Desde mi perspectiva
José Francisco Bolaños Arquín
Este enigmático edificio de Correos y Telégrafos, construido en los primeros años del siglo pasado, está ubicado en el centro de la Capital, donde comparte la misma cuadra con el Banco Nacional y al costado sur el Banco Central de Costa Rica, fue declarado Reliquía de Valor Histórico y Arquitectónico el 14 de octubre de 1980.
La historia inicia en la primera mitad del siglo XIX y es a partir de 1847 que el correo toma una mayor importancia, producto de su crecimiento y ya para 1868 se da la instalación del telégrafo. Estos aspectos, obligaron a nuestros gobernantes a mejorar su organización y control. Se hablaba de la necesidad de contar con una infraestructura donde estuvieran centralizados ambos servicios.
Así las cosas, se iniciaron los trámites para construir el Edificio de Correos y Telégrafos; donde dos compañías presentaron ofertas: A L Moreno y The English Construction Co LTD.
El 24 de abril de 1914 mediante el Acuerdo N. 51 se le adjudica a esta última el proyecto por la suma de £27.114 Libras Esterlinas. El Contrato se firmó el 7 de agosto de ese mismo año, durante la Administración de don Alfredo González Flores y por el Ministerio de Hacienda y Comercio, los señores don Mariano Guardia y don Roberto E. Smith. La obra se termina en 1917 y en octubre inicia el servicio.
Por su parte, el telégrafo utilizando la energía eléctrica, fue inventado en Pensilvania, Estados Unidos en el año de 1838 por el científico David Alter.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, treinta años después de su invención, en la Administración de don Jesús Jiménez, el Ministro de Fomento don Aniceto Esquivel, suscribe el contrato con Mr Lyman Reynolds el 23 de marzo de 1868, para la instalación del telégrafo, donde las ciudades de Cartago y San José, estarían interconectadas en la primera etapa, luego Heredia, Alajuela y de último Puntarenas, lo que significó para la época un medio de comunicación más moderno y rápido. Un año después, el contratista comunicó que estaba operando con pérdidas y no podía continuar con el servicio. Razones suficientes para que el Gobierno asumiera el sistema telegráfico, considerando que era un servicio muy importante y de gran utilidad pública. En el primer año de operación con la nueva administración, el servicio dejó un saldo positivo de trescientos cuarenta colones.
En 1869, el Gobierno emite un Decreto Ejecutivo donde penaba con 6 meses de trabajos en obras públicas a quiénes cometieran algún daño a los postes o líneas. El Ministerio de Gobernación, era el encargado de regular las tarifas del servicio, nombramiento de los empleados y el salario, de esta forma se creó la Dirección Nacional de Telégrafos.
En Barrio Aranjuez donde pasé mi niñez y juventud, había una oficina de correos en un casa de habitación de la familia Arquello Solano, donde al principio era operarado por don Adrían Arguello quién un vez que se graduó de Abogado, se lo cedió a su esposa doña Alice Solano; lugar que se convirtió por muchos años en un punto de referencia. A principios de los setentas, el telégrafo comienza a ser desplazado por modernos servicios de comunicación como la automatización telefónica y el telex, así en pocos años pasó a formar parte de la historia.
He visitado el edificio de Correos y Telégrafos de Costa Rica, prácticamente durante toda mi vida. Mi padre en los alrededores de 1950, fue adjudicatario de un apartado postal en ese lugar y en la actualidad está a mi nombre.
Siendo muy niño, a principios de los sesenta solía acompañarlo a retirar su correspondencia. En esa época había muy pocos autos y se podía estacionar enfrente de la entrada principal.
Algunas veces, mi padre me decía que me quedara un rato en el auto, para ir a saludar a algunos de su amigos al Club Unión, era una San José muy diferente a la actual, donde no existía ningún peligro. En algunas ocasiones me compraba una bolsa de papas, que si no me falla la memoria eran de la marca “Ilusión”.
En los años setentas y siguientes, al trabajar cerca de la zona continué yo recogiendo la correspondencia. Sin embargo, al día de hoy voy al correo cada dos o tres semanas y es común encontrar el apartado vacío, esto quizás se deba a los modernos medios de comunicación que imperan en la actualidad. Lo he conservado como una tradición familiar, que además me permite hacer una visita al Mercado Central donde suelo comprar entre otros mariscos y queso.