. Muchas heladerías de la antigua Alemania del Este lo anuncian y sus ventas funcionan, aunque los expertos tratan de averiguar el porqué.
«Cualquiera puede anunciar que vende helados cremosos de la RDA», afirma Torsten Langbein, director de ventas de la empresa Ablig Feinfrost, a la que pertenece el Museo del Helado de Alemania Central, en Heichelheim (Thüringen).
Langbein reconoce que el producto no tiene una denominación de origen protegida, pero dice que hay algo así como un conocimiento general, un «gusto adquirido» que mucha gente asocia con el helado, que se derrite bastante rápido… y que sigue gustando.
Un primer gran secreto del helado cremoso de la RDA reside en las máquinas heladeras, las «Ilka Eisfreezer». «En Occidente, las heladeras inyectaban hasta un 30 por ciento de aire en el helado. En el Este, no había aire», dice Pretzsch, que explica que eso le daba más firmeza y una «sensación en boca» diferente.
Las viejas máquinas siguen usándose en bastantes heladerías. Ulrike Helbig, de 56 años, tiene tres de ellas en su «fábrica de helados» de Gössnitz, también en Thüringen. Dos producen su «helado cremoso original de la RDA» y una proporciona piezas de recambio.
El helado cremoso, sin embargo, no es un invento de la RDA. Llegó a Alemania desde Estados Unidos en la década de 1950. Según datos de la Oficina de Protección del Consumidor de Baja Sajonia, el helado cremoso se produce a temperaturas mucho más altas (-6 grados) que el convencional (-18 grados).
Las materias primas también explican qué es el helado cremoso de la RDA. La heladera Helbig explica que compra sus mezclas a varios fabricantes. En cambio, Pretzsch confía en un fabricante que también suministraba helado cremoso en polvo en tiempos de la RDA: la empresa Komet, de Grosspostwitz (Sajonia).
Pretzsch explica que el helado «clásico» tiene que ser de chocolate y vainilla, y mezclado con agua «para que sepa como antes».
El director de ventas de Komet, Sebastian Bartsch, no quiere dar demasiada importancia al tema de la RDA. «El término ‘helado cremoso de la RDA’ no existe en la legislación alimentaria», afirma.
Komet desarrolló su mezcla de helado cremoso en los años cincuenta y sesenta. «Pero sería dudoso decir que vendemos lo mismo que antes», dice Bartsch, quien indica que hoy en día se pueden utilizar materias primas completamente distintas y la normativa sobre otros aditivos, como aromatizantes y colorantes, es completamente diferente.
Sin embargo, «la idea básica del helado es la misma que en tiempos de la RDA. Pero que sepa exactamente igual es algo que depende mucho de cada uno», afirma Bartsch. Komet no solo vende sus helados en polvo en el este desde hace tiempo. «Nos estamos dando cuenta de que cada vez vendemos más en el oeste de Alemania», dice.
Y esa expansión también la observa un segundo gran fabricante, la empresa Anona, de Colditz, también en Sajonia. «En el oeste van surgiendo poco a poco interesados que quieren incluir el tradicional helado cremoso en su cartera», informa la empresa.
Anona produce anualmente unas mil toneladas de helado en polvo. Sus recetas se desarrollaron en 1970. Aseguran que, básicamente, no ha cambiado mucho desde entonces. Recalcan que, sencillamente, el «sabor de la infancia» sigue teniendo demanda en Alemania del Este.
Pero, ¿qué dicen realmente los clientes de los helados cremosos de la RDA? En la cafetería de Steffen Pretzsch una mujer sorbe con devoción su helado y dice: «Sí, sí, yo diría que sabe como antes».
Pero otro cliente discrepa. En la RDA, el helado cremoso era mucho más cremoso, dice. Pretzsch tiene una explicación. Incluso en la RDA, no todos los helados cremosos eran iguales: «Algunos los mezclaban con leche. Entonces sabía diferente, por supuesto», aclara.