Luis Fernando Díaz
Ayer tuve la oportunidad de comentarle a un amigo que me había disgustado bastante el discurso del amigo Sigifredo Aiza. Al Dr. Aiza le ha guardado respeto y aprecio a lo largo de los años y siempre alabé la seriedad con que afronta los temas.
En este caso, sin embargo, me parece que no ha sido cuidadoso en la selección de las palabras y en la organización de sus pensamientos. Por ejemplo, apenas en el cuarto párrafo alude a un “modelo económico (este –dice) inclusivo”, sin que en todo el discurso aparezca caracterización que justifique la alusión y menos la defensa.
Recurre a ideas generales y manifiestos populistas con gran facilidad, algunos ya históricamente denunciados. Es evidente esta posición cuando pareciera querer involucrar (incluso seducir) a los grupos de trabajadores organizados, basado en falacias como la inconveniencia de una ley de empleo público como la que se discute en la Asamblea Legislativa bajo el competente liderazgo de Sandra Piszk. Y es impropio sostener posiciones afines a la anterior, acusando sin fundamento a los otros candidatos de haber “abofeteado” a dichas clases sociales.
Es muestra de impericia y desconocimiento hablar de un IVA diferenciado, sin registrar las dificultades que un cobro de tal naturaleza entraña. La diferenciación posible, por tipos de consumo, no solo ha demostrado ser ineficaz sino que es, en adición, discriminadora.
En el caso de la educación muestra desconocer que las tendencias universales en el campo, si bien no desconocen el valor de la exposición docente magistral, reconocen cada vez más el valor constructivista de la indagación individual y colectiva de los educandos a partir de sus propias experiencias y aspiraciones.
En cuanto a la salud y al papel de la CCSS, aunque su apreciación general es correcta, es igualmente falaz la atribución indiscriminada a sus contrincantes de la culpabilidad por el deterioro de los servicios y, en especial, de haberlo hecho “manoseando” los bienes públicos. En esto, el Dr. Aiza incurre incluso en responsabilidad penal.
Continúa Sigifredo, en su discurso, mostrando desconocimiento palmario de política tributaria cuando sugiere un traslado del impuesto de ventas o del IVA a las pensiones individuales. El cobro y el uso de los impuestos debe ser universal y no debe privilegiarse mediante la distribución sesgada hacia arriba, ningún grupo particular, en este caso los trabajadores asegurados.
Se vale ser soñador y esbozar aspiraciones. En el campo de la infraestructura es difícil no compartir los deseos con Sigifredo, pero en conjunto, no son los sueños los que conducen la política. Cada uno de los ocho párrafos que enumera el Dr. Aiza en el punto 3 de su discurso requiere un estudio a profundidad. Es como pretender resumir un curso universitario completo sobre el tema en una carta al Niño. Y, eso, así, no se vale.
Igual pasa en el punto 4 sobre los temas de la seguridad. De los doce párrafos, nueve son otra carta al Niño, a la cual no hay ciudadano que pueda oponerse. Lo malo es que solo falta la política o, más bien, el programa, en cada caso. En ese contexto resalta el desbalance en toda la exposición que constituyen los tres párrafos sobre el narcotráfico. La pregunta es ¿por qué tanto interés en un asunto que, si bien no es marginal, tampoco es el centro del tema de la seguridad ciudadana? A todo el discurso le falta equilibrio y en esta sección se nota sobremanera.
En el punto 5 lo que más llama la atención es la propuesta de duplicación del IMAS y de las Asignaciones Familiares, aparte la falacia del discurso que sostiene “terminemos con las dádivas, oficialicemos las dádivas”.
Parecía que se le agotaba el tiempo. Concluye los puntos 5 y 6 convirtiéndolos en especie de cajones de manualidades, donde se depositan al azar propuestas desvinculadas y frases sueltas.
En serio, guardo una consideración especial para don Sigifredo Aiza. Creo que su vida ha sido un ejemplo que todos los costarricenses deberíamos emular. Cuando me correspondió dar públicamente mi opinión sobre él, defendí con entusiasmo esta valoración. Ahora me queda la impresión que ha acudido a pronunciar un discurso improvisado, escrito como si se tratara de armar una colcha de retazos. Tal vez no contaba con escritores y asesores que lo aconsejaran mejor. Tal vez no cuenta del todo con ellos. Tal vez, si los tiene, son esos los mismos que lo han impulsado a correr en una competencia por la candidatura presidencial en la que no muestra ninguna posibilidad de triunfar.
– Politógo