El CNC otro órgano desastroso del MOPT

Clinton Cruickshank S.

Clinton Cruickshank

En condiciones normales, nuestro país cuenta básicamente con tres fuentes para financiar la construcción de proyectos de infraestructura pública a saber:

  1. Vía el presupuesto de la República
  2. Por medio de empréstitos, y
  3. Mediante Alianzas Público-Privadas o APP en sus diversas modalidades.

I. El financiamiento vía el presupuesto de la República

El financiamiento de grandes obras de infraestructura con cargo al presupuesto de la República no ha sido la norma por muchos años en nuestro país. Lo anterior dada la escualidez de las arcas del gobierno. Y esa posibilidad se aleja día con día tomando en cuenta que nuestro país está prácticamente quebrado. Tanto así, que los últimos presupuestos del gobierno central han contemplado déficits superiores al 50%, para lo cual se ha tenido que hacer “maromas” para financiarlos. Y uno de los factores que han incidido en ese creciente déficit es la incapacidad del gobierno de racionalizar y controlar sus gastos. Consecuentemente, en el corto-mediano plazo, las arcas del Estado no tendrán muchas posibilidades de financiar obras de Infraestructura pública.

II. El financiamiento vía empréstitos

El financiamiento por la vía de los empréstitos, especialmente internacionales, ha sido la manera más utilizada en las últimas décadas para el desarrollo y la construcción de obras de infraestructura pública en nuestro país. Sin embargo, hemos venido no sólo abusando de esta modalidad, sino, siendo muy descuidados con su uso, al grado de que hoy, hemos llevado el índice de endeudamiento público a niveles insostenibles, llegando a rozar el 80% del PIB. Con ese nivel de endeudamiento, se está prácticamente cerrando también esa vía de financiamiento para nuestro país. O sea, esta otra válvula de financiamiento está prácticamente cerrada.

III. El financiamiento mediante alianzas público-privadas (APP)

No estando disponibles las anteriores dos vías para el financiamiento de obras de infraestructura nacionales, nos queda la de las alianzas público-privadas o APP. De ahí que, previendo esta situación, desde hace varios años, hemos dictado las leyes necesarias para que el país pueda beneficiarse de esta tercera opción que por cierto es potencialmente buena. Asimismo, creamos el Consejo Nacional de Concesiones (CNC), un el órgano supuestamente especializado en todo el proceso de otorgamiento de concesiones.

Más sobre las alianzas público-privadas (APP)

Las APP son sin duda alguna, una buena opción para que nuestro país pueda contar con las obras de infraestructura pública que necesita para su desarrollo. Sin embargo, esta modalidad debe ejecutarse adecuadamente para que el país y con él, los costarricenses podamos beneficiarnos plenamente de ella.

Es importante que estemos muy conscientes de la dualidad que se encierra en las APP; dualidad que vengo señalando de la siguiente manera:

Si bien es cierto que las alianzas público-privadas son un excelente instrumento para el desarrollo nacional; mal planeadas, mal negociadas o mal supervisadas, pueden convertirse en el peor azote del pueblo costarricense.

El CNC es uno de los órganos fundamentales del país

Por lo antes dicho, y dado el rezago que tenemos en infraestructura pública, y que esta es vital para el desarrollo nacional; estos aspectos convierten el CNC en uno de los órganos más importantes y estratégicos para el Estado costarricense. Y siendo así, la lógica nos indica que deberíamos tenerlo como una máquina muy bien aceitada y lista para cumplir su gran misión a saber: impulsar vigorosamente el desarrollo de la infraestructura que tanto necesita nuestro país.

Consciente de todo lo anterior, asimismo, sería de esperar que al frente del CNC estaría el o la mejor jerarca disponible. Y que entre su personal estarían los mejores profesionales preparados en la disciplina de las alianzas público-privadas con que cuenta el país.

Sin embargo, hoy, el CNC no sólo es la cenicienta entre los órganos del Estado costarricense, sino que, prácticamente está a la libre, desatendida, desarticulada, abandonada, y consecuentemente, sin el compromiso que debería de tener con las necesidades del país.

Basta evaluar su labor histórica para darse cuenta de lo afirmado. En sus 23 años de existencia y consumiendo en valor actual alrededor de ₵12.000 millones de presupuesto anual, si acaso ha logrado consolidar 3 o 4 proyectos y en algunos casos mal manejados, lo que como se dijo antes, en vez de lograr que las APP sean un gran instrumento para el desarrollo nacional, algunas de ellas se han convertido en un gran azote para nuestro pueblo. Señalo el caso de la empresa portuaria APM Terminals que no sólo es ineficiente desde el punto de vista operacional y aún más en sus tarifas (las mismas equivalente a más del doble de lo que cobraba JAPDEVA); sino que ha venido a constituirse en un vergonzoso monopolio al estilo de la Mamita Yunai. Todo porque se encuentra amparada bajo un contrato mal concebido, mal ejecutado, mal supervisado y porque cuenta con el apoyo de algunos malos costarricenses.

Por otro lado, dicha empresa portuaria cuya inversión proyectada de $1.000 millones supone la necesidad de una cierta infraestructura humana especializada de entre 4 y 7 personas como su contraparte para dar seguimiento y asegurar el fiel cumplimiento de los términos y compromisos estipulados en el contrato concesión, que es sin lugar a dudas, el más importante de la historia de nuestro país. No obstante, lo anterior, resulta que hoy, el CNC sólo ha dispuesto a un funcionario para velar por el cumplimiento de los términos establecidos en dicho contrato. ¡Qué barbaridad!

Concluyo señalando la necesidad urgente de intervenir al CNC y de realizar los cambios necesarios para que este empiece a asumir el verdadero rol al que es llamado como órgano central del desarrollo de la infraestructura nacional.

Será necesario revisar la distribución de su presupuesto y la ejecución del mismo. Y, asimismo, urge poner al frente de dicho órgano al mejor jerarca posible. Uno de gran visión y que tenga la capacidad para ponerlo a cumplir la tarea estratégica al que es llamado, y sobre todo, uno que no se deje manipular por el Ministro de Transportes. Además, un jerarca que tenga como misión, renovar el CNC y transformarlo en un verdadero consejo de concesiones al servicio del país.

Ingeniero

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