Euclides Tapia
Lo anterior se dibuja como una extensión de su peculiar interpretación de la Doctrina Estrada, que utiliza como instrumento de apoyo a los regímenes dictatoriales de América Latina, que emergen de amañados y por tanto espurios; procesos electorales. Al parecer el actual presidente de México confunde el gobierno panameño, con uno de sus acólitos en la región, desconociendo que al menos aquí hay libertad para elegir y se respeta la voluntad popular, lo que hace tengamos gobiernos legítimos y por tanto, con capacidad de obrar en consonancia con ello al momento de otorgar o negar el beneplácito a los embajadores que nos propongan. En razón de lo señalado, nuestro país, para evitar llegar a negar el beneplácito a la polémica figura que indebidamente ya se había anunciado como futuro embajador mexicano en Panamá, requirió no presentar la solicitud. Ahora, para sorpresa de todos y en la misma dirección que la acción anterior, el gobierno mexicano, contraviniendo las reglas diplomáticas, que se exige para estos casos; nuevamente en un acto premeditado, dirigido a enconar las relaciones entre los dos países, antemano, sin la concesión previa del placet, como obligándonos a aceptar su propuesta; anuncia con bombos y platillos, quien será su nueva “embajadora” en Panamá, acto este que acompaña de la insana intención de sembrar discordia dentro del ejecutivo panameño, aseverando supuestas discrepancias entre el Presidente y la Ministra de Relaciones Exteriores, tratando con ello de arrinconar a nuestro gobierno; para obligarlo a aceptar a una persona, que al igual que el anterior o más, no es digna de representar al noble pueblo mexicano, que históricamente, como muestra de respeto para nuestro país, se ha caracterizado por acreditar en Panamá a renombrados embajadores de carrera, con un alto perfil académico.
Habida cuenta de lo hasta aquí reseñado, considero que en vez de aceptar la envenenada propuesta, es preferible no darle respuesta a la insolente sugerencia y tomar la decisión de que la relación con el actual gobierno de México se mantendrá exclusivamente a nivel de Encargado de Negocios, Ad Hoc., ello es, en propiedad, por el lapso del presente gobierno panameño. De tomarse tal decisión, se evitaría caer en el juego del gobierno mexicano, en caso contrario, doblar la cerviz y admitir un ultraje diplomático.
En consecuencia, para evitar ello, nuestro gobierno no debe otorgarle el beneplácito a la última persona propuesta, retirar a nuestro Embajador y a renglón seguido, solicitar la acreditación de un Encargado de Negocios, Ad Hoc a través de cartas de gabinete. Si en contrapartida, México insiste en prolongar la crisis diplomática y se niega otorgarle el “placet” o beneplácito a la nueva figura presentada por Panamá para ocupar el cargo de Encargado de Negocios, Ad Hoc, entonces simplemente estaremos ante una presencia diplomática tanto en México, como en Panamá, al mínimo nivel , ello es, representada en la figura de un Encargado de Archivos, que sería el representante diplomático panameño y también mexicano de más alto rango en la carrera diplomática presente en las respectivas embajadas. Total como dice el dicho, más se perdió en el diluvio y agrego yo … al menos con esta postura se evitó que se mancillara la dignidad nacional y además, vendrán tiempos mejores.
– Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá