El camino liberacionista

Ocean Castillo Loría

I

Es indudable que durante mucho tiempo, el Partido Liberación Nacional se ha debatido entre las fracturas, el interés particular de diversos grupos y hasta por aquellos que desean una profunda reforma, reforma que se plantea entre dos sendas: la senda de una socialdemocracia reformada, remozada o renovada; o la de un retorno a la socialdemocracia clásica o lo que muchos han llamado: “el rescate del Liberación histórico”.

El camino liberacionista, nos indica que no debemos olvidar un principio socialdemócrata básico: la igualdad. En pro de esa igualdad, el partido debe ser instrumento en la lucha por una vida digna, lo que debe conducir a un acceso universal al progreso.

Liberación Nacional no debe ser un partido “idólatra del mercado”, se deben denunciar constantemente las fallas de este sistema económico, se debe promover un Estado regulador, fuerte y en los ámbitos en los que sea necesario verdaderamente interventor. Solo de este modo, se puede combatir la desigualdad y fortalecer una mayor distribución de la riqueza. El Estado debe promover opciones productivas (Sobre todo las basadas en la economía social como el cooperativismo), debe establecerse un sistema tributario justo (Con un énfasis en impuestos directos y progresivos sobre rentas y utilidades) y ambos factores deben impactar en el fortalecimiento de la obra pública.

Por otro lado, si bien es cierto nuestra época actual es la de la globalización, no significa que no deba tenerse una posición crítica frente a ella, uno de los mayores desafíos a los que el PLN debe darle respuesta es: ¿Cómo gobernar la globalización en nuestro beneficio?, porque no se trata de decir que todo en la globalización es bueno (“globalismo”) o decir que el país es como un pequeño barco que no puede hacer nada frente a los furiosos mares de la globalización.

Esto implica, repetimos, sin dejar de lado los aspectos positivos de la globalización, el construir un proyecto que podríamos llamar: nacional – reformista, que tenga sus bases en el respeto al espacio y tiempo histórico que vive el país.

En esta línea, debe defenderse y ampliarse el Estado Social de Derecho, como instrumento de libertad e igualdad, no cabe duda que el Estado debe modernizarse conforme a la revolución científico – tecnológica que vivimos.

De igual manera, no puede esperarse por más tiempo, el retorno de Liberación Nacional, como instrumento y brazo político de las clases medias en el país, tanto de aquellas que han logrado encadenarse positivamente a la globalización, como aquellas que no lo han hecho.

II

Hemos hablado de un proyecto nacional – reformista. Someramente, algunos de los pilares de éste deben ser:

• Respeto a la etapa de desarrollo socio – económico que vive el país.

• Fijarse el objetivo de reformar el sistema capitalista, por medio de una clara intervención del Estado en la economía para una sana producción (Facilitar el accionar de la empresa privada, ayudando sobre todo a la nacional y dando solución a las debilidades que padece nuestro sistema productivo) y justa distribución de la riqueza.

• Desamarrar al partido y al Estado, para que gobierne en pro del bienestar de la sociedad y no solamente a favor de determinados grupos de capitalistas.

• No se pueden despreciar las corrientes internacionales de pensamiento político, pero debemos enfatizar cada día más, en nuestro propio pensamiento para encontrar la solución a nuestros problemas.

• Si bien debe buscarse la igualdad distributiva, esto no puede hacerse ni a costa de la libertad de las personas o alimentando un gran libertinaje de los sectores poderosos económicamente.

• Debe lucharse contra toda forma de intervención mal sana que provenga del ámbito internacional (Por ejemplo, el doble discurso que en muchos tópicos de la economía global tienen los países poderosos). Globalización no puede significar renuncia a la soberanía.

• La democracia es concertación, en Costa Rica la formula de: “Más mercado, menos Estado”, ha venido rompiendo nuestro tejido social, debe robustecerse ese tejido combatiendo los aspectos negativos de la globalización. Ese robustecimiento debe conducir a una ampliación de la clase media.

Ya en nuestro fraccionado sistema de partidos políticos, existen estructuras que defienden “la mano invisible del mercado como reguladora de los fenómenos sociales”. Frente a esto, el PLN debe ser claro en su defensa de “la mano visible del Estado”, para corregir las injusticias de “la mano invisible del mercado”. Es más, el PLN debe decirle a la ciudadanía que la mentada mano no es solo invisible, es artrítica, en términos de distribución de la riqueza.

Ya en nuestro fraccionado sistema de partidos políticos, existen estructuras que defienden el egoísmo como motor de la sociedad. Frente a esto, el PLN debe ser claro en que puede lograrse el bienestar de las mayorías, por medio del valor de la solidaridad. Es así como el PLN debe ser un abanderado de una ética cristiana, basada en el amor al prójimo.

III

Hasta aquí es claro que para el camino liberacionista, la economía tiene una función social y no simplemente la generación de lucro: tanto los comerciantes como los consumidores, se deben en sus acciones a la colectividad social. Solo de este modo se puede cumplir la formula de: “A mayor progreso económico, mayor progreso social”.

Y es sobre este bastión (aunque no exclusivamente sobre este bastión), que el PLN puede y debe reencontrarse con la sociedad civil organizada, como es lógico, sobre todo con aquellos actores de dicha sociedad, que compartan la visión del proyecto nacional – reformista que debe plantearse. He aquí la base de lo que deben ser las alianzas vitales entre el Estado y los diversos sectores sociales.

Asimismo, ese reencuentro, debe conducir a retomar una cultura de paz y estrategias de resolución pacífica de conflictos y teniendo en cuenta los sanos caminos de la negociación.

Ese reencuentro, debe valorar la participación de la ciudadanía, de manera que pueda controlar el accionar de la estructura institucional del Estado. Esto resulta vital si lo que se quiere es combatir la corrupción.

En otro orden de cosas, en ese reencuentro, es valioso que escuchemos a las organizaciones creyentes en que los recursos naturales son de todas y todos los costarricenses, y en ese contexto, reflexionar como utilizarlos para bien de las mayorías de nuestra patria. Esto implica adherirse sin temores a un modelo de desarrollo sostenible

IV

En suma, el partido puede definirse ante la época que le ha tocado vivir, pero a partir de sus raíces.

Esto debe hacerse, porque a lo largo y ancho del país, miles de liberacionistas, ponen su fuerza, su lealtad y sus recursos para que muchos de sus anhelos sean respondidos desde el sistema político.

El partido debe evolucionar, pero esa evolución no puede ser metamorfosis dejando en el olvido lo que fue, y lo que es, su núcleo ideológico central: la construcción de una robusta democracia social.

En suma, no se puede en nombre de remozamientos, renovaciones o “terceras vías”, renunciar a los ideales y principios de un partido que está próximo a cumplir 61 años de existencia: un partido de izquierda democrática, con una clara visión reformista.

Tampoco se debe ni se puede renunciar a la crítica y autocrítica, de un partido que como Liberación Nacional, nunca ha tenido dueño ni lo tendrá, por más gloriosos y fuertes que hayan sido sus liderazgos.

Solo de este modo, estaremos claramente ubicados frente a aquellos que defienden sin rubor un modelo de “capitalismo salvaje” y frente aquellos que enfebrecidos por una mal entendido “socialismo del siglo XXI”, nos quieren lanzar al viejo expediente de “la lucha de clases”.

Solo de este modo, podremos combatir la eterna tentación de hacer alianzas con los sectores plutocráticos y hasta cleptocráticos que se oponen a los verdaderos intereses del pueblo de Costa Rica.

Debe volverse sin miedo a las raíces de nuestro “socialismo costarricense”.

No debe tenerse miedo a la plena fe que siempre se ha tenido en Costa Rica al liberalismo político (Ese que se cimentó desde Juan Mora Fernández, pasando por Julio Acosta, Ricardo Jiménez, Cleto González Víquez y León Cortés Castro, entre otros)

No debe haber vergüenza en empaparse de las ideas cristianas que penetraron en el PLN.

No debe temerse a entrarle a un verdadero proyecto nacional – reformista.

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