Luis Alejandro Álvarez Mora
Llegamos al zenit de la Administración Solís, la primera del PAC, que siempre se presentó como el partido “del mejor equipo”, y que ha sido el abanderado de la ética, pregonada durante las cuatro campañas en que participó.
La espectativa ha sido mucha, el aplastante triunfo de Solís en abril del dos mil catorce, se dio por varios factores, pero el principal fue la convicción de una gran mayoría, casi el 70% de los votantes, de no al continuismo del PLN.
Hoy ha ya transcurrido el tiempo suficiente para que podamos tener un criterio sobre los resultados a corto plazo, y estilo de gestión de este partido, y su dirigencia. Igual podemos valorar ese “mejor equipo” que se nos prometió, Presidente incluido.
Desafortunadamente abunda la decepción. Todo ese capital político se ha diluido con el paso del tiempo, y lo más preocupante es que hoy el porcentaje de aprobación del Presidente Solís no está muy lejos de estar a un mismo nivel del que goza la Presidente Dilma en el Brasil, sin que acá se hayan dado escándalos de corrupción o cuestionamientos de la magnitud que se han vidido en la política carioca.
Sin dejar de reconocer esfuerzos de la Presidencia, ha sido patente la falta de un plan de trabajo, y los cambios constantes en el gabinete nos hace concluir que el “mejor equipo” no existía. Hoy a los 24 meses de aquel ocho de mayo de esperanza nacional, todavía se carece de una hoja de ruta.
Sin contar con un Ministro de la Presidencia que tenga los dotes de gran negociador, y con una fracción parlamentaria fraccionada, se reduce cada vez más la capacidad de maniobra. Con el apoyo de los aliados del Frente Amplio no alcanza.
Le ha favorecido al Presidente que las baterías de redes que incansablemente criticaron las dos administraciones anteriores, resaltaron sus falencias, y que fueron sus grandes aliadas en la campaña electoral, hoy parecen solamente observar y dejar pasar incongruencias que no se alejan mucho de lo que criticaban con anterioridad.
La credibilidad del Presidente se ha deteriorado, y cuando busca atender el déficit fiscal, aprobar nuevos tributos, no se augura un buen final a la iniciativa, más cuando el incremento del gasto ha sido de cifras astronómicas.
Ya han pasado muchos meses desde que se nos dijo que “no es lo mismo verla venir que bailar con ella”, y siendo conciente el Presidente del deterioro de su credibilidad, nos califica de “hombres y mujeres de poca fe”, pero yerra con esa apreciación: esto no es un asunto de fe, es un tema de política, de realidades concretas, y resultados palpables.
Hoy abunda la duda y el desencanto con su administración, la esperanza en el cambio se diluyó y hay cada vez hay más personas excépticas de la política, cuando más ocupamos creer y reforzar el sistema. No es sano para esta sociedad un nuevo desengaño.
Urge un cambio de rumbo, que se establezca un norte, pues a nadie le conviene que fracase esta administración, no queremos un Presidente Solís que no quede bien parado en los anales de la historia.
– Abogado y Notario Público