Editorial: De esta apuesta, sólo salimos con ahínco

Estamos convencidos que, para bien o para mal, el Gobierno debía escoger entre comer o salvar vidas. Carlos Alvarado escogió, con dureza, apostarle a su sistema de salud pública, tomar algunas medidas totalitarias, dejar a la gente en sus casas y salvar vidas.

Es de suponer que tomar esa decisión le costó una buena dosis de coraje a Carlos Alvarado y un discreto grupo de colaboradores. Sobre todo porque aquello parecía la peor apuesta de mundo: el mal que debía combatirse había aparecido en China. Nadie conocía el verdadero tamaño del desafío. Sólo se sabía que ese mal mataba, mataba en serio en muy poco tiempo.

La decisión de Alvarado de salvar vidas, dio resultados. El hecho que hasta ahora sólo tengamos tres fallecidos por el Coronavirus, proclama el éxito de la escogencia, aunque los niveles de batalla todavía no acaban. La guerra sigue.

Eso sí: pagamos un alto precio por todo eso. Nuestro desempleo llega casi al treinta por ciento. Algunos sectores informarles de nuestra economía fueron, literalmente, fulminados. Debimos apagar las chimeneas de nuestra principal industria como es el turismo y el sector exportador está silenciado a un elevadísimo costo.

Estamos convencidos de que, ante la difícil situación que se le presentó al país en forma inesperada, con la irrupción inmisericorde del coronavirus, el Gobierno ha sido consciente de que no puede dejar caer el avance económico de la nación, a pesar de que por ahora prácticamente se paralizó el proceso de reactivación económica para darle prioridad a una lucha heroica por evitar los estragos del coronavirus, y hasta ahora vamos ganando la batalla.

Pero estamos claros de que sin duda su mayor desafío será, una vez que pase esta pesadilla que agobia al país, reactivar de nuevo la economía. El reto es mayor si tomamos en cuenta que encontraremos un mundo revuelto, amarrado del mismo caos que sujeta las aspiraciones de la economía.

Reintentaremos volver a exportar a países y economías extendidas con fragilidad y a naciones que, posiblemente, quedarán con mayores problemas que los nuestros. Se puede citar un ejemplo de los desafíos que tendremos adelante: activar el sector turismo será sin duda una tarea titánica, y hacerlo será vital pues de ese sector dependen 200 mil empleos.

No menos titánico será impulsar vuelos aéreos desde Costa Rica y hacia adentro de este país. Hay que entender que el mundo, después de lo que sucede, no será igual. Ni seremos iguales nosotros, ni tampoco nuestros socios que quieren recomponerse al lado nuestro.

El Gobierno debe tomar una serie de medidas importantes; debe comprender que, a lo mejor, lo más importante, no será la meta sino el camino que se siga.

Los gobernantes deben abrir el diálogo con todos los sectores productivos. Debe hablar con los informales o las transnacionales acreditadas aquí.

Se acorta el tiempo en el que debemos estar listos para encender, de nuevo, el motor de la economía. Repetimos: apagar ese motor era fácil. Encenderlo de nuevo es el verdadero reto.

La política debe, además, transformarse. Deberá existir un diálogo entre iguales ya que el mismo siempre es productivo para poner en marcha el país, sobre todo en momentos de tanta necesidad de leyes extraordinarias y especiales.

Lo que viene necesita de un Poder Legislativo y Judicial racional, ajustado a los tiempos. No podemos tolerar poderes rencos o mancos. Mucho menos sin alma de servicios.

Todas las fuerzas de decisión del país, desde el Presidente Alvarado, hasta el último funcionario debemos entender que, o salimos todos, con buen ahínco, o navegamos sin mucho éxito.